🥀 Pelea 🥀

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Toda la noche no pude dormir. Mis ojos cansados de tanto llorar eran muy notables, tanto que incluso el maquillaje no logró ocultarlo.

Al llegar a la escuela como siempre fui recibida con burlas, más aún que mi apariencia el día de hoy no era realmente la mejor.

Aún así, estaba tan perdida en mi propia mente que me hablara quién me hablara no pararía a voltear y ver quién era.

Los tres chicos parados detrás de mí se miraban extrañados entre ellos, pues no podían comprender que sucedía conmigo y porque no los había escuchado cuando me hablaron.

Eduardo rápidamente se acercó a mí tomando mi brazo, lo cual me alertó demasiado, tanto que termine empujándolo aunque sólo lo suficiente para alejarlo unos centímetros.

– Hey Jane ¿Que te pasa?... – Preguntó con un rostro realmente preocupado.

– Yo... No es un buen día.. – Respondí casi al unísono.

Todos me miraban, está vez realmente me estaba afectando tanto que después de verlo unos segundos caminé rápidamente a la biblioteca y me senté recargándome en un librero escondido en una esquina.

« ¿Realmente ya no puedo confiar ni en mi misma? Mis propios pensamientos, sólo hacen ideas erróneas.. »

Un profundo suspiro salió de mis labios, mientras recargaba mi cabeza en mis rodillas abrazando con mis manos mis ambas piernas.

« Siempre me equivoco.. »

Mi celular aunque estaba en silencio no paraba de vibrar en el bolsillo de mi pantalón, una y otra vez con insistencia.

Lo saqué de mi bolsillo y lo desbloquee. Habían cientos de llamadas, observé los nombres y habían muchas de los chicos pero... Habían muchas más de Dennis.

– ¡¡Realmente, déjame en paz!! – El grito pareció alertar a santiago quien se encontraba buscando en un salón cerca de la biblioteca.

Al escucharme rápidamente entro y comenzó a buscar entre los libreros hasta encontrarme.

– Jane.. – El me observó en silencio.

« Probablemente nunca había visto a tan devastada chica en su pleno apogeo. »

Se acercó a mí sentándose a mi lado aunque sin voltear a verme, dejándome tiempo para mi proceso de tranquilidad hasta ser capaz de poder hablar con él.

– Perdónenme... – Solté sin más.

– ¿Porque deberíamos perdonarte? No has hecho nada malo – Cuestionó Santiago, aunque con un tono de dulzura en su voz en remplazo al sereno y en ocasiones monótono tono.

– Los ignoré.. creo que son los únicos que están conmigo de verdad y los traté mal.. – En mi voz se lograba escuchar el pesar y arrepentimiento.

En ese momento los chicos llegaron, Santiago había aprovechado para mandar un mensaje rápido con mi ubicación.

Cuando miré a los demás llegar mis lágrimas comenzaron a salir poco a poco, a lo que en respuesta obtuve un suave abrazo grupal y caricias en la cabeza.

– Podemos notar que te encuentras mal, y porque nos hayas ignorado estando en este estado no te dejaremos de lado. – Afirmó Santiago, a lo que se unió Daniel y Eduardo.

– Nunca te dejaremos, tu eres alguien muy importante para nosotros. – Mencionó Daniel volteándome a ver con su característica sonrisa, mientras trataba de acariciar mis mejillas y a su vez secar las lágrimas que rodaban por las mismas.

– Como ya dijeron estos dos, tú eres una más de nosotros sin dudarlo. Nunca vas a estar sola, nos tienes a nosotros para apoyarte y hacer locuras contigo – Eduardo rió recordando algunas anécdotas divertidas, a lo que después de escuchar todo logré mostrar una ligera sonrisa.

« Al menos no todo lo que me está en mi cabeza es mentira, ellos si me quieren de verdad »

Después de unos minutos así juntos logré recuperarme. Había traído maquillaje en mi mochila por lo que con ayuda de los chicos logré hacer el maquillaje de nuevo.

« No ha quedado nada mal »

Claro mi mirada se veía cansada aún, pero al menos mi corazón estaba un poco más calmado.

Salimos de la biblioteca rumbo al salón de clases, con pasos sigilosos para no molestar a los maestros y no obtener algún reporte.

– Nos saltamos la primera clase por mi culpa, perdón... – Dije en voz tan baja como un susurro.

– No te preocupes por eso.  – Dijo Daniel mientras revolvía suavemente mi cabello.

Sólo me limité a sonreír un poco y después de contarles lo que pasó con Dennis me quedé junto a ellos a esperar a un lado del aula a que saliera el maestro.

– ¿Podemos ir a los videojuegos hoy? – Volteó a vernos Eduardo, pero su mirada al final se quedó fija en mí con una sonrisa traviesa. – Ahora que recuerdo ¿Daniel y tú no tuvieron una cita ahí?

– Eh??... ¿Una cita? – Estaba sorprendida, más que el hecho de que ellos supieran que fuimos a los juegos, fue más bien el hecho que no se me había ocurrido que fuera una cita

– Si, Daniel nos lo dijo – Una risilla se escuchó de su boca, para después recibir un golpe en el hombro – Hey!!

– Deja de decir esas cosas ¿Estás ciego? ¿No ves como están ya estos dos? – Santiago nos señaló a Daniel y a mi. Nuestros rostros estaban super rojos y no podíamos evitar desviar la mirada.

– Jajaja talvez me pasé – Eduardo sonrió victorioso al menos por unos segundos antes de verse sorprendido por Dennis.

Estaba tan tímida que mirada estaba casi en el suelo, cuando sentí un jalón en mi brazo. – Hey, suelta duele!! – Alcé la mirada hacía la persona y me quedé en shock.

Dennis sujetaba con fuerza mi brazo.

Cuando mis amigos miraron mi brazo rojo del apretón que recibía se acercaron rápidamente a hacerlo soltarme.

– ¡¡Ya suéltame Dennis!! – Dije con un tono de dolor en mi voz al hablar.

– ¡Suéltala ya! Deja de meterte con ella. No eres nadie para ella, ya dejala en paz.  – Daniel siguió forcejeando con Dennis pero este no quería ceder y el ver la desesperación de este por soltarme de su agarre lo hizo molestar aún más.

– ¿Si fuera nadie para ella estaría llorando así por mí? – Soltó Dennis sin pensar ni un segundo.

– Eres un... –Daniel soltó golpes contra Dennis, golpe tras golpe y en un santiamén se había vuelto en una fuerte pelea.

Ambos quedaron lastimados, demasiado lastimados.

Además, fueron suspendidos una semana al igual que yo.

Una semana, mis padres me matarán..

Amor IndeseableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora