⊱✿⊰𝕍𝕀𝕀

52 6 0
                                    


Sentía una explosión inminente. En ese momento, mi mente estaba llena de una energía desbordante, haciéndome capaz de incluso hacer volteretas en el aire como un acróbata. Era un torrente de emociones que me estaba abrumando en un lapso muy corto de tiempo. Me sentía como una niña pequeña que acababa de ingerir cantidades inmensas de azúcar, correteando frenéticamente por toda la casa.

Afortunadamente, logré calmarme y reflexionar sobre la situación. No valía la pena molestar a Min con mis pensamientos obsesivos. Ella ya tenía suficiente rondando en su mente como para añadirle más preocupaciones.

Convencida de ello, me dirigí a la cocina para preparar el desayuno. Sin embargo, mis ojos no podían evitar desviarse cada tres segundos hacia el paquete de galletas, aún sin abrir. Sus palabras, aunque simples, habían dejado una huella placentera en mí. Recordar haber estado pegada a su pecho y sentir su aliento rozando mi cuerpo me hacía estremecer en el lugar.

<<Definitivamente, la locura se está apoderando de ti.>> Pensé para mí misma.

Estaba enloqueciendo de una manera abrumadora. Necesitaba volver a la realidad. No obstante, con esas galletitas robando toda mi atención, no podría concentrarme en nada.

—Buenos días mujer de mi vida—saludó Min, tomándome por sorpresa.

—Buenos días Bella Durmiente—le respondí con una sonrisa, indicándole que podía sentarse y comenzar a desayunar.

Durante el desayuno, no dije ni una palabra. Estaba sumida en mis pensamientos de forma tan profunda que Min se percató de ellos.

—¿Hana?—Me llamó la atención.—¿Se puede saber la razón de esa sonrisita y por qué, extrañamente, no sacas ningún tema de conversación?—Preguntó con una sonrisa pícara que solía fastidiarme.

—¿Qué sonrisa? No tengo ni idea de a qué te refieres—traté de hacerme la tonta.

—¿Estás segura?—Insistió ella.

—Totalmente—respondí.

—Hmm... ¿estás completamente segura?—Continuó indagando.

—Sí, sí—traté de convencerla.—Mira por dónde, ya me tengo que ir—me levanté y comencé a recoger mis cubiertos y vajilla de la mesa, algo que a Min no pareció agradarle mucho.

Después de muchos abrazos de koala y besos por parte de Min, finalmente logré que me dejara ir.

Por supuesto, no me fui sin antes tomar mis preciadas galletitas y ponerlas a salvo conmigo. Normalmente las habría devorado en el acto, pero esta vez algo en mi me impedía siquiera tocar el paquete con demasiada brusquedad.

Seocho-gu no quedaba lejos de donde vivía Min, considerando las grandes dimensiones de Seúl. Solo tenía que tomar un autobús y luego el tranvía, y desde allí podría caminar hasta mi edificio.

Sería una caminata pacifica.

Aunque intenté distraerme con las actividades cotidianas y el bullicio de la ciudad, el rostro de MinHo seguía dando vueltas por mi mente, sin darme tregua. No quedó paz en mi mente, era como si estuviera hipnotizada por su presencia y palabras, que seguían resonando en el interior de mi cabeza una y otra vez.

Mientras me dirigía a la parada de autobuses, me debatía entre llamarlo para aclarar las cosas o mantener mis preocupaciones para mí misma. HyeIn, en más de una ocasión, me había advertido sobre mi tendencia a complicar las cosas simples y convertirlas en enormes problemas, me aterrorizaba la idea de poder estar reviviendo una de esas situaciones en las que exageraba todo, quedando como una completa patética. Tal vez la solución era dejar que el tiempo pasara y ya entonces se aclararían todas mis dudas.

𝐖𝐢𝐭𝐡𝐨𝐮𝐭 𝐰𝐨𝐫𝐫𝐢𝐞𝐬 | ʟᴇᴇ ᴋɴᴏᴡ ˢᵏᶻDonde viven las historias. Descúbrelo ahora