Hechizo Culiao

CAPITVLVM V

V + IG
~ 𐙚 ~
[una semana después...]
Amaro

Moví inquietos mis pies sobre la banca, mientras miraba con atención hacia la entrada del edificio en espera de la Amaya, que dijo ayer por el grupo que llegaría a esta hora más o menos.

Si llegó antes, me pongo a llorar aquí mismo.

—¡Ama...!—escuché la voz del Maxi y me levanté rápido de la banca, porque él había ido a buscar a las chiquillas al terminal de buses. Cuando llegué donde estaban, me puse al frente de la Amaya y le sonreí con adoración.

—Hola.

—Hola, Amaro.—me devolvió la sonrisa y ladeó la cabeza.—¿En qué habíamos...?

—Mira lo que te traje.—saqué de atrás mío un ramo de gerberas y vi como sus ojitos brillaron. Pero, aún así, fingió seriedad.—¿Pa' qué tan seria, mi vida?

—Gracias.—balbuceó y las tomó con cuidado, mientras las admiraba una por una.

—Simbolizan amor.—me incliné hacia adelante para quedar a su altura y que me mirara:—Lo vi en una película.

—Entonces las voy a cuidar bien.—sonrió con cierta diversión:—Pa' que no se muera el amor entre nosotros.

Sonreí y asentí con emoción:—Bueno.

Miré al Maxi, que me guiñó un ojo y me levantó los pulgares, dándome aliento. Él empezó a subir con la Matilde, que miró divertida la escena antes de dejarnos a solas con su prima.

—Nunca me habían regalado flores.

—Me alegra ser el primero entonces.—sonreí con calidez y tomé su mochila para empezar a caminar hacia el departamento.—¿Por qué te fuiste pa' la playa? Casi me muero de la pena.

—Era el cumpleaños de mi mami.—miró hacia el frente y sonrió con ternura, provocando que algo se removiera dentro de mí. A los segundos, volvió su mirada hacia mí, y se corrió unos mechones de pelo detrás de la oreja:—Desde chica que mi papá nos inculcó que era el día más especial del año, así que es un requisito pasarlo todos juntos en familia.

—¿Si?—sonreí con ternura al ver su emoción.—¿Me trajiste algo rico pa' comer?

Chistó:—No, patuo'.

—Mal ahí...—la miré juguetón y sonreí de costado.—Te voy a tener que comer a ti entonces, no veo otra solución.

—Te poní hueón al tiro, Amaro.—me empujó levemente con el hombro y me miró seria.—Encontré unas cosas que nos podrían servir.

—¿Unas cosas?—fruncí el ceño con confusión.—¿Para comernos? Pa' eso me necesitai a mí nomás, Amayita.

—Pa' revertir el hechizo, Amaro.

—¿Qué encontraste?—pregunté desinteresado, porque no me gustó para nada la idea.

Estos días que no estuvo aquí logré tomarme las cosas con un poco más de calma. A veces me sentí agobiado de solo imaginar que estaba anclado a ella... Pero, sentir las emociones a flor de piel y notar que ahora hay alguien que me hace querer levantarme todos los días, me hace sentir afortunado, como nunca antes en mi vida me había sentido. Y, puede que esto lo diga solo porque estoy amarrado a ella; pero voy a agradecer eternamente que sea una mina tan hermosa como la Amaya quien tenga el control sobre mí.