No quiero pelear

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Me apoyé sobre el micrófono al sentir una enorme migraña, mis ojos ardían y mi garganta estaba ligeramente seca. Alcé la mano y la música se detuvo, dándole un pequeño descanso a mis oídos.

—¿Te sientes mal? Por hoy podemos dejarlo así, tenemos la base lista y solo tendría que darle unos retoques durante el resto de la semana. —Mauro bajó ligeramente la iluminación de la habitación.

Un pequeño toque en mi hombro me hizo abrir ligeramente los ojos para notar a Mariana con una botella de agua y unas aspirinas.

—Acuéstate un rato a descansar y luego vamos a casa. —Su mano se apoyó en mi espalda, ayudándome a llegar al sofá, en el cual me acosté usando mi brazo libre para tapar mi vista.

—¿Selene no vino hoy?

Un pequeño carraspeo y unos pasos nerviosos me hicieron mover el brazo para notar a los hermanos confundidos e incómodos con la pregunta.

—Dínoslo tú. Desde la semana pasada no viene, pero pensábamos que se debía a alguna pelea o a un nuevo proyecto que le surgió. —Mariana jugaba con una pequeña pelota, lanzándola al aire y atrapándola ágilmente.

—¿La semana pasada? No me había dado cuenta. Todos los preparativos para el tour me tienen agotada. —Me recosté en el respaldo del asiento, intentando recordar la última vez que hablé con ella.— Después del problema con los paparazzi, estuvimos bien.

—Eso fue hace un mes. ¿Cuándo fue la última vez que se vieron bien? —atrapé un paquete de gomitas que me lanzaron.

Saqué mi celular rápidamente al escuchar una notificación, pensando que era mi castaña, solo para decepcionarme al ver que era un recordatorio de no olvidar comer.

—Desde entonces tampoco me ha escrito.

Apoyé mi mano en el pecho, sintiendo un apretón al recordar cómo terminó todo la primera vez que descuidé mi relación con Selene.

—Cálmate por un segundo, respira y piensa con la cabeza fría. Puede que esté ocupada y por eso no te ha escrito. Además, se verán en tu departamento, ¿no?

Me giré asustada hacia ambos, ya que llevaba semanas sin dormir con ella o verla realmente después de salir de los ensayos, por lo tarde que terminaba todo.

—¿Supongo?

—¿Supones? Vaya mierda de situación.

La pelicorta se quejó en voz baja al recibir un golpe de su hermano por ser tan negativa.

—¿Qué hago?

Mi mirada se perdió en nuestro chat, pensando en qué decir para obtener una respuesta. Rápidamente le sugerí pasarla a buscar, a lo cual me respondió tranquilamente que podía irse en su carro. ¿Ir a comer? Ya había almorzado con sus amistades. ¿Ir a mi departamento? Quería limpiar el suyo y pasar tiempo con los pequeños.

—Verga, te ha rechazado todo. Creo que ya te quedaste sin novia.

Otro quejido salió de los labios de la pelicorta, que cerró la boca al notar mi rostro pálido.

—Es una de sus tontas bromas, como te dije inicialmente, son pequeños compromisos que ya tenía organizados. No sobrepienses la situación.– Mauro dio una pequeña palmada en mi espalda.

Intentaba concentrarme en los chistes de ambos mientras esperábamos el elevador, pero mi mente no dejaba de pensar si realmente había descuidado mi relación con mi castaña. El pequeño sonido del elevador me sacó de mis pensamientos y, a pocos pasos, me dirigí hacia el auto pensando en qué hacer.

—Quizás podría llevarle comida y pasar un rato con ella.– El celular sonaba y sonaba, pero nadie contestaba, y eso me estaba desesperando.

—¿Ojitos?– Su voz ronca y arrastrada me indicaba que se había dormido, pero siempre me mandaba mensajes antes de hacerlo.—¿Pasó algo?

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