𐙚 PRAETERITUM VALERIAE 𐙚

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notita elita: sean bienvenidas a los recuerdos—reales— de la Valeria. Espero que este capítulo aclare todas las dudas que les pudo haber dejado el final del chilensis "Querido tú: ¿Creí en el arte del engaño?".

Quiero aclarar que el capítulo estará narrado por la Amaya, quien verá todo en tercera persona, es decir, narrará las conversaciones e interacciones de los personajes tal como si fuese un narrador testigo. Ella irá viajando de recuerdo en recuerdo, por eso existirán saltos temporales bien extensos —no se preocupen, que pondré los añitos y fechas para que no se enreden—. Sé que puede resultar complejo de entender de primeras, así que no duden en preguntar abajito por cualquier duda que les surja.

~ 𐙚 ~
Amaya
[Valeria, 13 años]

—No creo que haya funcionado...—hablé apenada y me saqué la venda de los ojos con cierta decepción, porque en verdad tenía la esperanza de que el hechizo funcionara.

Miré a mi alrededor y me asusté cuando me di cuenta que estaba en una sala de clases, que definitivamente no era ni parecida a la que tenía en mi colegio. Me miré la ropa y caché que tenía puesto un uniforme terrible lindo y unos cuadernos en mis brazos.

Este definitivamente no es un recuerdo mío.

¿Qué...?—miré hacia el frente en busca de respuestas, pero mi atención quedó fija en unos cabros que estaban rodeando a alguien en la pizarra. Me acerqué con cautela y se me partió el corazón cuando vi a la Valeria chiquitita llorando, escondida detrás del...¿Martín?

—Déjala piola, Damián.—habló el Martín chiquitito, mientras miraba mal a uno de los tres hueones que, al parecer, estaban molestando a la Valeria.—Si no te ha hecho na'.

Nuestro papito me dijo que te defendiera de esta hueona obsesiva.

¿Qué chucha está pasando?

—¿Sabí por dónde me paso lo que dice tu papito?—sonrió con molestia y apuntó con el índice al que parece ser su hermano.—Deja tranquila a la Valeria, no ha hecho nada.

—¿Te gusta la Valeria, Martín?—preguntó el pendejo culiao que estaba colmando mi paciencia y luego miró a la Valeria, que tenía la mirada perdida.—Todo el colegio sabe que esta hueona patética y depresiva anda detrás tuyo desde que tiene como siete años. No sé pa' qué la defendí, si ni siquiera son amigos.—dijo con amargura y volvió a la Valeria.—¿Te gusta mi hermanito? No seai patética, por favor.

—¡Déjate, Damián!—el Martín lo empujó y escupió con amargura.

—Que seai el presidente de curso no significa que tengai que defender a las minas rancias, Martín.—habló otro cabro hueón con una sonrisa divertida.—¿Te gusta la Valeria acaso? ¿Te enamoraste de la hueoncita que anda detrás tuyo como mosca?

El Martín miró a la Valeria por sobre su hombro y guardó silencio unos segundos, hasta que pronunció un claro:—No, no me gusta. Pero, no por eso pienso dejar que la anden huebiando así.

Miré con atención a la Valeria y, hasta donde estaba yo, sentí como su corazoncito se rompió en mil pedazos. Aún así, asintió lento y se puso firme para hablarle a los tres hueones que estaban molestándola.

—¿Sabí qué? Sí me gusta tu hermanito.—le dijo al tal Damián, que quedó atónito ante su reacción.—Me gustó desde la primera vez que lo vi cuando éramos chicos. ¡Y sé que nunca se va a fijar en mí! Así que no tení que andar restregándomelo en la cara.—miró ahora al Martín que la miró con atención y una mezcla de emociones que no logré descifrar.—Disculpa si alguna vez te incomodó algo que hice o dije, a veces no controlo mi intensidad. Pero, quédate tranquilo, que ahora sé que nunca me deberíai haber gustado, así que voy a hacer lo que sea necesario pa' borrarte de mi mente.

Hechizo CuliaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora