Muñeco encontrado (5ª temporada MUÑECO)

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Tom.

Bill se puso tenso bajo mis manos, mirando fijamente a su amigo, que nos observaba con cara de pocos amigos. Pero sin moverse. En estado de shock. Mierda, otra vez tenía que ser yo el que arreglara las cosas.

- Estoy ayudándolo a ponerse el traje, es tradición de nuestra familia. El padrino viste al novio.

- ¿Tú piensas que soy gilipollas? Primero, no lo estás vistiendo, ¡lo estás desnudando! y segundo, ese no es el traje de su boda. ¡Y por Dios, Bill estás empalmado! ¡Creo que voy a potar! -Por fin Bill reaccionó, viendo como Georg nos dejaba solos, salió corriendo detrás de él.

- ¡Georg, espera, lo puedo explicar! -Pude escuchar los gritos de mi hermano, era una mezcla de lloros, suplica y enfado. ¿Enfado por qué?

Yo me dejé caer en el taburete, riendo por lo bajo. Me había concentrado tanto en el pecho y ojos de mi muñeco que ni si quiera había notado que se había puesto duro. Y ¡pum! erección al canto. Me cago en la puta, es la segunda, maldito muñeco.

Me quité el traje en cuanto mi molesta erección me dejó. Quitarlo era mucho más fácil que ponerlo, pero doblarlo era otra cosa... Hecho casi una bola lo dejé en el mostrador de la tienda.

- Espere. -Salió una chica joven, de algún tipo de almacén. -El traje está pagado. -Dijo mientras con rapidez y agilidad lo metía en una bolsa de traje.

- ¿Qué?

- Sí, el señor Kaulitz lo ha pagado antes de salir. También estos gemelos. -Me acercó una pequeña caja.

Eran dos pequeñas bolas blancas, brillaban un montón. En uno había una B y en otro una T.

Me quedé demasiado tiempo mirándolos. ¿Por qué me haces esto, Bill?

Saliendo de la tienda pude localizar fácilmente a mi hermano. Aún con el traje blanco puesto. Peleando a gritos con sus amigos. Tanto Georg como Gustav intentaba alejarse de mi hermano, pero este los agarraba con fuerza y los obligaba a quedarse ahí, para que siguieran escuchando las excusas de mi hermano; porque estaba seguro que todo eran excusas absurdas para negar lo evidente.

Desde la puerta de la tienda me quedé observando todo, sin enterarme de la mitad de la conversación, observando a Bill. Suplicando, gritando y con algunas lagrimas escurriéndosele por la mejilla. Me dieron ganas de ir hasta allí, y decirle que parara; que me sudaba la polla lo que sus amigos dijeran o pensarán. Que no había que justificar una mierda, que no estábamos haciendo nada malo. ¿No?

Los ojos de Georg se toparon con los míos, y entonces los tres clavaron sus miradas en mi. Cortando la conversación de golpe.

- ¡TÚ! -Escuché claramente el grito que dio señalándome con un dedo. -¡Te juro que te mato!

En pocos segundos lo tenía encima de mí, soltando un puñetazo tras otro. Yo solamente me protegía la cara, sin devolverle ni un solo golpe. Por la sorpresa y por no calentar más el ambiente. Me vi, ahí, inmóvil. Pasivo perdido. Recibiendo una paliza.

- ¡GEORG! -Gritó mi hermano a lo lejos, dando largas zancadas hasta tirarse encima de su amigo. Intentando separarlo de mí. La boca empezaba a saberme a sangre, el desgraciado me había roto el labio de un puñetazo. Ay, no, por ahí sí que no pasaba.

De un empujón me quité a los dos de encima, sin mucho esfuerzo. Y agarré el cuello de la camiseta de Georg, levantándolo unos centímetros del suelo, haciendo que sus ojos quedaran a la altura de los míos.

- ¡Tom, no, por favor! -Suplicó Bill, tirando un poco de mi camiseta; intentando que mi atención la pusiera en él. Pero no podía, no podía.

- ¡Este hijo de puta me ha roto el labio! ¡Y yo no le he devuelto ni un golpe, creo que ahora es mi turno! -La gente empezaba a hacer un corrillo alrededor nuestra, soltando algún que otro grito de jubilo, animándome a que hiciera polvo al pringado que tenía en mis manos.