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Tom.

Tras algunos gritos por haber salido de la ducha sin toalla ni nada, tras varios acercamientos a mi muñeco; estando completamente desnudo y mojado, tras varias miradas un tanto guarras.

Bill estaba nervioso, y completamente rojo. Se peleaba con el maquillaje porque ni su pulso ni sus rojeces le ayudaban. Hoy iba a ser una noche divertida.

Con el mismo muñeco de Stuttgart, el del principio, el que solo negaba lo evidente.

Con el mismo capitán de siempre, el que consigue todo lo que quiere y más.

La verdadera guerra nunca había sido entre Sparky y yo, desde el principio todo había sido una lucha de egos entre hermanos. Desde el principio yo había agachado la cabeza y aguantado todos los caprichos de Bill. Desde el principio yo había sido el muñeco y él el amo.

Pero ya no más. No es que yo supiera jugar al juego de coger lo mío cuando quisiera y como quisiera, es que yo había inventado el puto juego. Yo no era un jugador, yo era el game master. Yo ponía las reglas, yo dictaminaba los turnos. Y ahora... era mi turno.

De la maleta que me preparó Bill, saqué un pantalón ¿de traje? ¿una camisa? ¿americana?

- ¿Solo me has echado ropa pija? -Pregunté mientras que daba igual lo que sacara, todo era igual.

- Es un viaje especial, así que sí. No podías ir dando el cante, todos vamos a ir arreglados. -No me miraba mientras se hacía la línea del ojo.

- Voy en zapatillas, Bill.

- Yo he traído más zapatos, ahí en aquella maleta. -Señaló una pequeña maleta roja, junto a otras cuatro algo más grandes.

- ¿Cuántas maletas llevas? ¿Esto no era solo un viaje de fin de semana?

- Solo he traído por si acaso, un par de mudas por día. Lo normal.

- Lo normal es llevar la misma ropa todo el día...

- Excepto si tienes un hermano que va por ahí potándole a la gente encima. -Oh, mierda, él lo sabía... Sabía lo de la azafata.

- No sé de qué mierdas estás hablando. -Cogí el primer traje que encontré y empecé a ponérmelo. Completamente negro.

- Tom, por favor, que la pobre azafata se acercó a nosotros a preguntarnos si ya estabas mejor, y nos contó lo que había pasado. -No, no, no, mierda, no.

- Pero... ¡TÚ ME SEGUISTE EL JUEGO! ¡TÚ ME ECHASTE EN CARA QUE ME LA HUBIESE FOLLADO! ¿Y SABÍAS QUE NO LO HABÍA HECHO? ¿POR QUÉ LO HICISTE? -Ahora era yo el nervioso, joder, me habían pillado con mi mentira demasiado pronto.

- Para ver que decías, para ver si sin drogas en tu cuerpo me seguías mintiendo. Y lo hiciste.

- Muñeco, no me vengas ahora con juicios de moral, que tú por muy abogado que seas... no has parado de mentir en ningún momento. Siete años llevas mintiendo, mintiéndote. -Se giró de forma dramática, sin esperar que lo que había empezado siendo una bronca para mí... acabara en él.

- No te puedo creer, ¿cómo le has dado la vuelta a todo? ¿cómo has acabado metiéndome a mí en medio? -Su voz se escuchaba indignada, había incluso parado de vestirse, se había quedado con la camisa medio abrochada.

- Porque tú siempre vas a estar en medio, en todo. -Sin pensarlo mucho me acerqué a él, que me miraba confuso, preparado para saltar a la otra punta de la habitación en cualquier momento. Empecé a abrocharle los botones, mirándolo fijamente a los ojos.

Muñeco encontrado (5ª temporada MUÑECO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora