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—¡Ven!, ¡no me hagas correr Sofia!— Rio la mujer, persiguiendo a una pequeñita de 6 años recién cumplidos hace dos días. —Tu padre nos matará si no estás arreglada, rápido jovencita.— La niña al fin accedio, dejando que la mayor la sentará frente el tocador y comenzara a arreglar su cabello en una coleta.

—¡Papi!— Gritó, saltando cuando terminaron su peinado para correr hacía su padre, quien estaba ya arreglado con un traje formal y algunos documentos en su mano. —¿Ya te vas a trabajar?—

El hombre la cargó con un brazo, acariciando la espalda de la pequeña mientras esta lo abrazaba y se aferraba a el.

—Lo lamento Sofi, pero tengo que irme ya. Tu madre llegará en unos minutos y te dejará en la escuela, ¿si?, prometo que te llevaré más tarde al cine a ver la película que me dijiste, ¿de acuerdo?

La mirada de la menor se ilumino, asintiendo mientras la bajaban.

—Gracias por arreglarla, señora. No olvide poner sus audífonos, por favor.— Se despidió de la agradable mujer con su mano y salió de casa.

—Vamos Sofia, debes desayunar.— Ambas fueron al comedor, donde había un plato de cereal con leche y jugo de naranja. —Come, tu mamá llega en unos 10 minutos. Iré a arreglar tu mochila, ¿bien?—

Asintio mientras comía. A los minutos termino y dejo el plato en su lugar y lo lavo con ayuda de una silla especial para ella. Secó sus manos rápidamente, la sensación de la esponja no le agradaba y menos cuando tenía las manos mojadas.

Sonrió cuando la incomodidad ya no estaba presente y se sento en el sofá, esperando a su mamá, quien llegó en unos 2 minutos.

—Sofi, ¿ya estás lista, cielo?— Preguntó, besando su mejilla, a lo que se separo rápidamente. ____ rio, llevando un mechón de cabello tras su oreja mientras tomaba a su hijita en sus brazos. —Es hora de irnos amor. Te portaras bien esta vez, ¿no?, tienes que intentarlo por mami y papi.— Hizo un leve puchero, viendo a su hija mirar la pared atentamente. —Se que lo intentarás.— Le dio ánimos. —Ve por tu mochila, te espero aquí.— Sofia salio corriendo a su habitación y regreso con su mochila y audífonos blancos colgando de su cuello.

—Listo mamá.

Suspiró, Sofia tenía un pequeño -gran-  favoritismo a su padre, aunque no la regañaba, si su bebé se sentía segura con el, ella estaba bien. Los primeros años fueron tan difíciles, la pequeña no hablaba, llegaron los 2 años, era normal, 3, no decía ni mamá, 4 solo lloraba, y a los 5, comenzó a decir palabras y frases cortas. Ahora, teniendo 6, la situación era mejor, pero tenían qe cuidarla constantemente, más Roier, quien era todo un padre sobreprotector.

Sofia era autista.

Y eso no cambió el gran amor de sus padres, era su pequeña después de todo.
Sofia era inteligente, sobre todo en cuanto se trataba de escribir, escribía demasiado bien oara tener 6 años, sin faltas ortográficas, o faltas muy ausentes. Eso los mantenía tranquilos.
Y claro que nunca se negaban a las peticiones de su hija, pues ella tenía una gran obsesión con los conejos. Leía muchos libros sobre ellos apenas supo leer, los dibujaba, su cama estaba llena de peluches de ellos, incluso en cumpleaños se vestía de uno. Su psicólogo dijo que era normal, y debían escucharla. Y como ____ era amante de estos animalitos, siempre ponía mucha atención a lo que Sofia decía, pues hablar de conejitos era la excepción, en donde ella hablaba a más no poder.

Un llaverito de aquel animal estaba en su mochila, nunca salía sin el. Sonrió al verla y tomó su mano para subir al auto.

—¿Te gusta la escuela?

—Si.

—¿Y tienes amigos?

—Si.

La miró por el espejo. Esas eran preguntas que hacía a diario. Y aunque la primera siempre era "si", la segunda por fin cambio de respuesta.

—¿Tienes amigos, cielo?

—Si.

—¿Cómo se llaman?

—Mateo. Es un año mayor que yo.

—¿Un año mayor?

—Si. Me cuida en los recesos y me explica matemáticas.

—Me alegro tanto corazón.— Sonrió, tratando de no echarse a llorar allí mismo.
Roier le habló de cuanta ilusión le hacía que alguien fuera a los cumpleaños de su hijita, de cuanto quería que hiciera amigos. Y ahora ese sueño estaba haciéndose realidad.

Sin darse cuenta, llegaron a la escuela, y Sofia bajo del auto sin expresión pero con ayuda de su madre. Gritos y ruidos de niños se hicieron presentes, y Sofia se puso los auriculares rápidamente, mientras tomaba la mano de su maestraby despedía a su madre con la otra.

—¡Cuídate, Sofi!, ¡te amo!

Gritó cuando la menor estaba entrando al salón. Sonrió con ternura, viendo como poco a poco alguna niña se acercaba a ella amistosamente.

Hablar con los demás era un reto para su bebé, pero uno que podía superar. La llenaba de orgullo saber que estaba tratando de unirse a su grupo, y amaba a sus hijos tratando de integrarla siempre.

Era lindo verlo. La llenaba de paz.

𝐒𝐚𝐥𝐯𝐚𝐫𝐧𝐨𝐬 #2 (Roier & Riversgg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora