❦ 𝐁𝐮𝐬𝐢𝐧𝐞𝐬𝐬, 𝐌𝐚𝐟𝐢𝐚.
Satoru Gojo controla el inframundo de los negocios ilícitos, con un alma excéntrica y una caótica naturaleza que desencadena lo peor de aquello que lo rodea.
"Él es la encarnación del diablo en piel de ángel, con len...
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𝚆𝚘𝚕𝚏 𝚒𝚗 𝚜𝚑𝚎𝚎𝚙'𝚜 𝚌𝚕𝚘𝚝𝚑𝚒𝚗𝚐?
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Los engranajes oxidados crujen detrás de mis ojos, tratan de ensamblar piezas que nunca conectan. ¿De esto se trataba, Yuta?
—Si es así... ¿por qué no lo has asesinado? —Frunzo el ceño, y el peso de la mano de Satoru sobre la mía se desvanece lentamente—. ¿O ya lo hiciste?
—No. —Sus dedos rígidos encuentran refugio en la parte parchada de su cuello, y rasga suavemente el material en un intento por desprenderlo—. Necesitaba decírtelo primero, asegurarme de que me creerías. Si me apresuraba, si daba un solo paso en falso, no tendría cómo demostrártelo. Por eso he sido tan paciente, para no arruinarlo contigo... aunque parece que eso nunca funciona.
Muerdo mi labio inferior hasta saborear el metálico remordimiento, mientras el tifón desbocado en mi mente arrasa con cada célula y cada átomo de lo que alguna vez creí.
Confío en G. No porque su "te amo" esté grabado con tinta azul en los cimientos de mi psique, sino porque la duda sobre Yuta había comenzado a brotar en mis costillas y quemaba como brasas antes de volver a la mansión.
Tiene sentido.
Presiono los labios mientras mi rostro no puede ocultar la mueca salada que se instala en mi piel. —No me sorprende como pensé que lo haría. Una parte de mí lo intuía. —El aire que exhalo no alivia, araña mi garganta al escapar—. Está bien, hablaré con él cuando esté fuera. Y si las cosas son como dices que son, puedes hacer lo que quieras con eso.
Su mandíbula se cierra, el músculo latiendo bajo el tejido como una advertencia. —¿No me estás escuchando? —Sus cejas dibujan líneas tensas y endurecidas. Odia la idea—. Te ha estado usando. Quizás no es personal contra ti, pero puede ser peligroso si eso significa obtener lo que quiere de mí.
El estómago se me revuelve como un océano bajo tormenta, y mis manos heladas buscan algo que no encuentran ni siquiera al entrelazarse.
—Tal vez. No descarto esa opción. —Mi voz intenta mantenerse firme, pero el frío que se cuela en mis palabras las vuelve frágiles—. Aún así, necesito enfrentarlo. Si no te sientes seguro, pon a uno de tus hombres acechando. Asegúrate de que no me hará daño, pero deja que me vaya.
