𝐒𝐚𝐥𝐯𝐚𝐫𝐧𝐨𝐬 #2 (Roier & Riversgg)

37.

Luego de que ____ regresará con Samantha, Roier y Quackity, todo iba relativamente normal.

Sam llegó a los 6 meses de embarazo, y eso era más que bueno.
En su viaje a Reino Unido tuvo una discusión con Wilbur, terminando en distanciarse de hasta Valeria, y terminar con Wilbur.

Últimamente, la embarazada estaba... algo más irritante. Lloraba por todo, tenía antojos en medio de la noche, se encerraba de repente. Algo que preocupó a Roier pero muchos aseguraron que era normal.

También vieron a Samantha más triste, supusieron que sería algo igualmente normal y hormonal. Pero sin duda lo más raro fue cuando dejo de pedir contacto físico. Roier ya no podía tomarla ni de la mano.
Y aunque esto paso como algo normal y trataron de no hacerle mucho caso.
Muchas veces, Samantha se sentaba en su escritorio a solas y escribía por horas. No dejaba que nadie viera algo de lo que escribía, y Roier dio por echo que sería un diario para desahogarse.

El tiempo volaba. Tanto que el vientre de Sam dejo de ser un bultito a ser algo notorio. La escuchaban llorando mientras acariciaba su estómago. Parecía ser su único consuelo.

Y luego de que esto ya dejo de ser normal, Roier tomó la desición de hablar con ella mientras Quackity y ____ salían a la feria que abrió hace poco.

[🌟.]

—¿Crees qué sea algo grave lo que le pasa a Samy?— El de gorro preguntó, dejando de comer el algodón de azúcar de hace unos segundos. —No quiere ni comer.—

La más baja suspiró, encogiendo sus hombros y dando una pequeña mordida a su barra de chocolate.

—No lo sé.

—Pensé que lo entenderías.

—¿Uh?, ¿por qué?... Ah, si, eso.— Miró el suelo, tirando la envoltura en un cesto cercano de basura y volvió a la banca con Quackity. —Pues yo estaba sensible pero no así.—

—No todos son iguales.

—Entonces no me pidas que lo entienda.

—Claro. Lo siento.

Bajo la mirada, acabando igualmente su algodón de azúcar.

—Llevamos 3 horas, Roier dijo que llamaría cuando podamos volver... ¿Crees que se ha olvidado?— Ladeo la cabeza, viendo el gran tráfico por el frío y nueve que lentamente bajaba del cielo. —Se siente raro estar allí.—

—¿Allí?, ¿dónde allí?, ¿en casa?

—Si.

Al principio no lo entendió, quizá era el echo de que Roier literalmente los mantenía y el se sentía culpable por aquello.

—Entiendo. ¿Pero por qué exactamente?

—Conozco a Roier desde hace demasiado tiempo. Cuando era solo un niño.

—Roier se negó siempre a hablar de su infancia, no conozco del tema. Aún así no entiendo a lo que quieres llegar.

—Roier tiene mucho miedo de perderlas.— Suspiró. —¿Será que piensa que Samy... ya sabes?—

—¿Fallezca?, Dios, no. No, no, no. Ella no.— Rió de los nervios. —Te aseguro que no pasará. Ella es muy fuerte, demasiado.—

—El embarazo se pone complicado.

—Solo emocionalmente.

—Podría nacer antes de tiempo, eso es un riesgo.

—Pero nada indica que pasara así.— Bufó. —Mira, Roier mando un mensaje.— Se detuvo para leer. —Dice que podemos ir, que no es nada grave, ¿ves?, todo bien.— Dijo con apuro, tomando todas sus cosas para comenzar a caminar hacía el departamento.

—¡____ esperame!— Murmuró, parece que nadie le hacía caso.