(Lee)
Después de ir al café con Aly y hablar sobre el museo, volvimos al edificio.
—¿Qué hacen?—pregunté.
—¿Quién?
—Todos. Roxy, Maxwell, Eliza y no sé quien más.
—Sarah
—Sí, ella.
—Estamos trabajando en los proyectos.
—¿Tú que vas a hacer?
—Aún no lo sé.
—Deberías hacer un dibujo. Se te dan muy bien.—Era verdad, se le daban bien. Más que bien, súper buen. Mega bien. Muy bien.
—Claro. Para que la gente vuelva a hablar mal de mí.
—¿Quién habló mal de ti? —por un segundo no sabía de qué hablaba, hasta cuando lo recordé.
—No te hagas Lee.
—Ah, esos idiotas.—Pero ella no lo había escuchado. ¿O sí? ¿Es por eso que ya no sube sus dibujos? Esa noche... ¿Por eso estaba tan rara? ¿Lo habrá escuchado todo?
—Da igual.
—Por cierto, Aly- dije mientras salíamos del ascensor. Quería decirle que se olvidara de lo que habían dicho, quería decirle que no importaba la mierda que esos idiotas dijeron ese día, ella era increíble dibujando. Quería decirle que se animara, que yo la apoyaría si algo así volvía a pasar, tal como la última vez. Pero la maldita voz de alguien me interrumpió.
—¡Preciosa!—¿Preciosa?—Te estaba buscando. Todas te están esperando.
—Ah, ya voy solo-
—¿Tú eres Maxwell?—Estaba molesto. ¿Cómo por qué la llamaba preciosa? Digo, lo es pero él no puede...
—Sí.
—Claro.—Maldito tarado.
—¿Y tú eres?—dijo burlón. Sé que sabe como me llamo, solo lo hacía para joderme.
—Él es—intentó explicar Aly.
—Creo que no hace falta decir quien soy. ¿O sí?—lo reté con la mirada. Él sabía quien era, lo sabía. Lo tenía claro.
—Ah, eres Lee.—me estrechó la mano.—Es un gusto.
—No puedo decir lo mismo.—A la mierda ser educado. Si él no lo era, yo tampoco. Miré su mano con indignación y luego lo miré a los ojos.
—Bueno, creo que debería de... Sí.—Aly hizo un ademan para irse.
—Sí. Vamos, preciosa.
—Maxwell.—interrumpí antes que pudieran irse.—¿Podemos hablar? A solas.—Esto no se iba a quedar así. No.
—Claro. Te veo luego, linda.—Y otra vez viene con eso.—¿Qué?—su expresión cambió completamente en el segundo que Aly se fue. Cambió de un tipo que aparentaba ser gentil a ser todo lo contrario.
—Tienes que dejar de llamarla así.
—¿Así cómo?—dijo desafiante.
—Sabes a qué me refiero.
—¿Y qué si no paro?
—Entonces-
—No tienes derecho a reclamarme.—me interrumpió.—De igual forma ya se van a divorciar.
¿Cómo sabe del divorcio?
Las noticias.
Malditas noticias.
—No nos vamos a divorciar-
—Eso no fue lo que me contó cuando fue a mi casa—volvió a interrumpirme, esta vez sonrió.
—Sigue siendo mi esposa.—Lo de "en mi casa" estaba de más. Si me quería poner celoso se equivocó. Eliza ya me había dicho que iría a su casa para una reunión.—Y si la vuelves a llamar así.—me acerqué y lo tomé del brazo, torciéndolo poco a poco.—Esto no quedará en una simple advertencia.
—Maldito.—dijo en medio de los quejidos.—¡Bien! Suéltame.
—¿Y qué si no paro?—repetí lo que él había dicho anteriormente.
—¡Por Dios! ¡No lo voy a volver a hacer!
—No la llames preciosa, aunque lo sea—aclaré.—Ni princesa, ni bebé, ni ningún apodo. Ni siquiera Aly. Solo llámala por Amely.
—¿Ni por Aly? ¡Augh bien!—lo solté y el estiró el brazo para calmar el dolor. Me miró y se fue.
Para que te quede claro. Maldito idiota.
—Maxwell.—lo llamé, a lo que él se dio la vuelta.—Ven.
—¿Y ahora?—se acercó con miedo, verificando que no fuera a hacer algo más.
—Que miedoso.—me acerqué y le extendí la mano en forma amistosa. Él la recibió, dudoso.—No quiero terminar mal, al final eres compañero de mi esposa.—me acerqué un poco más y le susurré al oído.—Pero te juro que si la llamas así o le haces algo a ti te pasará algo peor. Compris?
—¿Qué?
—Que si está todo claro, idiota.—apreté su mano.
—Ah, auch. Sí.—solté su mano y se fue.
Y yo que pensaba que así como actuaba era. Terminó siendo un idiota debilucho.
Yo: Eliza, si el idiota de Maxwell vuelve a llamar a Aly de cualquier forma que no sea Amely me avisas.
Yo: Por cierto, no puedo creer que no me lo hayas dicho antes.
Yo: No dejes que ese imbécil se le acerque.
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Ámame Como Nunca
Teen FictionDicen que la mejor etapa de una relación es cuando se conocen, que las cosas en el matrimonio cambian. Amely lo confirma, después de cinco años de matrimonio con el que pensó ser el amor de su vida. ¿Será que habrá un posible divorcio?