Capítulo 9. La reina.

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El  príncipe Henry y Emilia llegan al salón principal donde la reina espera la  presentación oficial de la mujer que el príncipe consideraba como su  prometida

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El príncipe Henry y Emilia llegan al salón principal donde la reina espera la presentación oficial de la mujer que el príncipe consideraba como su prometida.

Las puertas del salón se abrieron de par en par gracias a los sirvientes que los esperaban, el príncipe llegó con Emilia, ambos tomados de la mano.

—Madre— saludo, dándose un beso en cada mejilla.

—Hijo querido, ¿ella la afortunada?— le pregunto admirando a la mujer detrás de él.

« ¿Afortunada dice? Si esta es la lotería, debería ser la lotería del diablo»

—Te presento a Emilia Terrence, mi prometida.

La acerca más a su lado.

Emilia mirando al suelo se acerca y le hace una reverencia a la reina. No puede arriesgarse a hacer enojar al príncipe, quien la amenazó minutos antes con matarla a ella y a su padre, no quería eso, ¿tenía que fingir estar bien con esto? Sí, le tocaba aparentar estar bien si eso la mantendría con vida.

—Un placer su majestad.

La reina sonríe halagada y la mira de arriba abajo. Notando que tiene algunas marcas en el cuello, sin embargo decide ignorarlo.

—Que linda es... ¿de dónde se conocieron?

—Es una historia increíble— responde el príncipe haciendo a un lado a Emilia, la cual permanecía callada.

Si ser obediente y sumisa era su única opción para no morir todavía, pues eso es lo que haría.

Henry le continuaba contando a su madre una historia falsa y llena de momentos románticos que, claramente no pasaron, Emilia y él tuvieron.

Emilia estuvo solo sonriendo y mirando a su alrededor, analizando desde su mente cualquier plan para huir en un descuido.

«¿Huir a dónde Emilia? Tu padre te vendió, no tienes a nadie más.... Quizá tú amiga virtual pueda ayudarte, pero no tengo idea de dónde vive, nunca lo hablamos. Estoy atada al príncipe cruel.»

La reina los llevó hasta el comedor, dónde los sirvientes tenían un festín emplatado. Tomaron asiento y continuaron las preguntas.

—Y cuéntame Emilia, has estado muy callada...— dijo la reina.

Emilia levantó la mirada del plato y le sonrió tímidamente. No sabía que decir en ese momento, así que le dio una mirada al príncipe, el cual la miraba furioso.

—Emilia es muy tímida, madre, no la bombardees con preguntas— intervino el príncipe.

—Oh, entiendo. No seas tímida cariño, si serás la esposa de mi hijo eso significa que tendrás que lidiar con muchas personas, hablar en público muchísimas veces— entre risas.

—Lo sé, su majestad. Solo estoy disfrutando el plato exquisito... — dice mientras lleva otra cucharada a su boca.

Ambos se ríen, aunque la mirada fija del príncipe mantiene incómoda a Emilia, la cual solo desea que está cena termine.

—Entiendo... Bueno, creo que es momento de que hablemos sobre la boda, supongo que se quieren casar pronto.

—Como me conoces, madre —le dice el príncipe mientras que toma su mano.

—Claro que sí, si no te molesta Emilia, me gustaría encargarme de la decoración y de...— El príncipe Henry la interrumpe.

—Encárgate de todo madre, hazlo a tu gusto, que sea rápido, privado y pronto.

La reina observo fijamente a Emilia con asombro, esperando alguna clase de respuesta defensiva sobre esto. Ninguna mujer espera que su "día feliz" sea organizado por alguien más.

—Emilia, ¿eso no te incomoda? Sé que es tu día especial, quizá podríamos ponernos de acuerdo con...— el príncipe vuelve a interrumpir.

—No madre, ¿no me escuchaste?— sujeta fuerte la mano de Emilia por debajo de la mesa para que está dijera algo al respecto.

—No se preocupe su majestad, yo estoy halagada de que usted sea quien elija todo. — responde simulando el dolor por el apretón fuerte de mano. — tiene buen gusto.

La reina asiente calmada y comienza a decir sus ideas para la decoración y el resto de cosas por hacer, mientras que Emilia solo pensaba en salir corriendo.

Luego de esa incómoda cena la reina se despidió de ambos y regresó a su habitación, el príncipe tomó a Emilia de nuevo y la llevo hasta la tercera torre que es donde pertenece por ahora.

