13

371 47 138
                                    


Tom.

Sabía que en algún momento iba a estar cara a cara con los amigos de Bill, aquellos que no sé porque, intuía que no iban a estar muy contentos de verme. Puf, si esto iba a ser difícil a saber cómo sería encontrarme con Simone...

A mi me sudaba la polla encontrármelos o incluso pelearme con ellos, la cosa era Bill. A él seguro que no le haría demasiada gracia que sus mejores amigos me odiaran, y con un simple calentón y una o dos narices rotas seguro que ya lo perdía para siempre. 

Me estaba comportando, y controlando mucho. Recordando una y otra vez las sesiones con el Dt. J. Samuel, porque sí, llevaba un par de años yendo al psicólogo. Y lo hacía solo por Bill, y porque el que ahora era mi psicólogo era un buen tío. No me juzgaba demasiado, y me había hecho ser una persona algo más estable. Por eso estaba aguantando tanto las ganas de darle una paliza a Sparky, por eso estaba esperando a ser correspondido por Bill, por eso estaba siendo paciente con toda esta locura que habría mandado a la mierda años atrás. 

Había aprendido mucho de mí, pero también de Bill, y de la relación no tan sana que teníamos. De que tenía que respetar sus tiempos, decisiones y esas mierdas. Para no volver a empujarlo contra las cuerdas, para que no volviera a caer en las garras de las autolesiones. 

Pero esa misma noche descubrí que no estaba tan fuera de ese mundo como yo creía. Bill pertenecía a esa asquerosa adicción; quizás no de forma recurrente, pero siempre ahí. No tenía ni un corte reciente, ni uno, ya me había yo asegurado de recorrer cada centímetro de su piel con los ojos. Habría alguno en los brazos, de unos tres/cuatro meses a lo poco, y sutilmente oculto en tatuajes recientes. Pero el encontrarme la noche anterior con esas cuchillas, con esa nota de Derek... Lo supe. Bill seguía cortándose. 

Y el mundo se me vino un poco abajo cuando lo vi encerrarse justo en ese baño. En el que estaban esas hijas de puta que aseguraban ser amigas de mi muñeco, esas cuchillas que le podría quitar la vida en cualquier momento. Esperé, esperé mucho. Rezando para que los super poderes de gemelos con los que Bill bromeaba que teníamos... Funcionaran. 

"Muñeco, me cago en mi vida, ni se te ocurra hacerlo"

Repetía una y otra vez, a veces en mi mente, a veces en voz alta. En cuanto Bill salió de ese baño, salí corriendo a él. Primero lo analicé de arriba abajo, antes de que pudiera desaparecer en mi cara, y no había rastro ni de sangre ni de vendajes... al menos visibles. Y luego en el baño, tampoco. 

Abrí las cuchillas... Y todas seguían con sus protectores, completamente nuevas y limpias. Todas menos una. A una le faltaba el protector y estaba al revés. Bill la había sacado y la había guardado, pero sin llegarla a utilizar. Había querido cortarse, pero no llegó a hacerlo. 

Suspiré aliviado, pero la alegría se me esfumó en segundos. No lo había hecho, pero había pensado en hacerlo. 

¿Estaba empujándolo de nuevo por el precipicio? Muñeco, por favor, no saltes. Yo salto por ti...



Bill.

Me había duchado rápidamente, pensando mentalmente que me iba a poner. Quería ir cómodo si iba a estar probándome ropa, había decidido comprarme un traje nuevo también, para la despedida de soltero del finde siguiente. Joder, me casaba en dos semanas... Bueno, si es que me casaba... ¡BILL! ¿QUÉ MIERDA PIENSAS? CLARO QUE TE VAS A CASAR. 

Muñeco encontrado (5ª temporada MUÑECO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora