❦ 𝐁𝐮𝐬𝐢𝐧𝐞𝐬𝐬, 𝐌𝐚𝐟𝐢𝐚.
Satoru Gojo controla el inframundo de los negocios ilícitos, con un alma excéntrica y una caótica naturaleza que desencadena lo peor de aquello que lo rodea.
"Él es la encarnación del diablo en piel de ángel, con len...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
𖥟
Angel—Massive attack.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Satoru G.
La mayoría de personas escupen su moral entre dientes apretados y sueños rotos, prístinos solo cuando se trata de hundir a otro y coronarse a sí mismos. Pero si les otorgaran la libertad de un mundo sin consecuencias, sus peores impulsos dejarían de ser solo fantasías reprimidas.
"La sociedad necesita monstruos para sentirse limpia. No les concedas ese placer." Un diálogo de mi padre que me hizo cuestionarme una cosa: ¿qué era peor, vivir como un monstruo, o morir como un buen hombre? Resulta obvio.
Nadie construye estatuas por la virtud, ni escribe en la historia el nombre de un hombre bueno. En cambio, los monstruos nunca son olvidados. Y aquellos decentes que quedaron inmortalizados en mármol y piedra, no fue por su bondad, sino porque hicieron algo suficientemente grande para ser recordados.
No respeto a nadie que no lo comprenda.
Aquellos ideales contradictorios de mi padre quedaron incrustados en mi cabeza, y de algún modo, he pasado la mitad de mi vida desafiándolos. Pero algunas cosas nunca cambian, incluso si has tallado cada principio de tu cuerpo con un cuchillo de cocina oxidado.
Siempre tendré esa molesta moral pegada dentro. Me oye reír, me escucha sufrir y se burla por ello. Cinco años muerto, y todavía intento oponerme a ese bastardo.
Quizá porque en el fondo, sé que tenía razón. Porque hay una lógica cruel en convertirnos en aquello que más despreciamos. Al final, los juicios no son más que confesiones.
No somos tan distintos después de todo; también soy un triste ser vestido por error de euforia.
Hay un engranaje defectuoso en mí, una pieza suelta que nunca termina de encajar. Un desajuste interno, algo quebrantado, aunque prefiero llamarlo naturaleza. He aprendido a vivir con ello, a fingir que el vacío es solo otra parte de mí, como un órgano más.
