(Lee)
Me desperté muy temprano para tener todo listo. Quería invitar a Aly a desayunar, le tendría que preguntar si quería. Llamé a Eliza mientras bajaba las escaleras hacia la sala de estar.—Hola señor Lee.—saludó al otro lado de la línea.
—Buenos días, Eliza. Ocupo que me actualices con todo lo que Aly te diga.
—¿Sobre el divorcio?
—Sí. ¿Qué más sabes aparte de que se quiere divorciar?
—Ya consiguió abogado. Creo que tienen una reunión...—buscó el horario de Aly y continuó–hoy por la tarde.
—¿Qué? ¿Hoy?
—Sí...
—Cancélala.—me senté.
—Pero señor... me va a despe-
—No lo haría—dije antes de que ella pudiera terminar su oración.—Ustedes son mejores amigas.
—Y soy su asistente.
—Y mejor amiga.—le recordé—No te va a despedir. Y si lo hace yo te contrato.
—Bien.—suspiró.—Ya le cancelé a Nico.
—¿Nico?
—El abogado.
—Bien. Otra cosa. ¿Sabes lo del reportero?
—Sí, Dylan me lo comentó. Pero le dije que no sabía nada.
—Sí, lo sé. Él me lo dijo.
—Señor, le juro que yo no le dije nada a nadie.
—Lo sé, Eliza. Te creo. Pero necesito saber quien lo hizo.
—Claro, gracias por creerme. Ah, señor.
—¿Sí?
—Va a venir a la oficina, ¿verdad?
—No lo sé.—terminé la llamada cuando vi en mi reloj que eran casi las ocho.
Me levanté y cuando iba a subir algo me detuvo. Noté que la puerta del estudio de Amely estaba entre abierta. Decidí asomarme a ver su dibujo. Encendí la luz y lo primero que noté fueron todas sus pinturas regadas por todas partes. Olía a óleo y había canvas en blanco, sin terminar y ya terminados en casa esquina del lugar. No pude evitar sonreír cuando vi que entre las muchas pinturas estaba la de nuestra boda. La tomé con las manos y la sostuve de forma en la que la apreciaría bien. Salíamos los dos, ella con su vestido blanco y yo con un traje negro. Recuerdo que fue una pintura que ella hizo después de la boda, cuanto vio unas de las fotos y decidió que se miraría hermoso pintado. No podía creer que aún lo tuviera. Lo volví a colocar en su lugar y, mientras observaba, noté que su teléfono estaba en una mesita. A su lado estaba el dibujo que estaba haciendo a carbón y era hermoso. Tomé su celular y salí de la habitación, fui directo hacia arriba.
Sin su alarma era probable que no de despertara.
Llegué a su habitación y para mi sorpresa ella ya estaba despierta. Entré antes de que ella pudiera dejarme hacerlo y le di su celular. La invité a desayunar pero dijo que estaría ocupada- supongo que su idea de "ocupada" es hablar sobre el divorcio con Eliza e ir con el abogado, aunque sería en vano ya que Eli canceló su reunión-y rechazó mi invitación. Ya que no había más que hacer, salí de la casa y fui directo al supermercado para comprar todo lo que necesitaba para la pasta.
Cuando llegué, agarré un carrito y fui buscando las cosas pasillo por pasillo. Me tomé el tiempo para buscar la mejor pasta y preguntar que producto era de mejor calidad sin importar el precio. Hace años-literalmente- que no le cocino nada- a excepción de ayer- a Aly. No le iba a dar cualquier cosa, claro que no. Estaba ya en el último pasillo cuando me encontré a alguien. A una señora con cara familiar.
—Hola.—me saludó en cuanto me reconoció.—Ya días no nos vemos.
—Años.—la corregí.
—Claro... ¿Unos cinco años?
—Desde que me casé.
—El mundo es pequeño. ¿No crees?
—Demasiado.—dije cortante.
—Lee, sé que tuvimos nuestras... Amm, diferencias en el pasado. Pero solo es eso ¿no? Pasado.
—Exacto.
—Entonces no hace falta que seas así conmigo. Lee, tengo que decirle algo.—ella se acercó a mi, unos dos pasos.
—No.—Retrocedí, sabiendo exactamente a quien se refería. — No te metas en mi vida ni en la de Aly, Verónica.
—Sabes que tengo derecho de verla.
—No, no lo tienes. ¿Recuerdas que perdiste la custodia?
—Sigo siendo su madre.
—Mira, si Aly no te quiere ver no la verás.
—¿Y cómo sabes que no me quiere ver?
—Porque nunca, ni una sola vez, ha dicho que te extraña, ni te ha intentado contactar o buscar.
—Lee, no seas inmaduro. Además, ¿cómo sabrás tú si están apunto de divorciarse?
—No nos vamos a divorciar.—dije ya molesto.
—No es lo que dicen las noticias.
—Señora, no me haga meterla en prisión otra vez.
—¿Por qué? ¿Por querer ver a mi hija?
—Puedo acusarla de daño psicológico.
—¿Eso es un delito? Eso fue hace años, yo solo quiero que ella me perdo-
—No.—tomé mi carrito y pasé a su lado para ir a pagar.—Usted no tiene derecho a nada.
—Lee—me tomó de la muñeca, desesperada.—Solo quiero hablar con ella.
—Señora, no quiero tener que hacerlo.
—No quieres ni debes. Solo te pido que me dejes verla.
—Mire, yo no soy el padre de Aly-que en paz descanse- para decirle a ella que hacer. Si ella la quiere ver yo me haré cargo de que lo haga, pero le aseguro por lo que más quiera que ella no querrá eso.—me solté de su agarre y seguí hablando.—Si usted la hubiera querido ver, lo hubiera hecho desde que salió de la cárcel. Y según tengo entendido no lo hizo.
—Tienes razón. Pero nunca es tarde para-
—No, se equivoca. Siempre hay una fecha de vencimiento para disculparse. Y temo decir que la suya ya caducó.
—Tienes razón.—sonrió de la forma más malvada posible.—Todo vence, y en el momento en el que ustedes dos se divorcien no podrás impedir que me le acerque.
—No nos vamos a divorciar.—cerré los ojos y suspiré profundo. No podía creer que todos pensaran que yo iba a dejar que nos divorciáramos.—Y yo no le estoy impidiendo que la vea. Solo le estoy dando una advertencia.
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Ámame Como Nunca
Teen FictionDicen que la mejor etapa de una relación es cuando se conocen, que las cosas en el matrimonio cambian. Amely lo confirma, después de cinco años de matrimonio con el que pensó ser el amor de su vida. ¿Será que habrá un posible divorcio?