La bailarina

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—Entonces, ¿hoy no podremos tener nuestra cita?

—No lo creo, ojitos. La presentación se tardará más de lo que pensaba–me asomé ligeramente por la cortina, notando cómo intentaban arreglar el equipo. Victoria se acercó apoyándose en mi hombro—No puedo creer que justo hoy todo esté saliendo mal.

—Ey no, mírame–se puso al frente mío tapando el escenario, tomó mi rostro dando pequeñas caricias—Ese pequeño error no va a determinar tu presentación. La vas a romper, y yo estaré aquí gritando lo más fuerte que pueda para demostrar lo orgullosa que estoy de ti.–La mirada de la ojiazul irradiaba ternura— Esperándote con los brazos abiertos.

—No quiero llorar en estos momentos–escondí mi rostro en su cuello inhalando suavemente su esencia, sintiendo sus dulces caricias en mi espalda.

—Podríamos besarnos, es otra forma de mostrar agradecimiento, opino yo– sus ojos emanaban un destello juguetón—Tendré cuidado con tu labial.

Besé su cuello sintiendo cómo suspiraba. Saliendo de mi escondite, besé múltiples veces su rostro—Creo que así está mejor.
Tomé su teléfono, capturando su rostro con marcas de mis besos.—Saliste hermosa.

—2 minutos para la presentación–un miembro del equipo pasó avisando.

—¿Estás nerviosa?

— No, ahora que estás aquí conmigo–sostuve su mano.—¿Te estás sonrojando?

— No, es solo que hace mucho calor– tapó su rostro ligeramente con su hoodie.

Hermosa

—Ya deja de mirarme, Luna. Me puse nerviosa– Su rostro se puso más rojo al ver una Mariana detrás de ella observando todo, la cual simplemente negó y se alejó riéndose.

—Es momento de verificar el vestuario, Selene–Lucía me ayudó quitando el enorme abrigo, dejando al descubierto una imponente chaqueta de cuero negro que confería un toque de rebeldía. Debajo, lucía un top blanco corto que añadía un toque de frescura. Los pantalones baggy aportaban comodidad sin perder estilo, mientras que unas llamativas botas blanco con negro destacaban con elegancia.
Sentía la mirada fija de Victoria en mi cuerpo—Te dura más si tomas una foto–realmente quedé en shock al escuchar el flash y una ojiazul orgullosa balanceando el celular cerca de mi rostro, sacando la lengua de manera juguetona.

—Salgo con una niña.

— A la que amas mucho–besó ruidosamente mi mejilla para volver al backstage.—Te esperaré aquí.

Respiré profundo y salí al escenario sonriendo mientras saludaba a la gran multitud de público. Las luces se apagaron, empezando a sonar la pista.
Dios, esto se sentía increíble.

La adrenalina, la música, mi ojiazul gritando, las personas gritando mi nombre y los carteles con mi rostro. Me encantaba interactuar con el público y más cuando me caían prendas interesantes en la mano; ropa interior, muñecos, carteles. En un momento, bajé y empecé a firmar distintas cosas, esta vez evitando firmar pechos.
La seguridad tuvo que ayudarme a volver debido a que empezaron a jalar mi chaqueta, dejándome solo con mi top. Antes de ser arrebatada, la firmé para dársela a la fan.

—Por suerte tenía algo debajo.
Evité bajar nuevamente cuando empezaron a gritar "Mucha ropa". —Me ponen nerviosa–empecé a abanicar mi rostro. Hasta el momento solo había caminado alrededor del escenario, haciendo pequeños pasos, pero como era la última canción, había guardado la sorpresa para el cierre.

Las bailarinas empezaron a entrar al ritmo de pegao, creando un círculo alrededor, dejándome en el centro. Mi cadera se mece con sensualidad mientras dirijo una mirada a Victoria, quien muerde suavemente su labio.

Si se aclaró que no habría contacto físico con las bailarinas , por eso me molestó e incomodó un poco cuando una de ellas empezó a subir sus manos por mi abdomen. Me reí incómoda, alejándome de ella, siendo salvada por la luz apagada y el concierto terminado. Me despedí y salí rápido de ahí.

Victoria me esperaba preocupada al notar mi expresión, y rápidamente su equipo me llevó al camerino donde me cambié. Mi peliblanca hablaba, pero en mi mente solo se repetía ese momento incómodo.

—¿Estás bien?

—Sí, ¿Nos podemos ir? Por favor– su mirada se desvió hacia la puerta.
Se acercó quedando enfrente mío, deteniendo mi intento de tapar mi abdomen—No estás siendo sincera conmigo–cerró el espacio quedando escasos centímetros entre nuestros labios—Te haré olvidar cada toque que te incomodó.—Inició dejando besos en mi mejilla, pasando a mi cuello, donde su mano acariciaba las pequeñas áreas besadas borrando cualquier rastro de labial.

—Te juro que estoy controlando todo de mí para no causar problemas.–pasó a mi clavícula, donde dejó una mordida por la cual le pegué en el cuello—Lo siento.
Se abrió paso entre mi abrigo, pasando de mi pecho con una mirada casi dolorosa a la cual rodé los ojos—Será para otro momento–besaba y mordía brevemente mi abdomen, sacando pequeños suspiros.

—Victoria, deberíamos irnos ya–Acaricié su pequeño puchero el cual besé—Gracias.

—No he terminado–pinchó mi mejilla—Te llevaré a comer y ver el atardecer. No dejemos que ese mal momento arruine tu gran momento, Luna.

Fui jalada por ella hacia el auto, saludando brevemente a los fans. Se nos complicó un poco salir ya que alguien le tomó fotos a Victoria en el evento.

—¡Selene bésame los tatuajes!–escuché a mi lado, notando cómo una victoria se ponía al frente mío mirando juguetonamente a la fan.

—Si supieran lo que hice en el camerino–le pegué nuevamente en el hombro al subir en el auto.—Solo decía.
Recosté mi cabeza en su hombro descansando un poco—Te ves muy hermosa, Luna.

—¿Cuánto?.

—¿Vamos a hacer esto?–su mirada incrédula me dio risa.

—Adelante–besé su mejilla.

—De aquí a la luna–sonrió orgullosa.

—Muy poco la verdad.–golpeé su pecho.

—Ya no quiero jugar–Se cruzó de brazos mirando a la ventana.

Me crucé brazos mirándola a ella, la cual no tardó en mirarme igual de enojada—No aprecias mi esfuerzo.

—Tú no me quieres lo suficiente.

Desde afuera del carro se podía escuchar nuestra discusión infantil, siendo pausada por el gran platillo que teníamos frente a nosotras y el enorme atardecer.

—El parque está vacío–insinué.
—¿Y qué pasó con eso?–Victoria tenía todo el rostro sucio de comida. Su rostro literal podía ver una pequeña bolita cargando intentando analizar mi frase. Su rostro se iluminó al entender.

—No, ya no quiero–me encogí de hombros, empecé a correr, notando su falso enojo.

—Deja de jugar conmigo–me corrí a un lado, notando cómo caía al pequeño charco de agua.

—Ups–estiré mi mano para ser jalada y terminar la tarde en un viaje de vuelta a mi departamento con Mariana tirando a cada rato spray de olor.

kissing your scars Donde viven las historias. Descúbrelo ahora