Pizza

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Empezó siendo algo entre ellos: allí entre el vaho del aliento, la penumbra de las velas y la luna como espectadora entrometida; agarraban la masa que les sobraba, la volvían a hidratar, la extendían en forma de tiras, la pintaban con strutto*y le agregaban orégano, pimienta y ajo. Si estaban de suerte, algunos cicinielli** adornaban su superficie y alegraban las fosas nasales de los comensales. Después, la colocaban en el horno y vigilaban su cocción entre relamidos constantes.

La idea primigenia había sido de Romano. Un día se presentó delante de su hermano con una sonrisa orgullosa y le enseñó el último invento de su gente. De esta manera, volvieron a expresar creativamente su diferencia frente a sus amos: afincando su identidad, distinguiéndola, destacándola y perfilándola a cada vez más.

Y sin embargo, fue el mismo Romano el que los traicionó al divulgar su plato con el territorio de ultramar conocido como Puerto Rico. Veneciano observó con cansada frustración como su gemelo se volcaba en entretener y agradar a la colona bajo el pretexto de hacer sus ciclos más llevaderos a través de deliciosos tentempiés.

Lo que el italiano del norte no esperaba es que la chica invitara a La Española a su secreto culinario. Pero lo que lo paralizó y después hizo esconder su irritada faz entre sus manos fue la llegada de Cuba y de Beatriz.

Por supuesto ¿Qué otra cosa podía esperar?

Suspiró por última vez antes de mirar nuevamente al grupo de adolescentes inesperadamente creado hace algún tiempo atrás. Le pidió ayuda su hermano para sacar la pizza, la cortó y depositó los pedazos en los platos que cada comensal había agarrado para sí.

Se mordió la lengua, estaba cansado cocinar, barrer, cocinar, limpiar las sábanas, cocinar, tenderlas, cocinar, ordenar, recoger, cocinar y volver a limpiar; como para que en su escaso tiempo libre que no consistía en dormir tuviera que volver a encender el horno ante la mirada insistentes de sus congéneres, pues estaba claro que su hermano no se iba a negar.

Luego se sentó en la hilera que ya los otros habían formado teniendo a su derecha a La Española, Romano, Puerto Rico, Cuba y Beatriz. Los observó disfrutar del tentempié nocturno antes de sonreir y comer sus trozos de pizza.

Eran pocas y muy espaciadas entre sí las veces que podía disfrutar de un mismo espacio y tiempo con gente de su especie. Si no fuera por el lugar y los ropajes, cualquiera diría que era el típico grupo de adolescentes que se juntaba en la plaza del pueblo.

Así que si sus habilidades culinarias le permitían experimentar una vivencia que creía que le estaba vedada, si por unos instantes podía encarnar a muchacho humano más, quizás no estaría demás usarlas de vez en cuando.

*Manteca de cerdo que se expandía por la pizza antes de poner el resto de ingredientes.

**una especie de sardinas o anchoas

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