𝐷𝑒𝑠𝑒𝑜𝑠

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La noche había concluido. Ambos habíamos estado abrazados a lo largo de ella. Nuestros cuerpos conectados. Éramos el lugar seguro de él otro, aún sin saberlo.
Héctor era mi paz, una que en tanto tiempo había necesitado.

Héctor:

Esa noche nos habíamos dormido tan tarde, que actualmente eran las diez de la mañana, y Ara aún seguía dormida. Bajo mi brazo, mientras su rostro quedaba a todo el descubierto. Dejando que admirara, cada parte de ella.
Sus largas pestañas, sus labios rosados, tenía un perfil tan maravilloso. Ara era simplemente hermosa. Una bella mujer. Y yo el hombre más afortunada de tenerla junto a mí cuerpo.

Ara era como una niña pequeña, la noche estaba helada pero aún así no paro de removerse sobre las sábanas. Casi todo su cuerpo estaba al descubierto. Y hacía demasiados intentos de que mi vista no bajara a donde no debía. Pero imposible.

-Vaya que tienes el sueño pesado- Decía para mi mientras Ara aún dormía. Acariciaba su cabello, de una forma extremadamente delicada, hasta que mis ojos bajaron a sus labios. Mi mano desendia de apoco hasta posicionarse en estos.

Con delicados movimientos dejaba pequeñas caricias en ello. Mi vista continuo bajando, pero detuve mis manos.
Se había dormido con una polera de tirantes, una puta polera que dejaba ver sus marcados senos. Eran demasiado atractivos, y mi vista no podía dirigirse a nada más que aquella carne que me provocaba.

Mi mente y mi cuerpo reaccionaron rápidamente al bajar un poco más la vista, la polera no era lo suficientemente larga como para cubrir todo su abdomen. Parte de su cintura quedaba a la vista. Y mi mente no tardo en crean diversas escenas en mi cabeza.

Quede completamente perdido al ver sus glúteos. Antes no me había detenido a analizar el cuerpo de Ara de aquella forma. Tenía respeto por ella, y odio. Supuse que aquella situación no era de lo más adecuada.

Y vaya que no debía de mirarla de esa forma. Estaba excitado, y claramente mi cuerpo no tardo en darme señales de ello. Estaba duro a más no poder, pero mi suerte empeoró más, cuando Ara despertó.

-¿Qué hora es Héctor?- Me decía mientras se sentaba de apoco, y revolvía su cabello desordenado. Aquello solo empeoraba más todo, ya que se veía jodidamente sexy haciendo eso.

-No lo sé- Le respondí cortante mientras intentaba mover mi vista en cualquier dirección que no fuera hacia Ara. Pues me ponía de formas que no podía permitir que de enterara.

Aún que su mirada cambió un poco al escuchar mi tono, no le dio demasiada importancia. En cambio empezó a buscar algo con la mirada, hasta que lo encontró. El teléfono, que estaba atrás de mi en un pequeño mueble. Para alcanzar este, paso todo su cuerpo por sobre el mio.
Aquella acción en otra circunstancia no hubiera tenido importancia. Pero ahora, sólo me ponía la polla más dura.

-¿Estas bien?- Me preguntaba Ara mientras me observaba, no podía decirle que tenía ganas de masturbarme por culpa de ella. Recibiría un golpe y probablemente una demanda. Además no quería incomodarla.

-Nos vamos en cosa de minutos, prepárate, yo iré al baño- Le dije a Ara mientras caminaba rápidamente al baño y cerraba la puerta detrás de mi. Me observe en el espejo, y mierda. Se me marcaba todo.

Estaba en un debate mental de sí sería correcto tocarme, las circunstancias eran completamente complicadas. Y de cierta forma me sentía culpable, ya que si me autocomplacia, tendría solo imágenes de Ara en mi cabeza, y estaba mal.
Espere un poco hasta que mi polla estuviera calamada. Me vestí con la ropa que tenía en el baño de la noche anterior. Y ya estaba listo para salir de el aquel lugar, junto a Ara quien también estaba preparada.

Still Young - Héctor Fort Donde viven las historias. Descúbrelo ahora