Curita

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Victoria seguía apoyada en el marco de la puerta con una sonrisa embobada, sin soltar mi mano. Su rostro estaba totalmente decorado con marcas de mi labial, y su lengua se encontraba entre sus labios. Sus ojos zafiros brillaban con alegría mientras miraban mis labios, y su mano sostenía la mía, reteniéndome en la entrada al departamento.

—Lunaaa, un par de besos más y te dejo ir —dijo, mordiendo su mejilla.

Mentirosa

—Si te sigo besando, te meteré a la fuerza a mi apartamento —dije, acercándome y rozando nuestros labios.

Juntó sus manos y las pegó a mi pecho con una sonrisa llena de falsa inocencia, encogiéndose de hombros.

—Nada te está deteniendo, Luna.

Besé sus labios y me alejé antes de que pudiera sostenerme, señalando la puerta. Frunció el ceño, mirándome por unos segundos, pasando de feliz a preocupada. Luego se detuvo un momento antes de entrar al departamento y cerrar la puerta.

Escondió sus manos en sus bolsillos y se acercó a mí buscando mi mirada. Mordía mi labio intentando mantener las fuerzas para ocultar mis ganas de llorar y mi frustración. Todo iba de maravilla para arruinarlo con mis estúpidos pensamientos.

—Luna, sé que puedo ser demasiado distraída, pero cuando se trata de tu presencia junto a la mía, tiendo a ser muy protectora y estar pendiente de si algo te incomoda o si digo algo que te lastima. Quizás en algún momento no me doy cuenta al instante, pero lo intento —dijo, mientras sus labios rozaban mi mejilla, dejando pequeños besos. Me incliné, escondiendo mi rostro.

—¿Qué sucede, Luna? ¿Qué te ha tenido decaída estos días? —suspiró, juntando su cuerpo al mío para envolverme en un enorme abrazo de oso. Hundí mi rostro en su pecho, necesitando escuchar su calmado corazón. Su cuerpo, a diferencia del mío, se mantenía cálido, y me moví cómoda, escuchando su suave risa.— Ven, princesa.

Me cargó entre sus brazos y me llevó hasta la habitación, apoyándome suavemente sobre la cama. Comenzó a retirar su enorme abrigo y su camiseta, quedando solo en su sport bra. Se arrodilló frente a mí, pidiendo permiso con su mirada, a lo cual asentí agotada. Sus dedos bailaron por mis costados hasta llegar al inicio de mi camiseta y retirarla suavemente.

Dobló la ropa y la acomodó en la silla, luego se acostó a mi lado y me atrajo hacia su pecho. Cerré los ojos, dejando que mis lágrimas salieran junto con fuertes sollozos, cada uno lastimando a mi rubia, quien jugaba suavemente con mi cabello. Su respiración acelerada me indicaba que lloraba al mismo ritmo que yo.

Amaba lo sensible que podía ser. Teníamos la conexión de intuir cómo se sentía la otra con una sola mirada, toque, o simplemente estando una al lado de la otra. Podíamos presentirlo.

Me aferré a su cintura al sentirla moverse.

—Solo voy a arroparnos, Luna.

Me moví un poco, siendo nuevamente acomodada en su pecho. Mi cuerpo temblaba y me costaba salir de la nube gris en la que se encontraba mi mente.

—Ojitos.

Mi voz se quebró, y mi mano temblaba mientras era sostenida por una ojiazul que besaba suavemente mi cabello.

—Estoy aquí. ¿Qué sucede?

Alcancé su rostro preocupado, con pequeñas lágrimas bajando por sus mejillas. Con mi dedo, solté su labio, que estaba preso entre sus dientes. Su pulgar secaba mis lágrimas y no dejaba de brindar pequeñas caricias en mi espalda, lo que me ayudaba a regular mi respiración.

—Lo siento por no querer decirte.

Sus dedos empezaron a jugar suavemente con el tatuaje de mi espalda mientras negaba tranquilamente.

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⏰ Última actualización: Aug 09 ⏰

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