🥀 Desahogo 🥀

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Dennis al tener todas las miradas dirigidas a él no pudo hacer mucho contra mí, sólo se limitó a tomar mi barbilla mientras me miraba fijamente a los ojos.

– Nadie querría estar contigo. ¿Porque me gustarías? No eres nada especial, y ese chico detrás de tí seguro solamente te tiene lástima

Sus palabras dolieron como dagas atravesando mi corazón. Esas palabras me las había dicho tantas veces mi propia mente, pero había preferido ignorarlas...

Ahora el también lo decía...

Daniel salió de la fila acercándose a mí, colocándose frente a mí como un escudo valiente contra Dennis. Esto hizo que la mano que antes sostenía con dureza mi barbilla se soltará. Dennis dirigió su mirada ahora hacía el con un aura enorme de molestia.

– ¿ Que quieres, de verdad la estás defendiendo? – Soltó Dennis con un tono burlesco.

– Ella es todo lo que tú no eres, eso es lo que te molesta. Ella vale la pena totalmente y hasta más, no como tú, que vas por la vida engañando a los demás y no tienes cariño verdadero de nadie.

El rostro de Daniel se veía impecable, sin una pizca de miedo o nervios, sólo seguridad la decir aquéllas palabras.

Volteé a verle, su rostro molesto y escuchar salir esas palabras de su boca. No creí que pasaría, estaba asombrada.

– Vamos Jane, la basura apesta demasiado aquí. – Tomó mi mano temblorosa y comenzó a caminar hacía sus amigos, aún con restos de irritación en su rostro.

– Vamos a otro lado, yo invito

Dejándome llevar por el salimos del silencioso lugar en el que se había convertido aquella cafetería, todos estaban en shock después de ver eso. Daniel no era de molestarse con nadie, por primera vez habían visto cuan molesto puede estar.

Dennis volteó a verlos a todos, el recorría con su mirada fría el lugar helando aún más a cada uno presente. Todos decidieron actuar como si nada hubiera pasado, sólo seguir como si nada para evitar problemas.

– Esa chica, parece que si tiene agallas. – Una risa fría salió de sus labios mientras negaba.

Cuando junto a Daniel logré salir de la escuela nos dirigímos rumbo a una tienda de conveniencia cercana. Sus amigos entraron en esta y agarraron algunas cosas para comer mientras sin que se dieran cuenta yo me quedaba afuera en silencio.

Daniel estaba ahí adentro ya junto a Santiago y Eduardo, pero al darse cuenta de mi presencia fuera de la tienda el salió y se quedó ahí afuera también junto a mí.

– Lo siento, es lo único que alcanzamos. Ya no hay mucho tiempo para que empiece la siguiente clase

Dijo él sin más con una pequeña sonrisa en su rostro, esa sonrisa que lo caracteriza, la cual desapareció por culpa de las palabras que comenzaron a escapar sin retención de mis labios.

– Perdón ... Perdón perdón enserio. Yo no.. no quería que tú pasaras...algo así.. por mí culpa...

Daniel estaba mudo, sin saber que decir o como reaccionar. De un momento a otro había visto como poco a poco me quebraba frente a él por la culpa.

– Espera, espera. ¿Porque te disculpas? No ha sido para nada tu culpa

– Lo es.. si no te juntaras conmigo nadie te hubiera dicho nada malo, nadie se metería contigo. Ahora yo no sé qué pasará… perdoname...

El chico frente a mí suspiró y sin pensarlo dos veces me abrazó con un poco de fuerza. Las lágrimas que habían comenzado a caer por mis mejillas ahora mojaban su ropa por completo.

– No digas eso, no lo vuelas a decir.. Tú eres muy importante para mí, incluso si todos se pusieran en mi contra no te dejaría ¿Me escuchas? –Aseguró Daniel.

Santiago y Eduardo salieron de la tienda y colocaron en una mesa afuera la comida que habían comprado, apenas lograron captar tal escena ellos se acercaron, santiago dió palmaditas en mi espalda y Eduardo acarició mi cabello mientras Daniel seguía el abrazo.

– Pero, sólo les doy problemas.. – Sentencié aún sin parar de llorar, aquellas lágrimas y mi voz quebrada eran todo mí ser en ese momento.

– Oye, nada de lo que pasó fue por tu culpa. Ese tipo es odioso, nosotros lo sabemos bien. A la otra iré y lo golpearé, eso déjamelo a mí.

Mencionó Eduardo con su característico humor, tratando de calmarme y hacerme reír al mismo tiempo.

– No estás sola, aquí nos tienes a nosotros. Todo pasará, ya verás. – Mencionó Santiago con una voz calida y serena, como una curita para mis heridas.

– Gracias.. Gracias a todos chicos

« No se que sería de mí sin ustedes.. »

Sutilmente me separé del abrazo, siendo rápidamente atacada por cariños de los chicos. Daniel limpiaba mis lágrimas y Santiago dejaba palmaditas en mi espalda mientras Eduardo trataba de hacerme reír con algunos chistes.

« No los merezco chicos.. mis amigos »

Eduardo se emocionó al mirar una pequeña sonrisa formarse en mi rostro, saltando de alegría cual niño pequeño que logró obtener un dulce.

– Ven ven, vamos a comer. Te hemos traído una bebida de fresa, sólo para tí

Asentí levemente con una sonrisa ya un poco más calmada, más real, y tomamos asiento para comenzar a comer juntos.

Aun mal día.. que al final se convirtió en un buen tesoro.

Amor IndeseableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora