(Lee)
Carajo.
Amo llegar en la noche a casa porque veo a Amely. Pero hoy era distinto. Eliza me contó que ella ya tenía los papeles...
Ay mierda.
Llegué a casa no muy tarde, ya sabía a lo que venía. Estacioné el auto en la cochera y tomé un suspiro.
—A ver, piensa idiota, piensa.—dije para mi mismo. Tomé otro suspiro y cerré los ojos.—Ya. No puedes solo ignorarla.
Sin más, salí del auto y entré a la casa. Escuché como una puerta de arriba se abría y cerraba. Un último suspiro, y fingí leer un libro. Amely bajó las escaleras con los papeles en mano.
La poca fé que tenía desapareció.
—Lee.
La ignoré. Aún no pensaba claro, mi mente se bloqueó... yo...
—¿Qué es esto?—fue lo único que pude decir.
—Los papeles de divorcio.
—No los pienso firmar.
—¿Qué?
—¿Por qué quieres el divorcio?
—Porque— fingí escucharla, pero de verdad que no... No pude.
—No pienso firmar.—repetí. Mi corazón palpitaba a toda velocidad, tenía ganas de vomitar, mi estómago y cabeza dolían y la ansiedad me consumía.
—¿Es porque si terminamos me quedo con los terrenos?—¿Qué?
—No es por...—Ella de verdad pensaba... Tomé mi celular y llamé a Hanna.—Hanna, ocupo que pongas todos mis terrenos y propiedades a nombre de Amely Watson.
—Lee, ¿estás seguro? Digo, son como ¿qué? ¿setenta propiedades? Seguro que qui-
–Sí, pon todo a nombre de mi esposa.–ignoré su advertencia y colgué.
—¿Qué?
—Todos mis terrenos están a tu nombre.
—Sí...pero ¿por qué?
—Para que sepas que si no me quiero divorciar no es por eso–Es porque te amo, quise decir–es porque te amo.—me escuché a mí mismo sacando esa frase de mi boca. Fue suave pero lo suficientemente fuerte para que ella lo escuchara.
Pasaron unos minutos de silencio, en los que ella no dijo nada y yo tampoco. Quería llorar. Tenía unas malditas ganas de llorar. Cerré los ojos unos segundos y mis pies me conducieron hacia la salida, dándole una última mirada. ¿A dónde se supone que iría? Me monté al carro y me dirigí a la salida de la residencial. Me detuve un segundo e hice una llamada.
Beep. Beep.
—¿Eliza?—las lágrimas corrían por mi rostro, mi voz se quebró.
—¿Lee?
—Sé que es tarde pero necesito hablar con alguien. Dile a Hanna y Dylan que los veo en el bar cerca de mi casa.
—¿Pasa algo?
—Los veo ahí.—terminé la llamada y busqué canciones en mi playlist.
Tal vez para animar un poco el ambiente o para desahogarme de una vez. Lo único que encontré fue una larga lista de canciones raras y Telephones.
No. No, no, no y no.
Apagué el celular y seguí conduciendo hasta el bar. Me senté en una mesa para cuatro, junto a la barra y recosté mi cabeza hacia atrás. No mucho después, llegaron los tres.
ESTÁS LEYENDO
Ámame Como Nunca
Teen FictionDicen que la mejor etapa de una relación es cuando se conocen, que las cosas en el matrimonio cambian. Amely lo confirma, después de cinco años de matrimonio con el que pensó ser el amor de su vida. ¿Será que habrá un posible divorcio?