Capítulo 19. El laberinto

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Emilia se mantuvo caminando de un lado a otro, ansiosa, nerviosa, inquieta

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Emilia se mantuvo caminando de un lado a otro, ansiosa, nerviosa, inquieta.

— ¡Ya mujer! Harás una zanja en la habitación. — refuta Susan.

—No sé qué hacer, ¿debería ir? ¿Debería continuar con esto?

— ¿Ir a dónde? ¿De qué hablas?

—Bueno, por tu estúpido juego de hacer que ese chico entrase al laberinto conmigo... supongamos que le confesé que voy ahí cada noche y dijo que él vendría— se cubrió la boca luego de decirlo y se lanzó a la cama por los nervios.

— ¿Cuándo pensabas decírmelo? Eres una tonta— Susan tomo la almohada y le golpeo suavemente la cabeza.

—Esto es tu culpa— se levantó y la miro despectivamente.

—Yo solo quería que charlaran, ustedes solos se invitaron a salir de nuevo— dice Susan mientras se ríe.

— ¿Te parece gracioso? — Le lanzo la almohada en la cara.

—Emilia, no pasa nada— se acomoda el cabello— es solo un chico.

—Sabes que no es solo por el chico— se levanta de la cama y observa por la ventana— no es una situación normal, no es como si coquetear con él signifique el inicio de un nuevo amor.

Susan se acercó y coloco su mano en el hombro de Emilia.

—Es mejor tener un breve momento de felicidad, en vez de toda una vida de tortura y ya tú has vivido suficiente tortura, ¿no crees?

Las palabras de Susan hicieron que Emilia reflexionara sobre todo, ya habían pasado varios meses desde que la secuestraron y nunca tuvo un respiro de todo este caos, Dante es como una cálida brisa en medio del desierto, como ese rayo de sol en medio del frio invierno.

—No quiero que nadie salga herido— confiesa Emilia. Mirando con preocupación al jardín, y pensando en aquel chico.

—Nadie lo hará, yo te cubro— le dio un toque con el codo y le guiño el ojo.

Susan se comprometió en ayudar a Emilia a su pequeño encuentro en el jardín, sería fácil si seguían haciendo lo que venían haciendo desde hace días; esperar a que anochezca y luego salir directo hasta el laberinto. Seria pan comido.

La noche cayo y tal como siempre hacían, salieron al jardín como de costumbre, Susan tomando asiento en frente del laberinto y Emilia dentro, en el centro de todo para esperar a Dante.

Emilia podía escuchar su propio corazón latiendo tan fuerte, casi se sale del pecho. Esta notablemente nerviosa, las manos le sudan un poco y mira a todos lados en búsqueda de Dante, pero aún no aparece.

«Quizá fue una tontería llegar aquí, todo esto es una estupidez» pensó Emilia.

Justo cuando se iba a dar la vuelta para marcharse de ese laberinto, choca con el cuerpo de Dante que recién llegaba.

Atada al príncipe CRUEL. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora