Capítulo 14

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Hoy hice el segundo examen.
Sólo faltan unos cinco más. ¡Yupi! (Nótese el sarcasmo). Son las 5:30. Estamos caminando a la orilla de la playa, bromeando.

-Estoy tan cansada, Oliver. La escuela, los exámenes, el baile. Es mucho.

-Ya somos dos.

-Mira que hermoso atardecer.

Nos sentamos a contemplarlo.

-¿Tu hermana está mejor?

-Eso creo. La muerte de Jeremy la destrozó mucho.

Para aclarar, Jeremy era el esposo de Tatiana, la hermana de Oliver, que murió en un accidente.

-Lo siento tanto. Ella es tan linda... y está sola.

-Tú eres mucho más bonita -dijo pasándome un mechón de pelo por detrás de la oreja.

-Ya basta -dije riendo.

-Saba...

De repente me cogió por los brazos, inmovilizándome y me acercó lentamente hacia él.

-¿Tienes la idea de cuánto te amo?

-Oliver, por favor, no...

Intento soltarme de él, pero es inútil, es demasiado fuerte.
Me sigue acercando a él.

-Por favor, no...

-Te amo tanto...

Volteo la cara pero él me agarra del mentón.

Y me besa.

Me besa tan rápido que no tengo tiempo de reaccionar, me abraza aprisionándome, no me pudo safar. Me acaricia el pelo. Me besa y siento que es un beso que nunca terminará.

¡No, no, por favor no! Por fin me suelta y me separo de él bruscamente, me pongo de pie y le doy la espalda. Me voy caminando rápido, indignada y traicionada. Oliver me sigue corriendo.

-¡Lo siento! ¡Sabana! ¡Perdóname, por favor!

-¿En serio? ¡¿Qué te perdone, Oliver?!

-Por favor, ¡espera!

Paro y espero, furiosa, a que llegue a mi lado.

-Sabana, lo siento. De verdad.

-¿Sientes qué?

-Fui un estúpido. Pero... sí supieras cuánto te amo. Te amo desde aquella vez en séptimo, cuando hablamos por primera vez; era tan tímido que tartamudeaba cuando hablaba contigo. ¿Lo recuerdas? Amaba y amo tus ojos, tu sonrisa y tu risa, esa chica hermosa, decidida y fuerte.

-Lo sé. Pero eso no calma mi enojo. Te dejé bien claro que sólo éramos amigos y tú lo aceptaste. Pero ahora me besas y me siento tan traicionada.

-Ya me disculpé. Es por Elliot. Lo amas, ¿verdad?

-Oliver... La verdad... No lo sé... Pero sé que eres mi amigo, mi mejor amigo y no quiero que esto lo arruine. Por favor, entiende.

-Está bien... -dijo mirándome a los ojos, arrepentido y con algo roto por dentro.

-Ahora vamos...

Fue algo incómodo y delicado, gracias a Dios que su familia estaba al otro lado de la playa.

Ya era de noche y Oliver me llevó a casa. Su familia se había ido y me acompañó hasta la entrada. Todo el camino fue silencio. Oliver siempre me ha amado. Pero es mejor ser sinceros para el bien de los dos, a pesar de tener que romperle el corazón. Nos abrazamos.

-Saba, ¿me puedes cumplir un deseo?

-Depende...

-Bésame, no te ofendas ni pienses mal de mí. Por primera y última vez, bésame.

-Oliver, ya hablamos de esto...

-Por favor. Un primer y último beso para éste corazón roto. Y después todo será como antes, como siempre ha sido... -dijo triste.

-Está bien.

Y lo besé, un rápido y casto beso. Un beso que él siempre había estado esperando.

-Te amo.

-Adiós, Oliver -dije un tanto arrepentida, confusa y molesta.

Y cerré la puerta.

* * * * * * * *

Me cambio, ceno, veo televisión un rato y me acuesto. No logro dormirme, reflexiono acostada, mirando el techo. Estoy en un mar de emociones: Elliot, confundida, traicionada, pensando en el beso de Oliver y el mío, las palabras de Oliver rebotando en mi mente: «Es Elliot. Lo amas, ¿verdad?». Pues la respuesta es sí, amo a Elliot Parkson.

-Amo a Elliot -digo en medio de la oscuridad de mí habitación.

Amo sus ojos, su cabello, su hermosa sonrisa, su sentido del humor, todas sus virtudes y defectos. Lo amo.

Sueño que estoy en un prado y Elliot está en a mi lado, tomándome de la mano y me sonríe. De repente me suelta y se va corriendo. Siento que voy a perderlo. Quiero seguirlo pero no puedo, alguien me sujeta ambos brazos y grito.

Despierto asustada, con lágrimas en los ojos y el corazón acelerado. Me escondo en la almohada y lloro suavemente. Últimamente he tenido muchas pesadillas y tengo un mal presentimiento, pero no sé que es.

* * * * * * * *

Ya han pasado varios días y ya terminé los exámenes. He estado saliendo con Elliot. También he acompañado a Paul al teatro y he ido a un café con él. Me ha contado la historia de su vida, sus gustos y tiene gran sentido del humor. Nos hemos hecho muy buenos amigos.

Iré con Paul a la ópera. Nunca he ido, así que tal vez me guste.

-¿Quién será la protagonista?

-No lo sé, creo que Emily Rochester. Canta precioso.

-Ya veremos.

Vamos al salón de actos que está en el centro de la ciudad, en taxi.
Entramos, está lleno de gente. Nos sentamos y empieza la función.

No puedo decir que me encantó porque en una parte casi me duermo, pero es lindo. Y Paul tenía razón, Emily Rochester canta precioso. Salimos del salón.

-Y... ¿Qué te pareció?

-Fué hermoso.

-¿Sí? ¿Tan hermoso que te dormiste en una parte?

-Bueno... Lo admito, en una parte digamos que me dormí, pero el resto me gustó mucho.

-Sabes Giselle, eres muy buena amiga, eres como una hermana. Gracias.

-Y a tí, Paul -le sonrío.

-¿Vamos a la parada?

-Vamos.

Llegamos a la parada de buses. Nos sentamos y Paul se va un momento, segundos, minutos. Veo mi reloj, sólo faltan cinco minutos para que llegue el autobús.

-¡Giselle! ¡Ayuda!

-¡Paul!, ¿qué pasó? -me acerco a él corriendo, a un rincón en el que estaba arrodillado.

-Me robaron y me hirieron en el estómago. Duele...

-Espera, conseguiré ayuda.

-No por ahora -dijo levantándose.

Y en un momento se me acercó y me agarró el cuello, asfixiándome.

Corazón de CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora