CAPITVLVM XVI

389 73 18
                                    

XVI
~ 𐙚 ~
Amaya

Nuestra hora de ser unas viejas sapas se acabó a eso de las dos de la mañana; cuando nos dimos cuenta que la conversación entre la Valeria y el Martín tenía pa' rato.

Invitamos a la Nicole a quedarse con nosotras, pero dijo que el Gabriel la iba a venir a buscar. Aún así, esperamos abajo hasta que vinieran por ella, y después subimos a nuestro piso.

—¿Y tú?—pregunté apenas vi una silueta que, a este punto, era imposible no diferenciar aún con tan poca luz.

El Amaro estaba sentado en el último escalón y, al vernos, se levantó rápido y bajó con un leve puchero hasta quedar al frente mío.

—¿Dónde estabai, gatito? Me dejaste tirao' en el estadio.—me miró preocupado y murmuró:—Pensé que te había pasado algo.

—¡Alguien anda mañoso!—la Matilde lo empezó a molestar, mientras él luchaba por darle una mirada ofendida. Pero, se notaba a kilómetros que estaba cagao' de sueño, lo que le impedía abrir mucho los ojitos.—Los dejo solitos, me voy a acost...

—El Maxi está esperándote en tu departamento. Dijo que lo habíai invitado a ver una película.—apenas el Amaro le informó eso a la Mati, ella esbozó una mueca cansada e hizo como que se ahorcaba.

—Maldito culiao, no puede vivir sin mi.—se fue quejando, mientras hacía como que pateaba algo en el suelo.

—¿Y tú?—alcé las cejas y le di un besito en la mejilla al cabro que tenía en frente, quien me abrazó y escondió su cara en mi cuello.—¿Andai mañoso, Amaro Marco?

Asintió en mi cuello, dándome escalofríos:—Quédate conmigo hoy día, Amaya.

—¿Contigo?

—Uhm...—volvió a asentir.

Me alejé para mirarlo con detención y, en eso, él ladeó la cabeza y me dedicó una sonrisa, así que fue inevitable negarme:

—Bueno.

El Amaro me agarró de la mano, entrelazó nuestros dedos y empezó a caminar hacia su departamento.

—¿Puedo...?—preguntó, pero guardó silencio unos segundos, como si estuviera buscando las palabras adecuadas para su pregunta:—Quiero llevarte a conocer a alguien mañana, ¿puedo?

—¿A quién?

—A mi mamá.—murmuró con cierta emoción y me dedicó una sonrisa cálida.—Estoy seguro de que estaría muy feliz de conocerte.

Me removí inquieta, porque recordé todas las cosas —principalmente negativas— que habían hablado de la mamá del Amaro en el grupo que teníamos antes:

—¿A tu mamá? ¿Y si no le caigo bien?

Él se detuvo unos segundos frente a mí, y su sonrisa ahora estaba cargada de nostalgia. Acunó mi cara entre sus manos y musitó con ternura:

—Te va a adorar.—depositó un beso sobre mi frente y siguió caminando hasta que entramos al departamento, donde prosiguió:—Aparte, se lo prometí.

Hechizo CuliaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora