𝐭𝐡𝐞 𝐝𝐞𝐯𝐢𝐥 𝐚𝐧𝐝 𝐢

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𝐋𝐨𝐠𝐚𝐧 𝐇𝐨𝐰𝐥𝐞𝐭𝐭

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𝐋𝐨𝐠𝐚𝐧 𝐇𝐨𝐰𝐥𝐞𝐭𝐭

𝐚𝐝𝐯𝐞𝐫𝐭𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚𝐬: dom!logan, sexo duro,
azotes, sobreestimulación

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— Eso es, cariño, me estás tomando tan bien —

La voz de Logan era un gruñido ronco contra tu oído, trepando por su garganta y sobre tu piel como whisky, con mucho cuerpo. Su aliento, cálido y teñido con un toque de humo, te provocó escalofríos en la columna vertebral. Sus grandes manos amasaron tus caderas mientras te arrastraba contra su pelvis otra vez, el sonido de piel contra piel era fuerte, dejándote el trasero ardiendo por el impacto.

Nunca habías pensado mucho en su cuerpo hasta ahora. Lo que había comenzado como un coqueteo inofensivo (una fantasía sucia sobre follar con el mutante llamado Wolverine) había dado un giro. No era que no fuera atractivo; de hecho, Logan era el epítome de los sueños más salvajes de una mujer. Era alto e increíblemente fuerte, sus músculos se ondulaban bajo las yemas de tus dedos. Pero lo que más te sorprendió fue su peso, la pesadez que provenía del esqueleto de adamantium debajo de su cálida carne.

Logan podía parecer un hombre corriente, pero el peso de sus huesos revestidos de metal presionando contra su espalda era embriagador, deliciosamente embriagador. Y lo sabía con la misma certeza con la que sabía que la Tierra giraba alrededor del Sol.

Por eso te mantuvo en esa posición: de rodillas, con la cara pegada al colchón, las caderas levantadas y tus suaves pliegues estirados alrededor de su cintura. A Logan le encantaba ver a sus mujeres así, quejumbrosas y borrachas, el juguete perfecto para su placer. Tu voz sonaba apagada, tus dedos se hundían en las sábanas con tanta fuerza que dolían. Apenas podías emitir un sonido mientras él te penetraba, cada poderosa embestida te obligaba a jadear. A él no le importaba.

Todo tu cuerpo tembló cuando su mano recorrió tu espalda sudorosa, cada punta de sus dedos recorriendo la delicada curva de tu columna vertebral con deliberada ternura. La sensación era eléctrica, un viaje que provocaba escalofríos y te dejaba la piel de gallina. Se detuvo en cada vértebra, aplicando la presión justa para hacerte arquearte antes de continuar su camino hacia arriba. Cuando sus dedos finalmente llegaron a tu nuca, no se quedaron ahí simplemente, sino que se curvaron posesivamente, su agarre era firme e inflexible, como si estuviera reclamando la propiedad de tu ser.

𝐨𝐧𝐞 𝐬𝐡𝐨𝐭𝐬; marvelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora