El tiempo había pasado bastante rápido, ambos percibieron que en parte, era por vivir en el mismo lugar, estar en compañía el uno con el otro los hacía perderse en el tiempo. Disfrutaban cada segundo.
Para mala fortuna de Lisandro, la lesión había vuelto y eso había impedido que fuera a la gira de Asia donde jugarían amistosos. Julián, que había salido ganador con el City en tres torneos diferentes, festejaría con el equipo y se sumaría unos días más tarde con el plantel de Argentina.
A él tampoco le agradaba la idea de estar solo, ya que todos allí sabían de su relación podían andar libremente en medio del plantel, como una pareja normal.
Julián bloqueó su celular luego de terminar una videollamada con el defensor. Estaba un poco enojado con la vida porque él quería celebrar con Lisandro más que nada en el mundo y no pudo. Su cuerpo aún se estaba recuperando de los litros de alcohol que ingirió los días previos y eso, quizá lo hacía estar un poco más fastidioso.
Ya era casi la hora de entrenar así que suspiró y sin pensar mucho más se encaminó hacia donde estaba la mayor parte del plantel.
—¿Y esa carucha? ¿Seguís con resaca? —preguntó Leandro apenas lo vio. El más joven se veía decaído desde que llegó pese a que había salido campeón de muchas cosas seguidas. Decidieron salir al patio para tener un poco más de privacidad para hablar.
—Hace mucho no veo a Lisandro y la última vez estuvo medio bajón por el tema de la lesión —explicó, sintiendo que Paredes sería un buen hombro en el cual apoyarse en ese momento.
—¿Está de vacaciones ahora, no? —preguntó suave y terminó por sentarse en el pasto, invitando al que el contrario hiciera lo mismo— Se que debe ser difícil para vos pero él ahora está pudiendo sanar un poco esa parte pasando tiempo con sus amigos ¿pudiste hablar con él?
Julián ya conocía a Leandro pero le agarraba desprevenido que fuera tan atento, aunque esa cualidad era una de las que más remarcaba Cuti cuando se juntaban. Tenía mucho sentido.
—Hace un ratito estábamos hablando por videollamada, se lo notaba feliz y todo pero... yo quiero estar con él, Lean —contestó, jugando con un pedacito de pasto—. Me hubiese encantado que estuviera acá con nosotros porque sé que estar con este grupo le hace muy bien también. Lo extraño —repitió e inconscientemente terminó haciendo un puchero.
Leandro simplemente sonrió con ternura y se acercó para abrazarlo de manera firme, notando como el cuerpo ajeno se iba aflojando.
—Lo sé arañita, ya va a volver a estar con nosotros. Tene paciencia y disfruta el estar acá porque si no Licha se va a poner quejoso y nos va a echar la culpa a nosotros —bromeó, consiguiendo una risita en respuesta que le fue suficiente para estar un poco más tranquilo respecto al joven delantero.
...
Las fechas pasaron de la forma prevista, Julián no sentía que había nada para destacar más que las llamadas que tenía puntualmente con Lisandro día tras día, casi como un ritual.
Su mala racha de goles aún continuaba y eso también lo ponía de mal humor, aunque no era especialmente demostrativo así que sus compañeros no lo notaron.
"Lisandro lo haría" pensó mientras ordenaba las cosas en su valija. Ya faltaba poco para ver de nuevo al entrerriano y, honestamente, nunca había pasado por esa situación de extrañar tanto a una pareja.
El defensor por su parte, estaba preparando la casa para el regreso de su novio, tenía una sorpresa que seguramente le gustaría y traería mucha alegría al hogar.
____________
El reencuentro estaba a la vuelta de la esquina, Julián estaba en camino hacia su casa, Lisandro no había podido ir a recogerlo porque tenía que ir a su club. Sin embargo la ansiedad recorría el cuerpo del más joven, sentía que iba a explotar a penas se encuentre con su novio porque realmente, lo extrañaba demasiado.

ESTÁS LEYENDO
Lo que quieras //Julián Álvarez, Lisandro Martínez
أدب الهواةJulián se encontraba frustrado debido a sus pocos minutos como titular en su club pero, gracias a un amigo y unas cuantas caricias pudo darse cuenta de que las cosas buenas iban a llegar.