Capítulo 6. Despertando.

99 8 0
                                    

Emilia despertó con dificultad, sentía adormecida la mitad de su rostro, sus manos temblaban un poco y también tenía frío

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Emilia despertó con dificultad, sentía adormecida la mitad de su rostro, sus manos temblaban un poco y también tenía frío.

Al abrir sus ojos se encontró en una habitación desconocida, acostada en una cama y usando una bata de seda color rosa.

« ¿Qué está pasando?» pensó, mientras miraba a su alrededor con bastante miedo.

Su cabeza no paraba de doler, cuando acaricio un poco con su mano pudo sentir una pequeña banda cubriéndole parte de la cabeza.

En eso entro en la habitación una mujer con uniforme de mucama, una de las empleadas del castillo con una bandeja de desayuno.

—Buenos días— saludo, sin hacer contacto visual con Emilia. — le recomiendo no tocarse la herida de su cabeza.

— ¿Dónde estoy? ¿Quién es usted?— la mujer simplemente la ignoró. Emilia comenzó a desesperarse un poco, se levantó de prisa de la cama, pero se encontró con unas cadenas en sus tobillos que la mantenían atada la cama, la cadena era de algunos centímetros de largo, lo cual le permitía desplazarse, pero no lo suficiente como para llegar a la puerta de la habitación y correr lejos de ahí.

Emilia dejo salir un suspiro desalentador y horrorizada se agachó para tocar sus tobillos y la gruesa cadena que la mantenía atada.

— ¿Qué diablos es esto?

Sus lágrimas comenzaron a caer imaginando lo peor, miró a su alrededor y no podía entender como había llegado hasta aquí, su cabeza comenzó a doler nuevamente.

—Debe mantenerse en calma, ahí le dejo el desayuno. — y se marcha de la habitación.

Las órdenes de Henry fueron claras, solo llevarle el desayuno y salir de ahí.


— ¡Ayuda! — grito a todo pulmón. Jalando las cadenas.

Un par de minutos después alguien entra, Emilia se aleja de la puerta lo más que puede, asustada y esperando al terrible secuestrador.

Al abrirse la puerta por completo se revela el rostro de aquel joven príncipe, su cabello negro, sus ojos azules y su mentón perfecto.

— ¿Qué es ese escándalo? — le preguntó.

— ¿Usted? — preguntó desconcertada Emilia. — ¿Qué estoy haciendo aquí?

—Qué bueno que me reconoces, aunque no me digas "usted", es muy incómodo, me hace sentir algo viejo ya te lo había dicho— le guiña un ojo de forma coqueta — y no me veo viejo.

—No entiendo... — murmuró Emilia. — No entiendo ¿por qué me tienes atada?

—Bueno, no quería que nuestro segundo encuentro sea así, pero tampoco puedo dejar que grites como una loca... Estas en un castillo y debes comportarte — se acerca un poco, pero Emilia al instante se aleja más, haciendo que el príncipe se quede en su sitio—básicamente estas aquí porque serás mi esposa.

— ¿Qué?— cuestionó Emilia, mirándolo con desagrado. — eso no puede ser posible...

—Así es,— se acercó a Emilia— no pude dejar de pensar en ti desde esa noche que te vi... Tímida, hermosa, y tan respetuosa, ese tipo de mujer ya no existe en la actualidad. No podía dejarte escapar. Tengo que hacerte mi esposa.

Emilia yacía casi que aplastada contra la pared evitando mirar al príncipe, incrédula de la situación en la que está metida.

—No puedes obligarme a casarme contigo, mi padre es...— el príncipe la interrumpe.

—Que bueno que mencionas a tu padre, ya que justamente él fue quien te trajo.

Emilia parpadeo varias veces, intentando recordar como fue que llegó hasta aquí, sin embargo no le era clara su memoria.

—No es posible, mi padre debe estar buscándome enfurecido.— refuta.

—Me haces reír, eres muy graciosa— coloca su mano en el mentón de Emilia y la obliga a mirarlo— tu querido padre le debe mucho a la corona, así que decidió pagar con su preciosa hija, todos ganamos.

Emilia no podía hablar ya que el príncipe mantuvo presionada su mandíbula.

—Te advierto que si haces todo como te lo ordeno, en calma y con una hermosa sonrisa en tu rostro, todo saldrá de maravilla... Si no lo haces, si algo llega a salir mal, tendrás consecuencias— sus labios estaban a milímetros de los labios de Emilia— ¿Entendido?

Emilia con la cabeza pegada a la pared y sujetada con fuerza, solo pudo decir un pequeño "sí".

El príncipe le da un beso frio en los labios y la suelta.

—Ahora te explicare lo que va a suceder, te comportaras como una sumisa y tranquila esposa, nos casaremos, obedecerás todo lo que yo diga y será todo— con una sonrisa maquiavélica en su rostro.

Emilia lo mira indignada.

— ¿Qué pasa si me niego? — nerviosa por preguntarlo, pero debe saber a qué consecuencias se enfrentaría.

—Si decides negarte solo me queda secuestrar a tu padre, traerlo aquí, atarlo a una silla y arrancarle sus extremidades frente a ti ¿eso te gustaría? — la miro fijamente.

Emilia dejo salir sus lágrimas, miro hacia el suelo y negó con la cabeza.

—Eso pensé, ahora come tu desayuno, tenemos muchas cosas que hacer. — dice mientras se marcha.


Cierra la puerta y escucha como la termina de cerrar con doble seguro.

Emilia se acaricia la mandíbula y a la mente le llegan los recuerdos en formas de balas, una tras de otra.

Cómo su padre Andrés borracho le partió una botella en la cabeza, como le reclamo cosas sin sentido y como llorando se despedía de ella.

Todo encajaba, su padre la había vendido a un príncipe tan narcisista como cruel. Se dejó caer al suelo y dejo caer sus lágrimas de decepción y tristeza. El hecho de no saber que le depara el futuro.

«¿Cómo pudo hacerme algo así? Es mi padre... Soy su hija, debería protegerme».

Atada al príncipe CRUEL. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora