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Tom.

De camino a casa, a la de Bill, no a la nuestra... El enfado se me había esfumado de golpe. Notaba en mis labios aun el sabor de mi muñeco. La sonrisa de gilipollas no se me fue en ningún momento.

- Deja de sonreír tanto, ha sido un beso sin significado, no se va a repetir. -Me soltó Bill con un codazo y bastante serio. 

- No puedo evitarlo, estoy feliz. -Moví enérgicamente el volante, haciendo que el coche hiciera eses, y Bill se agarró fuertemente al salpicadero, intentando evitar una risa. 

Maldito estúpido muñeco... 

- ¿Qué te apetece cenar? Podemos pedir sushi y ver una peli de miedo. O una pizza y jugamos al Mario Kart. -La seriedad en Bill también desapareció en cuanto salimos de la cochera bajo su casa.

- ¿Me estás proponiendo una cita? -Lo piqué guiñándole un ojo.

- Emm... no. -Se puso rojo como un tomate. -Te estoy proponiendo una noche tranquila de sábado, como dos hermanos tendrían, como lo que somos. 

- Lo que pasa es que no quieres que sea solo tu hermano, muñeco. -Lo arrinconé justo cuando el ascensor cerró sus puertas con nosotros dentro.

- Tom...

- Que sí, que sí, que tengo que esperar a que me lo pidas... No tardes tanto esta vez, anda. -Y puse algo de distancia entre nosotros, sin parar de mirarlo en ningún momento. 

- Eres de lo que no hay, en serio. -Soltó entre risas mientras salíamos del ascensor. Estaba viendo por fin la versión del Bill que me enamoró. Ese Bill divertido, alegre, sin vergüenza y completamente puro.

- Y te encanto así, tengo lo que le falta al Sparky ese para hacerte feliz.

- ¿Tú crees? -Seguía riendo, y empujándome por el pasillo.

- ¿Y tú lo crees, Bill? -La voz de Sparky nos cortó toda la diversión, tanto Bill como yo nos quedamos clavados al suelo. Sin ser capaces de darnos la vuelta, de donde venía esa maldita voz, ¿había subido por las escaleras? ¿Cuánto habría escuchado?

Habíamos intentado hacer el mágico truco de no movernos ni decir nada para ver si así el fantasma de Sparky no notara nuestra presencia. Pero esto no era ni un cuento ni una película de miedo. Y el chucho seguía ahí, esperando. 

- Oh, Derek. -Por fin dijo mi hermano, tras varios minutos de silencio incomodo. -¿Vuelves a casa?

- Sí, sí que vuelvo. Bueno, llevo toda la tarde ya. He arreglado la puerta, y alguna que otra cosa que no iba bien. -Me miró fijamente, sabía perfectamente que se refería a las cámaras. No te preocupes, Sparky, que esta vez no las desenchufo, esta vez las rompo una a una.

- Ah, bien. -Bill estaba nervioso, como el típico niño que hace una jugarreta y no quiere que sus padres se enteren. Y Sparky lo sabía, porque no paraba de mirarnos con una cara de mala hostia... Bill no es que fuera la persona más discreta del mundo, y por mucho que me jodiera, el niñato este podría llegar a conocerlo mejor que yo. - Queremos pedir cena y ver una peli, ¿quieres quedarte?

¿De verdad estaba preguntándole a su prometido si se quería quedar con su novio y con su hermano toda la noche? No sería algo tan loco si Bill y yo fuéramos unos hermanos normales, pero no lo éramos. Sparky sabía perfectamente la situación tan extraña que teníamos, no se iba a quedar ni de puta coña, y mucho mejor para mí.

- Sí, claro. -Su tono de voz cambió de golpe; mientras fue directo hasta Bill y le soltó un beso. A pocos centímetros de mí, tuve que ver su asquerosa lengua entrando en la boca de mi muñeco... No pude evitar apretar los puños, y empecé a notar como la sangre volvía a salir de la decena de heridas que tenía en las manos. Antes de soltar a mi hermano, Derek me miró fijamente. Hijo de puta no me calientes... -Pero oye, pedimos del japo que nos gusta tanto, ¿no?

Muñeco encontrado (5ª temporada MUÑECO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora