Capítulo 23. Yo soy la reina.

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Dante la mira fijamente, sintiendo nervios por lo que dirá

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Dante la mira fijamente, sintiendo nervios por lo que dirá.

Emilia le indica que tome asiento.

—Emi, me estas asustando ¿Qué sucede? — insiste algo ansioso.

—Bueno, no es algo fácil de decir con palabras.

—Solo dilas...

—Yo no puedo salir del castillo porque no soy solo una sirviente como te hice creer, soy...— Hace una pausa algo larga, junta sus manos y juega con sus dedos, pensando cómo decir lo que está a punto de decir.

— ¿Eres...?— insiste.

—Soy la esposa de Henry Castian— suelta de una vez, sin hacer contacto visual con Dante.

Este se queda perplejo, asombrado y abre su boca sin poder decir palabra alguna.

Emilia toma el valor para mirarlo.

—No te lo quise contar porque no quería involucrarte demasiado en mi vida de mierda y Henry es un hombre muy peligroso así que...— comenzó a respirar agitada, pero Dante se levantó y la tomo por los hombros.

—Lo sospeché— susurra— haciendo que Emilia respire más lento.

— ¿Qué?

—Tus marcas en los tobillos, no son de una simple sirvienta... Supe que algo andaba mal la primera noche que nos vimos en el jardín, pero pensé que eran ideas mías— confiesa.

—No quise mentirte, solo que se sintió muy lindo ser tratada con amor y no quería perderlo tan pronto— dice en medio de sollozos y lágrimas.

Dante le limpia con sus dedos pulgares las lágrimas y le besa la frente.

—No me importa de quien seas esposa, tu eres mía, y eso no lo cambiara nadie— musita.

—Ahora debes irte, Dante, no estás seguro aquí— le insiste Emilia.

—No, no me iré a ningún lado sin ti— le toma de la mano y camina hasta la puerta.

—No Dante, escúchame, me tiene amenazada, no puedo salir de estos muros— le dice, suplicándole.

—Tú escúchame, no pienso permitir que ese infeliz te ponga una mano encima de nuevo— la mira fijamente, dejándole saber que habla en serio.

—Henry puede matarte— deja salir junto con más lágrimas.

—En eso tiene razón— dice Henry entrando a la habitación con un guardia y una pistola.

La tensión crece en la habitación, Emilia siente su corazón latiendo tan rápido que parece un ataque cardiaco y Dante le responde la mirada retadora a Henry.

— ¿Cómo te atreves a meterte en mi castillo, burlar la seguridad de mis aposentos y entrar a la habitación de mi esposa? — le reclama Henry. — te advertí que la curiosidad mató al gato, sucio campesino pintor.

— ¿Esposa? — Dice con risas, — ¿tienes el descaro de llamarla esposa cuando la mantienes encerrada como un animal? Le mientes a todos diciendo que está enferma, pero fíjate que irónico es que el único enfermo eres tú.

Dante se pone enfrente de Henry y este con ganas de sacar la pistola, pero es tocado por Emilia, la cual le sujeta el brazo para que no haga nada imprudente como sacar el arma.

—No le hagas daño, Henry— suplicándole.

—Llévenselo al calabozo, — mira a Dante mientras es esposado por el guardia— Nos arreglaremos más tarde, a solas.

Dante lo mira con furia y enojo mientras es llevado a la fuerza por el guarida.

Henry había sido alertado por un guarida minutos antes de que un ''intruso'' había invadido la tercera torre, haciendo que el rey active sus alarmas con Emilia, ya que hacía días que no la veía ni sabía nada sobre ella.

Nunca se imaginó que encontraría a un hombre tocándola y por la forma en la que Emilia llora y ruega por su vida, sabe que algo más paso entre ellos.

Se siente devastado no solo por lo tarde que se enteró, sino porque alguien más puso sus manos en algo que es solo de él.

Emilia sin poder contener sus lágrimas, solo se arrodilla frente a Henry para suplicarle por la vida de Dante.

—Te lo ruego, Henry no le hagas daño a Dante— entre sollozos.

—No puedo creer lo zorra que eres, Emilia— le dice mientras la ve desde arriba, decepcionado.

Emilia solo llora y guarda silencio.

—Mi madre tenía razón al final de todo, eres solo una mujerzuela— Emilia se levantó y con todo el enojo le dio una bofetada.

Esto sacudió la defensiva de Henry, haciendo que tambalee un poco.

— ¡Ya estoy harta de ti! ¡De tu hipocresía! ¡De tu mierda! — le grito desgarradoramente.

— ¿Cómo te atreves a ponerme la mano encima?

— ¿Quieres saber cómo fui capaz de estar con Dante? — Se acerca a Henry y lo mira— me hizo lo que tú nunca pudiste hacer... el amor.

Henry le dio una bofetada de un solo jalón, haciendo que Emilia caiga al suelo.

—Eres una hija de perra

Justo cuando la iba a patear, Susan, que escucho los golpes desde su habitación y presintió que algo estaba mal, se montó encima de Henry, haciendo que este tambalee y se caiga al suelo también.

Ya en el piso, Emilia lo patea fuertemente en su entrepierna. Henry adolorido suelta un quejido y Susan lo sigue golpeando en el abdomen y cabeza con un palo que tenía guardado en su habitación.

— ¡Eres un infeliz hijo de puta, Henry! — Emilia le escupe la cara.

Susan se quedó con un sabor tan amargo en la boca la última vez que escucho como Henry golpeaba a Emilia, que esta vez decidió tener algo con que defenderla.

—Susan, ¿estás bien? — le pregunta mientras la chequea por encima.

—Sí, ¿y tú? — la abraza.

—Estoy bien, se llevaron a Dante— preocupada.

—Anda por él, yo le cierro la puerta a este infeliz.

—No te quiero dejar sola, vamos juntas— le insiste.

—No, no seas tonta, juntas nos pueden atrapar fácil, es tu momento de escapar, es ahora o nunca.

—Regresaré por ti— le dice Emilia a Susan.

Emilia corre con todas sus fuerzas para encontrar a Dante, sin embargo, nunca supo dónde están los calabozos y este castillo es muy grande.

Mientras eso sucedía, Teresa se mantenía caminando desesperada en su habitación, buscando que usar para salir de ahí.

Encontró un viejo barrote oxidado debajo de su cama y lo uso para golpear el pomo de la puerta y así reventarlo a la fuerza.

Seguido de varios golpes logro escuchar el sonido del pomo caer y abrió la puerta. Se fue directamente hasta el despacho de Henry para tomar medidas drásticas y enfrentarlo de la forma más agresiva posible, sin embargo no lo encontró ahí, solo tomo el juego de llaves del castillo para liberar a las sirvientas que tenía encerradas en la torre dos.

Justo cuando iba por el pasillo, ve como un guardia se lleva a un chico que forcejea mientras grita el nombre de Emilia.

Teresa sabe que esto solo puede significar una cosa, Henry está por hacer una locura, corrió muy deprisa por el pasillo y tropieza con alguien, que resulta ser nada más y nada menos que Emilia.


Atada al príncipe CRUEL. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora