𝐸𝑛𝑠𝑎𝑦𝑜

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El momento era único y especial. No podría definir con claridad todo lo que Héctor me estaba haciendo sentir.
Sus brazos me abarcaban de una forma única, que hacia que todo fuera perfecto. Mi corazón en este momento solo sentía debido a el.

No pude controlarlo, de sus labios solo salía mi nombre en concreto, "Aria". Ahora se había referido a mi como "Ari", con un tono lleno de dulzura, que me hizo sentir aún más segura.

-¿Ari, necesitas que haga algo?- Me preguntaba Héctor con pequeños susurros en mi oído. No debía de moverse tanto, ya que con solo inclinarse hacia adelante llegaba a mi altura. Sus susurros mientras aún me abrazaba, solo podían hacerme tener más iniciativa de permanecer así.

-Eh, no. Estoy bien- Le decía mientras me alejaba un poco de su cuerpo. Pero cortando por completo aquel abrazo que con anterioridad estaba tan conectado.

-Es increíble como eres tan buena para algunas cosas, pero las mentiras no te fluyen- Me dijo Héctor mientras levantaba mi mentó y me hacía mirarlo. Sus palabras aún me llamaban discretamente mentirosa me causaron mucha gracia.

-Entonces, ¿soy una mentirosa?, bueno no te juntes con esta mentirosa idiota- Le respondí con diversión y sarcasmo, dando media vuelta para darle más dramatizacion al juego que estaba haciendo.

-Vení, vamos a comprarte unas galletas de chocolate- Me dijo Héctor luego de agarra mi muñeca, y traerme nuevamente a su cuerpo. Abrazándome sin que yo me acercara. En absoluto me molesto, me encantaba no ser yo quién tuviera que hacerlo, era algo nuevo. Pero a lo que no deseaba limitarme.

-¿Chocolate?- Le pregunte, ya que se me hacía confuso el hecho de que fuera tan específico con aquello. Por un momento pensé que no me respondería, ya que este solo se limitaba a mirar por los ventanales mientras me abrazaba.

-Supuse que son las que más te gustan, ya que Olivia te las trajo ese día en la biblioteca- Decía con tranquilidad mientras me miraba y luego desviaba hacia los ventanales. Era sorprendente como su rostro podía estar tan serio. Y yo solo temblaba internamente.

-Soy alergica- Le dije con notable sarcasmo a lo que este me respondió riendo.

-Que graciosas que eres niña tonta- Y este seguía el juego de palabras sarcásticas. Era muy divertido el hecho de que ambos fuéramos tan similares con respecto a aquello.

Caminamos hasta llegar a las maquinas de comida. Aún que deseaba pagar ya que no sería justo que solo el pusiera de su parte, Héctor me lo impidió. Diciéndome que el se haría cargo, y el dinero no era problema.

Ya me sentía más tranquila, y agradecía que no me hiciera pregunta con respecto al tema. Su compañía era suficiente, el y yo lo sabíamos.

-Necesitamos ensayar nuestra presentación- Le dije mientras intentaba abrir el paquete que Héctor me había comprado.

-Estar en la biblioteca es aburrido, no me concentro- Me decía mientras me quitaba el paquete de las manos, y lo abría por mi, ya que pareciera que yo batallaba por intentar hacerlo.

-Ven a mi casa si quieres, podemos estar en el jardín- Le explique con tranquilidad, Liv había ido muchas veces a mi casa y dudaba que hubiera problema con ello.

-¿Hoy?, creo que una rubia me espera en casa- Me decía mientras reía e intentaba sacar una de las galletas. Aún que su comentario era sarcástico, a mi no me pareció del todo gracioso.

-Bueno, entonces no- Le dije mientras aceleraba el paso, y me alejaba de él demostrando que aquello me había hecho enojar.

El aceleró su paso al igual que yo, al oírlo empecé a correr lo más rápido que pude. Habían ciertas salas vacías ya que muchos estaban fuera del instituto por salidas que se les indicaban. Al ver una sin nadie dentro, corrí rápidamente a esta y me escondí.

Pude oír como la puerta volvía a abrirse, era Héctor quién me estaba buscando. Yo estaba bajo el escritorio del profesor. Mientras trataba de oír cada movimiento que Héctor lograba hacer.

No pude asustarme más luego de que una mano me agarrara de la cintura y me levantara. No me lo esperaba para nada, y aquello fue inesperado.

-Bajame Héctor, vamos que alguien nos puede ver- Le hacia entender mientras daba pequeños golpes en su espalda.

-¿Y qué?, ¿acaso es un delito que estés sobre mi?- No sabía como tomar esas respuestas con claridad. Su tono era juguetón, pero a la vez sentía que me decía algo que enserió pensaba.

-Si no me bajas voy a gritar- Le decía mientras lo señalaba con mi mano, advirtiéndole que si no me obedecía terminaría siendo algo muy negativo. Por otro lado Héctor solo sonreía de lado y se seguía burlando de mi.

-¿Qué gano yo si hago esto?- Me decía mientras empezaba a moverme más fuerte sobre el. Como si mi peso fuera inexistente ante su gran fuerza.

-Basta basta, bajama haré lo que quieras pero bajame- Parecía que pensaba y analizaba mis palabras con cuidado, cosa que yo no hice debido a la presión del momento. Cuando finalmente me bajo, este se acercó a mí.

Su poca distancia conmigo, provocaba que mi cuerpo se tensara y mi respiración se acelerará. Mientras el avanzaba yo retrocedía, hasta que mi cuerpo choco con la mesa. Haciendo que el también se detuviera.

Sus manos quedaron a milímetros de mis caderas, encerrando me en su cuerpo sin ninguna escapatoria. Aquello me hacía sentir limitada, y dominada. Pero vaya, Héctor se me hacía jodidamente atractivo con esa actitud.

Y pensamientos que no debía, empezaron a cruzarse por mi mente. Pensamientos que no debería de provocarme Héctor. O al menos pensamientos que aún no había tomado en cuenta.

-¿Por qué te pones tan nerviosa?- Me dijo haciéndome volver a la realidad, y alejando esos pensamientos impuros que no debía de haber tenido.

-Héctor, eres un niño, como me vas a poner nerviosa- Le explicaba mientras trataba de ocultar cualquier tipo de señal que le indicara a lo contrario.

-Claro, claro, un niño- Iba a reírme de aquello mientras lo molestaba, pero sus manos se posicionaron en mis caderas.

Estaba nerviosa, y las manos de Héctor lograban dominar gran parte de mi cuerpo, haciendo las cosas aún más complejas. Sus manos decendian por mis muslos y volvían nuevamente a mi cintura. Cada toque era una onda de acaloradas sensaciones.

-¿Y por que te tiene tan jodida un niño?...- Me decía Héctor mientras susurraba en mi oído. Estaba vez un susurro distinto. Húmedo y demasiado táctico.


Still Young - Héctor Fort Donde viven las historias. Descúbrelo ahora