❦ 𝐁𝐮𝐬𝐢𝐧𝐞𝐬𝐬, 𝐌𝐚𝐟𝐢𝐚.
Satoru Gojo controla el inframundo de los negocios ilícitos, con un alma excéntrica y una caótica naturaleza que desencadena lo peor de aquello que lo rodea.
"Él es la encarnación del diablo en piel de ángel, con len...
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La brisa otoñal desprende las hojas fatigadas de árboles que parecen pudrirse en silencio, y en su caída trazan un sendero sepia a mi alrededor. La calle respira tranquila, habitada por peatones que avanzan distraídos en el mismo barrio donde crecí.
Salí con la simple idea de recoger algunas cosas de la casa de la señora Floren, pero terminé alargando el camino. Entre una cita con el médico de intimidad femenina y algunas compras, la tarde me llevó a deambular.
Hoy se cumplen siete días desde que inicié con las pastillas. Quería asegurarme de que mi salud marchara en equilibrio frente a los posibles efectos secundarios, y por suerte, todo parece mantenerse bajo control.
Doblo en una esquina estrecha, abrazada por muros de ladrillo cubiertos de grafitis que no logran opacar su vieja belleza. Respiro hondo, dispuesta a cruzar hacia la calle donde debería esperar el auto que G mandó por mí.
Pero mi pesadilla de cabello castaño y ojos oscuros, camina al otro lado de la avenida.
El tatuaje en la nariz y el par de coletas lo delatan, un destello inusual en medio de la marea de cuerpos que esperan el autobús. El estuche de guitarra rebota en su hombro, y los pantalones baggy negros le devoran la silueta.
Choso luce distinto, más humano que en mi memoria, casi la sombra del viejo amigo que alguna vez fue, y esa nostalgia me golpea antes siquiera de pensar en girar los talones.
Desearía fingir que no lo reconozco, que su aparición mundana es una coincidencia, pero su mirada me caza. Su rostro se tensa, parpadea lentamente, y enseguida se disfraza con la máscara glaciar de la indiferencia. Pero en lugar de seguir de largo, de dejar que el momento se marchite como un accidente desafortunado, quiebra la distancia y cruza la calle hacia mí.
Desvió la mirada y aceleró el paso, temiendo que esa cercanía vuelva a arrastrarme al mismo error de la última vez, tan rápido como un vampiro que huye de la luz del sol.
Algo en mis huesos me advierte su venganza, la deuda que planea cobrarme por lo que Yuta le hizo, y no pienso quedarme a comprobarlo.
Choso se estrella contra hombros ajenos al abrirse paso hacia mi dirección, mientras yo rodeo la acera en busca del auto que me espera con las luces intermitentes.