—¿Cuánto tiempo me tendrás así?— preguntó Emilia.

—Ese no es tu problema, tu solo encárgate de seguir como vas.

Emilia sintió un vacío en su pecho. Continuó mirando a su alrededor alguna puerta, alguna escalera que le fuese útil para huir.

Llegaron nuevamente a la habitación donde tenían a Emilia, la metió dentro de la habitación y en un pequeño descuido, cuando él príncipe se dio la espalda Emilia lo empujó haciendo que este caiga al suelo de boca y salió corriendo con todas su fuerzas.

Los tacones que traían se les hacían incómodos así que se los quito de un golpe y continuó corriendo.

Su corazón late tan rápido, su respiración aumenta y corre sin parar por los pasillos, hasta chocar con con hombre y caer al suelo desorientada.

—¿Creíste que te sería fácil escapar de mí?— pregunta furioso Henry mientras camina rápidamente hasta Emilia.

Emilia sentada en el suelo baja la mirada, dándose cuenta que acaba de perder su oportunidad.

—No puedes tenerme aquí para siempre...

El príncipe le dio una bofetada tan fuerte que la hizo sangrar por la boca.

— ¡Cállate!

El guardia la tomó por el brazo y la levantó.

Emilia un poco aturdida comenzó a llorar mientras que con una mano se cubrió la cara.

—Si no entiendes por las buenas, entenderás por las malas — le advierte.

Llevan a Emilia de nuevo a su habitación, la encadenan de nuevo y la dejan encerrada.

El príncipe antes de irse se le acerca.

—Escúchame muy bien, no quiero matarte antes de la boda... Eres mi boleto al reinado, así que olvidaré que trataste de escapar.

Se marchó, dejando a Emilia con el rostro inflamado, el corazón roto y un miedo profundo en su pecho.

Luego de un par de horas entró la mucama de antes con un kit de primeros auxilios. El príncipe le ordenó curar el rostro de Emilia, pronto será la boda así que debe estar presentable y bonita.

Emilia no hizo ningún gesto, ni dijo nada cuando vio a la mucama, solo sus lágrimas rodaban por sus mejillas.

—Se lo dije, él es peligroso.

Emilia la miró muy decepcionada.

—El príncipe Henry tiene todo este sector del castillo controlado, tiene sus propios guardias, mucamas y servidumbre. No vale la pena intentar escapar... — confiesa en voz baja, mientras que con una pequeña gasa cubierta de medicamento cubre su moretón en el rostro.

Emilia cerró con dificultad sus ojos y continuaba llorando.

La mucama comenzó a tratar su rostro inflamado, observando como el alma inocente de Emilia se hundía en depresión.

Por su parte, la reina se mantenía en su lado del castillo, en la torre central haciendo los preparativos de la boda, justo como Henry lo quería, privado y rápido.

Henry llega al salón junto a su madre.

—¿Aún despierta?— le pregunta al verla con una libreta y tomando notas.

—Si, querido, es tu boda. Quiero que todo salga perfecto.

—Sabes que no me importan esas tonterías madre, solo quiero que sea rápido y luego hacemos la ceremonia oficial de mi coronación.

—Las cosas no funcionan así, debes esperar un tiempo para la coronación y también debes tener al menos un heredero al trono. Así que si buscaste a esa mujer de la calle solo para conseguir tu trono con rapidez estás equivocado— lo miro con seriedad.

El príncipe presionó sus puños, sabiendo que su madre lo descubrió.

—No hables así de ella...

—Es lo que es, hijo mío ¿me crees tan tonta? Puedo reconocer a una dama donde quiera y a una mujerzuela también. — continua caminando por los pasillos indignada, mientras que Henry la sigue— ya puedes detener esta farsa y buscar a alguien que por lo menos si luzca como una princesa.

—No voy a cancelar nada, madre, ya tome mi decisión.

—Yo pude ayudarte a buscar esposa, sabes que tengo contactos.

— ¿Y qué me cases con una desabrida mujer que solo te sirva de espía en mis acciones? No gracias.

La reina se detuvo en seco y lo miro fijamente.

— ¿En serio te casarás con esa mujer solo por el trono?

—Prepara todo, la boda será pronto. — Henry le devolvió la mirada retadora y se marchó.

Atada al príncipe CRUEL. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora