⊱✿⊰ 𝕏

49 5 0
                                    


—MinHo... ¿En serio pensabas que tus gatos iban a aparecer mágicamente aquí?—Rei suavemente echando mi cabeza hacia delante.—¿O acaso los trajiste en tu bolsillo?

Mi mirada se encontró con la de MinHo, el mismo que, tan solo unas horas atrás, quería follarme en mi sofá. Ahora estaba allí, sentado frente a mí, riendo como un completo idiota.

Estaba siendo tan él, y eso me encantaba. La sinceridad que se desprendía de su risa me resultaba encantadora. Era un ser genuino en su expresión y comportamiento, lo que me hacía sentir más vulnerable de lo que hubiera deseado. No quedaba rastro de autocontrol, y mi resistencia ante sus encantos se había desvanecido por completo. Ya no tenía forma de actuar ni con un mínimo de compostura frente a él.

Me estaba contagiando de su ididotez, y las reflexiones bajo el agua de la ducha ya no iban a servir, de ahora en adelante.

MinHo soltó una carcajada y admitió con sencillez, poniendo su mirada sobre mí:

—Bueno, no exactamente... de la emoción se me olvidó que viven con mis padres. Pero eso no le quita importancia a la intención—se revolvió en el sitio y sin apartar su mirada de mí.—Estaba muy emocionado por la idea de pasar tiempo contigo y los gatos aquí—afirmó con seguridad.

—¿Conmigo?—Inquirí.

—Sí—respondió, con su mirada profundamente enfocada en la mía.—Sobre todo contigo.

Me sonrojé ligeramente, pero no podía evitar sentirme halagada. MinHo había pasado de ser un desconocido a alguien que se preocupaba por mí y por hacerme feliz en un tiempo récord.

Una calidez envolvente fluía a través de mí, una sensación tan adictiva que me dejaba sin aliento. A estas alturas, no sabía si era peligroso querer aferrarme a ese sentimiento, pero no podía evitarlo.

Ya habiendo ordenado nuestras bebidas, pasamos toda la tarde riendo y conversando, perdidos en nuestro propio mundo. No había nada mejor que compartir bromas con MinHo mientras nos rodeábamos de adorables gatitos, todo ello acompañado de la fragancia embriagadora del café. Disfrutaba de su trato confiado, permitiéndome expresar mi coquetería con miradas traviesas, mientras la tensión sutil en el aire se volvía cada vez más palpable.

Sus miradas furtivas me atravesaban cada vez que reía ante sus bromas o mordía uno de mis dedos mientras me recargaba en la mesa para escucharlo con atención. Esa pasión oculta que compartíamos me volvía completamente loca.

Parecía que no, pero quería todo de él.

Por un breve instante, MinHo se dejó caer al suelo para acariciar a unos adorables gatitos que se habían acercado a nosotros. En ese momento, parecía transformarse en un niño pequeño, emanando una paz y dulzura innegables en su trato con los mininos. No pude resistir la tentación y, de manera sigilosa, saqué mi teléfono para capturar un mágico instante en una foto: MinHo con uno de los gatitos.

Lo guardaría como recuerdo de nuestra primera cita. O eso quería creer mi corazón, que esto era una cita.

Justo cuando estaba a punto de agacharme junto a él, sentí algo fuera de lugar. Alcé la vista y vi a un grupo de personas en otra mesa, mirándonos intensamente y susurrando entre ellos. Sentí un escalofrío inquietante recorrer toda mi espalda.

—¿Pasa algo?—Preguntó MinHo, desde abajo, confundido por mi repentina preocupación.

—Creo que deberíamos irnos, hay algunas personas mirandonos de una manera un tanto intensa desde lejos—contesté, con un deje de preocupación en mi voz.

MinHo giró su cabeza hacia donde le indiqué, para luego levantarse de manera repentina y sentarse de nuevo en su sitio.

—Ponte la mascarilla, Hana— me tendió una mascarilla de su bolsillo.

𝐖𝐢𝐭𝐡𝐨𝐮𝐭 𝐰𝐨𝐫𝐫𝐢𝐞𝐬 | ʟᴇᴇ ᴋɴᴏᴡ ˢᵏᶻDonde viven las historias. Descúbrelo ahora