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Bill.

Tom lo podía sentir, tanto como yo... El juego había terminado. Y él no era el ganador.

Pero yo tampoco. Ambos perdíamos. 

Había peleado tantísimo por esto, por él... Que ya estaba exhausto. Esto era una guerra sin fin, en la que no parábamos de hacernos daño. Aquí, solo había ganado Derek, y esperaba que yo, con el paso de los años, también. 

Quería a Derek, podría llegar a amarlo algún día. Y podría llegar a olvidar a Tom también.

Pero ahora mismo era tan duro, ahora mismo tenía a la persona que más quería y que menos me convenia a mi lado, llorando conmigo; porque... simplemente no podíamos estar juntos.

Al final, esto no era el cuento de Peter Pan; al final estábamos en la tragedia de Romeo y Julieta.

El destino nos había unido, pero no nos quería juntos. ¿Qué era eso que había dicho Tom? Ah, sí, que el destino no era justo, que simplemente era... el destino.

Entramos al apartamento en silencio, mis lagrimas silenciosas no paraban, y mi hermano simplemente miraba al suelo. No había hecho falta decir nada, él lo sabía, él lo notaba.

Me había rendido.

- Tom... -Intenté no sé el qué exactamente, quizás apoyar a mi hermano, quizás apoyar al corazón que acaba de romper.

- No digas nada, mañana hablamos si quieres, pero hoy... Hoy no.

Su voz estaba completamente rota, sus pasos se veían cargados de dolor hasta su habitación, y Pumba notándolo todo, empezó a ladrar y a quejarse en mis brazos, para que lo soltara, para que pudiera ir detrás de Tom.

Lo solté, quedándome solo, ahí en mitad del pasillo. Y mis llantos decidieron dejar de ser silenciosos, ahora me dolía la garganta, me dolía el corazón. Me costaba respirar. 

Estaba teniendo un ataque de ansiedad. 

- ¿Bill? -Preguntó Derek a mis espaldas, confundido, preocupado. - ¿Qué pasa? ¿Estás bien?

- No, no lo estoy. -Dije entre un sollozo y otro, sin apartar la mirada de la habitación de Tom.

- Ven, vamos al dormitorio. No te quedes ahí en mitad, cuéntame que ha pasado. -Arrastró mi cuerpo con él, y me sentó en la cama. Quedando él en cuclillas, acariciando mis rodillas, mirándome desde abajo, intentando que me tranquilizara un poco. Pero era imposible.

- Tom y yo nos hemos besado. -Derek no parecía sorprendido, ni cabreado ni confuso. Pero aún así parpadeo varias veces y carraspeó la garganta antes de contestarme.

- Ya... Ya lo sabía. Me lo contó, bueno, yo le pregunté. -¿Qué? Yo sí que estaba confuso, sin entender nada, Derek lo sabía... Y no me había dicho nada. ¿Por qué?

- Pero... ¿y por qué no me has dicho nada?

- Bueno, me dijo que solamente te besó una vez. Y justamente después pasó... bueno, nuestro pequeño incidente. -Señaló su cara aun llena de moratones y cortes. - No me veía capaz de echarte en cara que te hubieses dejado besar por tu hermano.

- Hoy lo he besado yo. 

Derek no me contestó, solo echó la cabeza hacia abajo, evitando mi mirada. Conteniéndose, cogiendo y soltando aire. Apretando los puños sobre mis rodillas. 

- Pero hoy también ha acabado todo. -Con esa frase volvió a poner sus ojos en mí.

- ¿Por eso estás llorando? 

Muñeco encontrado (5ª temporada MUÑECO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora