𝕋𝟚-𝟙𝟛 𝑴𝒂𝒅 𝒅𝒐𝒈.

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𝚃𝚑𝚎 𝚕𝚘𝚗𝚐𝚒𝚗𝚐 𝚏𝚘𝚛 𝚟𝚒𝚛𝚝𝚞𝚎 𝚒𝚜 𝚝𝚑𝚎 𝚖𝚞𝚣𝚣𝚕𝚎 𝚍𝚎𝚜𝚒𝚐𝚗𝚎𝚍 𝚝𝚘 𝚝𝚊𝚖𝚎 𝚝𝚑𝚎 butcher 𝚋𝚎𝚊𝚜𝚝, 𝚊 𝚊𝚛𝚝𝚒𝚏𝚒𝚌𝚎 𝚝𝚘 𝚌𝚘𝚗𝚝𝚊𝚒𝚗 𝚒𝚝𝚜 𝚒𝚗𝚜𝚝𝚒𝚗𝚌𝚝

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𝚃𝚑𝚎 𝚕𝚘𝚗𝚐𝚒𝚗𝚐 𝚏𝚘𝚛 𝚟𝚒𝚛𝚝𝚞𝚎 𝚒𝚜 𝚝𝚑𝚎 𝚖𝚞𝚣𝚣𝚕𝚎 𝚍𝚎𝚜𝚒𝚐𝚗𝚎𝚍 𝚝𝚘 𝚝𝚊𝚖𝚎 𝚝𝚑𝚎 butcher 𝚋𝚎𝚊𝚜𝚝, 𝚊 𝚊𝚛𝚝𝚒𝚏𝚒𝚌𝚎 𝚝𝚘 𝚌𝚘𝚗𝚝𝚊𝚒𝚗 𝚒𝚝𝚜 𝚒𝚗𝚜𝚝𝚒𝚗𝚌𝚝.

𒂭۪۪۪۪᳝۟



Con los párpados fuertemente cerrados, ardiendo frente a la crudeza del sol matutino infiltrándose por los ventanales, mi mano explora el colchón, buscando el rastro fantasma de Satoru, ese calor que me acompañó durante toda la noche

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Con los párpados fuertemente cerrados, ardiendo frente a la crudeza del sol matutino infiltrándose por los ventanales, mi mano explora el colchón, buscando el rastro fantasma de Satoru, ese calor que me acompañó durante toda la noche. Pero nunca lo alcanzo, porque no hay huella de que su cuerpo estuvo aquí.

Somnolienta y con las pestañas revoloteando al intentar resistir la luz implacable, me froto los ojos con los nudillos forzándome a abrirlos por completo. Al moverme un dolor sordo asciende desde mi intimidad, serpenteando por mi columna y extendiéndose hasta mis piernas.

Prueba suficiente de que nada fue un sueño.

Recorro mi entorno con la mirada: ventanas enormes desprovistas de cortinas, muebles de tonos sobrios, paredes con tapiz amaderado, varias puertas incluida la que conduce al corredor del penthouse, y en la esquina un espejo alto reflejando la ausencia. Solo falta él.

Me desprendo de las sábanas satén, y me esfuerzo por salir de la cama. Las extremidades entumecidas protestan con un pequeño gemido que se escapa de mis labios al intentar caminar. Desnuda, avanzo hasta el perchero dorado donde una bata femenina descansa y la deslizo entre mis dedos antes de cubrirme con ella.

Anudo el lazo blanco de la bata alrededor de mi cintura, y con un pequeño cojeo me apresuro por la habitación. Abro el baño, el clóset, voy a la otra habitación, luego lo busco en la sala, en la cocina y en cada rincón del lugar mientras pronuncio su nombre con un matiz ansioso.

Con un latido frenético regreso a la cama en busca de mi teléfono, pero un suspiro áspero me rasga la garganta al recordar que lo olvidé en su auto junto con el resto de mis cosas. Me llevo una mano al rostro y exhalo frustrada. Mis ojos recorren una vez más la habitación solo para confirmar lo inevitable: ni un rastro de G.

𝑫𝒂𝒓𝒌𝒄𝒚𝒂𝒏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora