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Bill.

Había pasado.

Obviamente había pasado, y tanto Tom como yo sabíamos que pasaría tarde o temprano.

Había caído otra vez en la trampa de mi hermano, en su juego. 

Y repetí, durante toda la noche no fui capaz de apartar mis manos de su cuerpo, durante toda la noche mi boca buscaba la suya, durante toda la noche mis labios susurraban su nombre, durante toda la noche mi garganta rasgaba en gemidos que ni se le ocurriera parar.

Esto estaba mal, muy mal, muy mal.

Caímos dormidos cerca de las siete de la mañana, cuando el sol empezaba a pasar por la ventana. Destruidos, agotados, perdidos de semen y sudor, pero completamente abrazados. Cada centímetro de mi piel tocaba su cuerpo. Con miedo... Nos quedaban pocas horas así.

Cuando desperté... Tom dormía profundamente, haciendo ruiditos en mi cuello, aferrándose con fuerza a mi cuerpo. Como un niño pequeño abrazando a un peluche. Con todo el cuidado que pude, me moví y lo dejé ahí durmiendo. Con un gruñido, pero sin despertarse, empezó a buscar por la cama, hasta encontrar un cojín y poder abrazarlo. 

Malditamente adorable.

Miré mi teléfono, las doce de la mañana y siete llamadas perdidas de Gus, y otras cuatro de Ricky. Y un mensaje de Andy.

"Hemos madrugado para hacer un poco de turismo, si no estáis cansados de tanto follar... Nos vemos para comer"

Con un suspiro enorme rebusqué en la maleta que poder ponerme hoy, que no teníamos planes y era nuestro ultimo día en Berlín. De vez en cuando volvía a mirar a Tom, que seguía dormido, ajeno a todo. En una burbuja que por mucho que me gustaría mantener... Acabaría explotando.

Ojala todo fuera mucho más fácil.

El reflejo que me devolvía el espejo era... interesante. Las ojeras que de normal me perseguían se habían esfumado, pero en su lugar, mis mejillas se había vuelto completamente rojas, quizás por todo el esfuerzo de la noche anterior. Los labios los tenía rajados por todos sitios, de los mordiscos de Tom, los cuales también habían dejado rastros por todo mi cuello, mi pecho y espalda...

Acaricié cada marca, indolora, que me hacía ver que nada de lo pasado había sido un sueño. Todo esto era real, todo había pasado. 

No había remordimientos, pero sí pena. Pena porque en verdad no quería que esto terminara, pena porque... por mucho que lo negara esto era lo que mi vida quería.

"Quieres lo que todo el mundo quiere, un amor que te consuma, quieres pasión, aventura, e incluso un poco de peligro"


Tom.

Desperté por los ruidos que hacía Bill en el baño.

Había pasado.

Obviamente había pasado, y tanto Bill como yo sabíamos que pasaría tarde o temprano.

Estaba esperando sus lamentos, sus arrepentimientos, sus "Esto ha sido un error que nunca más se va a repetir", pero salió del baño medio llorando, secándose con fuerza las lagrimas, sin darse cuenta de que yo ya estaba despierto; sentado en la cama, o simplemente pasando de mí. Esperando que no le preguntara porque lloraba.

Tiré de su muñeca, haciéndolo sentarse sobre mis piernas, pegando su espalada a mi pecho; colocando mi barbilla sobre su hombro izquierdo. Encajando a la perfección.

- Tom, en serio, no... -Pero no se resistía, ni si quiera se movió un centímetro.

- No... ¿qué? ¿Que no siga o que no pare? -Mis manos se colaron bajo su camiseta, acariciando su pecho, sin malicia, sin buscar segundas intenciones, al menos no por ahora. Y mi boca dejaba besos por su cuello, haciendo que su corazón latiera cada vez más deprisa.

Muñeco encontrado (5ª temporada MUÑECO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora