Hechizo Culiao

CAPITVLVM XI

XI + IG
~ 𐙚 ~
Amaya
[un mes después...]

Con la Matilde vamos caminando pa' el lugar donde quedamos de juntarnos con todos a pasar la tarde. Se supone que es un plan que se sacó del hoyo el Maxi pa' ver si volvíamos a "unir el grupo". Pero, hasta invitó al pololo de la Matilde, así que no creo que termine muy bien la cosa.

Ah, y mejor ni hablar de mi "relación" con el Amaro, porque volvimos a llevarnos como la callampa. De hecho, solo nos hablamos para ponernos de acuerdo con las visitas de Miauricio, que obviamente tienen que ser cuando él no esté.

¿Lo superé? fuck no, pero en algún momento se me tendrá que pasar la hueá.

—¿Tú creí que quede la cagá hoy día?—me preguntó la Matilde toda nerviosa, mientras jugaba con sus manitos.

—Ojalá.—uní mis manos en forma de plegaria y proseguí:—Necesito alguna distracción pa' no pensar en el Amaro.

—¿Y el Benjamín?

¿Quién chucha es ese hueón? Es algo que espero que se estén preguntando, porque pienso responderlo en lo que llegamos al local junto a la Matilde:

El Benjamín es un amigo del Camilo, el pololo de la Matilde —porque sí, hace dos semanas empezaron a pololear—. Nos conocimos porque el Camilo le dijo a la Matilde que tenía un amigo para hacer un dos pa' dos, y desde ahí se me pegó como lapa. Igual, hablar con él me ha servido para despejarme, así que no me quejo tanto.

—Vino hasta el ahueonao' del Francisco.— se quejó la Matilde e hizo una mueca cuando vio al rucio sentado en la mesa.—Menos mal que ya no te huebea.

Ah, eso también: sorpresivamente, el Francisco dejó de huebiarme de un día para otro. De hecho, podría decir que ahora hasta podría mantener una conversación con él.

Pero, no me pienso arriesgar a ser tratada otra vez como la callampa.

—¡Llegó el amor de mi...!—el Eduardo se iba a levantar apenas me vio, pero la Luna lo hizo sentarse de un tirón otra vez, mientras me dedicaba una sonrisa molesta.

Ok, definitivamente la noche va a ser larga.

—Hola.—saludé a todos con la mano y fui a sentarme al lado del Maxi, porque era uno de los únicos puestos libres y la Matilde me dijo que no quería sentarse ahí, menos con su pololo al lado.

—Hola, vecinita.—el Maxi me sonrió apenas me senté, pero sus ojos se desviaron hacia mi prima, que se sentó al otro lado de la mesa con el Camilo, que llegó justito detrás de nosotras.

Sonreí a boca cerrada cuando el Maxi se encogió de hombros y me giré hacia el otro lado para ver a quién más le podía meter conversa y así no enfocarme tanto en buscar al Amaro entre los que estábamos en la mesa.

—¡Ah!—exclamé y me tapé rápido la boca cuando me di cuenta de que tenía nada más y nada menos que al que quería evitar sentado al ladito mío.

Él alzó las cejas ante mi reacción, pero no dijo nada, porque justo habló el Francisco:

—Pedimos pizza pa' comer,—me miró con cautela y luego desvió la mirada hacia la Matilde, que no se veía muy cómoda.—¿Quieren otra cosa, chiquillas?