⊱✿⊰ 𝕏𝕀𝕍

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Los días pasaban rápido, cada amanecer me encontraba un paso más cerca de la victoria, aunque el costo era mi propia tranquilidad. Me aislé del mundo, descubriendo que este retiro autoimpuesto era lo mejor para reflexionar y encontrar claridad. El bullicio de la ciudad se convirtió en un lejano murmullo mientras me sumergía en la soledad. Las paredes de mi escondite eran testigos de mis silenciosas lágrimas y mis suspiros de alivio al sentir que estaba logrando avances. Este aislamiento, paradójicamente, me fortalecía; apartarme de todo me permitía fijar mis objetivos con mayor precisión y determinación. A medida que el tiempo avanzaba, la mezcla de esperanza y desesperación se hacía más intensa, pero sabía que solo en este retiro encontraría las respuestas y la fuerza que necesitaba para enfrentar lo que venía.

Contaba los días que quedaban antes de la gira de MinHo, con una mezcla de ansiedad y esperanza. Cada amanecer era una marca más en el calendario, un recordatorio de que el tiempo no se detenía. Esperaba con fervor llegar a tiempo para encontrarme con él, incluso si en su corazón ya había decidido olvidarme. Me aferraba a la promesa que me había hecho a mí misma: explicarle todo. No importaba cuán doloroso fuera o cuán roto me sintiera, sabía que debía enfrentar su mirada y desvelar la verdad. En esos días contados, mi determinación se fortalecía, y cada tic del reloj era un paso más hacia el momento en que, finalmente, todo sería revelado.

Había ido a por suministros a un pequeño supermercado de carretera cercano. El vehículo serpenteaba por la estrecha carretera, adentrándose en un pequeño caminito rural. El lugar era tranquilo, con un toque casi mágico. Llegué al viejo y desgastado edificio, rodeado por un denso bosque. Parecía un escenario perfecto para una película De misterio, y en ese momento, era nuestro refugio.

Min y Tae Ri salieron a ayudarme a descargar el coche. La brisa fresca del bosque traía consigo una sensación de calma engañosa. Estábamos a salvo por ahora, pero sabíamos que debíamos seguir con cautela. Ya dentro, mientras Min preparaba algo de comer, Tae Ri y yo desplegamos los planos del hospital sobre la pequeña mesa.

—Esto es todo lo que tenemos hasta ahora—indiqué las áreas en clave.—Podemos decir con certeza que en la morgue y congelador del hospital hay movimientos sospechosos.

Tae Ri asintió, con un rostro serio y concentrado.

—Como hemos conseguido acceso a las cámaras de seguridad podemos monitorear sus movimientos a tiempo real.

Min, que había terminado de preparar la comida, se acercó a nosotras con los platos de comida, a lo que Tae Ri se dispuso a recoger las cosas sobre la mesa y yo me levanté para ayudar a Min a poner la mesa.

—Venga chicas, comamos algo antes de seguir. tenemos que coger fuerzas—intentó animarnos sin borrar su característica y dulce sonrisa de su rostro.

Tae Ri dejó una caja en el suelo y acomodó una lámpara en la desvencijada mesa.

La luz que emanaba llenaba el pequeño espacio en el que nos encontrábamos, creando un ambiente cálido y acogedor. Nos sentamos alrededor de la mesa, las tazas de té humeando entre nosotras, creando una ilusión de normalidad. Era una rara tregua en medio de la tormenta que se cernía sobre nuestras vidas. Min había preparado estofado casero y el aroma llenaba el aire, dándonos una sensación de hogar y calma.

Min y Tae Ri estaban contando anécdotas de su infancia, y por un momento, nos permitimos reír y disfrutar de la compañía mutua. Las risas resonaban en las paredes, un eco de tiempos más sencillos y felices. Sentía el calor de su amistad envolviéndome, y por un breve instante, los problemas que enfrentábamos parecían lejanos y manejables.

—Recuerdo cuando el otro día Tae Ri intentó cocinar por primera vez —dijo Min entre risas.— La cocina terminó pareciendo una zona de guerra. ¡Había harina por todas partes!

𝐖𝐢𝐭𝐡𝐨𝐮𝐭 𝐰𝐨𝐫𝐫𝐢𝐞𝐬 | ʟᴇᴇ ᴋɴᴏᴡ ˢᵏᶻDonde viven las historias. Descúbrelo ahora