(Amely)
—Deberíamos hacer algo respecto a eso. Revisa la estructura.—suspiré.—Pídele los planos a Roxy o a Maxwell.—Bien.
Estaba en la oficina-en el estudio- junto con las chicas y Maxwell. Faltaba poco, muy poco para la exhibición y no teníamos la decoración lista. Sobretodo lo del tema de las luces y eso, se suponía que Lee me ayudaría pero después de lo sucedido decidí que sería mejor que no lo hiciera. Junto con Eliza estábamos intentando revisar la estructura de una pieza que queríamos poner en el museo.
—Oigan, ire a comprar algo de comida. ¿Qué quieren?—pregunté
—Oh, ¡trae pollo!
—No, Max, mejor que traiga pizza para todos.
—Yo voto por pizza.—la apoyó Roxy.
—Será pizza entonces.—salí del estudio y me dirige al ascensor. Fui a una pizzería algo cerca, a dos cuadras de distancia.
De camino me encontré a un gatito pequeño con un solo ojo. Era negro con el ojo azul, estaba algo delgado y peludo.
—Awww hola—me acerqué a él.—¿Tienes hambre?—Me agaché a acariciarlo. No parecía tener dueño.—Lastima que no traigo comida...
Pobre gatito, no podía dejarlo ahí. Medité un rato y tomé una decisión. Pude haberlo dejado ahí, pero no podría. Mi corazón no me lo permitiría.
—Bien, vienes conmigo. ¿Te parece?— el gatito maulló en respuesta.— Lo tomaré como un sí.—sonreí.
Envolví al gato en mi sudadera como un taquito y me lo llevé. Fui directo a la pizzería, en la que por suerte me dejaron entrar con el gato. Para mi sorpresa, mientras pedía la pizza escuché una voz familiar atrás mio.
—Oh, cariño.
La voz de una mujer. No, la voz de esa mujer. La mujer que me llenó de traumas y desgracias. La que hizo que mi infancia fuera un mal recuerdo. Mi madre.
—Verónica...
—Aly, ¿cómo estás, cielo?
—B-bien...
—Me alegra.—sonrió. Recordaba esa sonrisa, la última vez que la vi...—Veo que aún sigues con Lee...—dijo al ver mi mano.
Es verdad, aunque todos estos años hayamos estado peleados, nunca me quité el anillo. A lo mejor era por costumbre.
—¿Por qué no he de estarlo?
—La última vez que te vi, mi niña, estabas en tu boda. Mírate, como has crecido.
—Solo han pasado cinco años...
—Parece una eternidad.—Aún llevaba al gato en manos.—¿Y eso?
—¿Qué cosa?
—Ese bulto que llevas.
—Ah, es una gatito.
—Mmm ya. Hija, tengo que decirte algo.
—¿El qué?—¿De verdad quería saberlo? No. Pero la curiosidad me mataba.
—Antes me quiero disculpar, por lo que hice. Siento haberte tratado de esa forma. Y también dile a Lee que lo siento, que siento la forma en la que lo traté y que es un buen hombre. Pero también dile que espero que su fecha de caducación llegue pronto.
—¿Fecha de caducación?
—Señorita, ya está su orden.
—Oh, bien. Te veo luego, hija.
Mientras Verónica recibía su pizza, yo me quedé ahí de pie tratando de analizar sus palabras. Uno, ¿de verdad se disculpó? Dos, ¿caducación? ¿A qué se refería? De igual forma daba igual, esa señora y yo ya no teníamos nada que ver, no me iba a poner a pensar. Sus palabras seguro que eran una mentira. Como siempre...
Tomé asiento en una de las mesas cercanas y esperé a por la pizza.
——————
Era de noche, las ocho, y ya iba a casa. Llamé a Nick para que me llevara.
—Buenas noches señorita Amely.
—Hola, Nick. A casa por favor.
—Con todo gusto, señorita.
—Espero no te importe que traiga un gatito. O a Lee...
—No se preocupe, señorita Amely. Y no creo que al señor Lee le moleste.
—¿A no?
—El señor es... ¿cómo decirlo? Fan de los animales.
—Mmm tienes razón...
—Puedo preguntarle algo, si no le molesta claro.
—Dime.
—¿Le pasó algo al señor Lee? Últimamente lo noto algo distraído, distante, frío, triste.
—No sé que le pasa al señor Lee—le dije— pero seguro que se le pasa, es su humor común.—expliqué mientras acariciaba al gatito.
—Bien... Oiga, ¿le pondrá nombre al gato?
—Mmm sí, pero lo tengo que pensar.
Él se dirigió a casa y me dejó justo en el portón.
—Gracias.
Entré a casa, algo nerviosa, llevaba el gatito en brazos y noté que el carro de Lee ya estaba ahí.
Carajo.
Cuando entré, una lámpara en la sala estaba encendida. Lee. Lee estaba leyendo. ¿Cómo es que lee a cada rato? Iba a ignorarlo y subir directo a mi habitación, pero él se dio cuenta de mi llegada y saludó.
—Hola.
—Hola.—me tensé.
—¿Es un gato?
—Eh, sí. ¿Te molesta?—su mirada se posó en la mia un instante.
—No. Me da igual—dijo algo seco, regresando su mirada a su libro.
—Bien...—subí a mi cuarto y me encerré en el.
Yo. Lo. Odio.
Tomé un suspiro y entré al cuarto de baño para darle un baño caliente al gatito.
—Aww pero mírate, eres una monada.
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Ámame Como Nunca
Teen FictionDicen que la mejor etapa de una relación es cuando se conocen, que las cosas en el matrimonio cambian. Amely lo confirma, después de cinco años de matrimonio con el que pensó ser el amor de su vida. ¿Será que habrá un posible divorcio?