Capítulo 20

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Después de regresar a casa, cambiarme, cenar y a punto de dormir, recibí un mensaje de Elliot:

ELLIOT: Hola linda, otra vez gracias por el pastel. ¿Nos vemos mañana a las 3 en mi casa?

SABANA: Claro, hasta entonces. Te quiero.

ELLIOT: Y yo a tí ;)

¡Iak! ¿Desde cuando nos volvimos tan cursis? La idea es rara, pero me duermo con una sonrisa de oreja a oreja.

* * * * * * * *

-Aburrido -Teo pasa de un canal a otro y lo mismo- Aburrido. ¡No hay nada bueno en la tele!

-¿Por qué no haces otra cosa? Dibujar, pintar, jugar con James, un libro quizás.

Y yo, por mi parte, estaba probándome ropa para la tarde con mi novio.

-No.

-¿Y por qué no pones una película?

-Mm... Iré a revisar...

-Bien, ahora me debes un favor.

-¿Un favor?, ¿por...

-Me haces un favor y punto.

Podía aguantar a Teo, pero a veces (osea casi siempre), me colmaba la paciencia.

-Ay, pero... ¿Cuál favor exactamente?

-¿Cuál conjunto te gusta más?

En un sofá habían dos conjuntos y estaba tratando en decidirme por uno de ellos. El primero era una blusa gris con bordes rosa, una falda y zapatillas. El segundo era un suéter naranja, unos jeans y mis botines.

Teo los observó un segundo y se encogió de hombros.

-No lo sé, el que sea... -dijo sin apartar los ojos de la pila de películas en el suelo.

Oh, pero mi hermano menor podía ser malvado, más que malvado. Y no se le podía decir o hacer nada porque ya saben como se supone que deben tratar a los hermanos menores, son los bebés de mamá, no se les puede decir nada, no se le puede dar el más mínimo pellizco y te echan la culpa por la más mínima cosa que hagas...

Pero, algo que sí podía hacer era ponerme firme.

-Theodore -dije, en tono serio, sabiendo que el odia que digan su nombre completo- sólo hazme el pequeño favor de decirme cuál te gusta más.

-Los dos.

Le lancé una mirada fría. "5% de paciencia". Rió nervioso y dijo:

-Tú sabes que es broma Saba, jeje... Me gusta más el segundo, el de los botines.

Solté un suspiro de desesperación y me voy a cambiar.

Cuando salgo Teo está comenzando a ver Star Wars. Me miro en el espejo y me siento con él.
Hasta que suena el timbre. Cuando abro la puerta Elliot está con una sonrisa en su rostro, extiende una mano hacia mí y en la otra lleva una rosa.

-¿Lista?

-Lista -le doy la mano y me entrega la rosa.

-Gracias -le doy un beso en la mejilla y él me da uno en la frente.

-No hay de qué.

Nos vamos caminando y pasamos por un café. Nos sentamos y pedimos uno. Y no sé de donde saca una caja con chocolates y la pone en la mesa.

-Experimentemos -me entrega un chocolate-, es una ruleta de sabores, prueba uno.

Lo cojo y me lo como. Sabe feo, es muy amargo, seguro mi cara me delata porque Elliot ríe.

-¿No te gustó? -dijo aguantando la risa.

Idiota.

Niego con la cabeza.

Se recupera y me dice:

-Muy bien, ahora sigo yo...

Siguiéndole el juego, hago lo mismo que él hizo, le entrego un chocolate y él se lo come. Arruga la cara y hace que se vea adorable. Creo que no le gustó.

-¿Y tú, cómo vas? -dije mordiéndome el labio para aguantar la risa.

Me mira con enojo fingido, no resistimos más y estallamos de la risa.

Después de calmarnos, me ofrece otro. Lo pruebo y sí me gusta, es delicioso, dulce y suave.

-Ahora sí...

-Sí.

Pasamos así un rato, entre risas y muecas.

-¡Oye, creo que me quieres hacer gorda, diabética o algo!...

Él ríe y se fija en su reloj.

-Ya lo creo, vamos a casa.

Me toma del brazo y vamos a su casa.

* * * * * * * *

Cuando llegamos nos sentamos y vemos televisión un rato, sentados con las piernas cruzadas estilo indio en la alfombra de la sala.

Charlamos y bromeamos un largo rato, y cuando digo largo, lo digo de verdad.
Y no sé de dónde sacamos el tema pero Elliot parece interesado.

-Sabana... ¿Quieres ir al baile conmigo?

-¿Por qué lo preguntas? Claro que sí -lo abrazo y lo miro a los ojos de una forma tan tierna.

-Bueno, eso hay que celebrarlo -dijo alzando las cejas, aún sin apartar sus ojos de los míos.

-¿Y eso cómo?, si se podría saber...

-Mm, Saba... -y posa sus ojos en mis labios, me mira pidiéndome permiso y yo asiento.

Aprovechamos para besarnos en el suelo, abrazados, entre risas y palabras. Nos las arreglamos para levantarnos para ir a su habitación, sin dejar de besarnos.

Caemos en su cama y nos seguimos besando, me acaricia la espalda, los brazos, la cara... Le acaricio el pelo y me abraza cada vez más, besándome la frente, las mejillas, la nariz.

De repente su teléfono cae de la cama, se desbloquea y aparece la foto que nos tomé de fondo de pantalla. Le sonrío y me envuelve en sus brazos una vez más, apaga la lámpara de su mesita de noche.

Y nos quedamos dormidos, y la última cosa que ví fue a Elliot abrazándome y susurrando a mi oído:

-Duerme, preciosa.

Me despierto por los rayos del sol que se filtran por la ventana. Tengo muchísimo calor. Claro, con suéter y Elliot pegado a mí, como no...

Reviso la hora en mi celular y me llevo una mano a las frente.

Veinticinco llamadas perdidas y siete mensajes de mamá.

Oh, oh.

Corazón de CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora