Capítulo 24. Una confesión inesperada.

45 2 0
                                    

Perspectiva de Emilia

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Perspectiva de Emilia

Corro con todas mis fuerzas, mi pecho esta acelerado, siento que algo zumba en mis oídos y estoy por desmayarme, pero no debo flaquear, no ahora, no después de todo lo que hicimos. Este es un punto sin retorno.

Si no logro escapar de aquí Henry va a matarme.

Todos estos meses, que parecen años, de abusos, torturas y golpes habrán sido en vano si no logro escapar.

Cuando estoy por salir del corredor me tropiezo con una persona, ambas caímos al suelo, pero me levanto con rapidez; la adrenalina esta al tope. Me sorprendo cuando veo que es la reina.

— ¿Usted? — le cuestiono, manteniendo la distancia.

— ¿Emilia? — Me pregunta, algo confundida— ¿Sigues viva?

¿Viva? Esta señora siempre supo la clase de hijo que tiene, no puedo creer que me imagino todo este tiempo muerta...

— ¿Lo sabias? — le pregunté, dejando a un lado el miedo y acercándome con odio.

—Soy su madre, por supuesto que lo sé...— dice con desanimo.

—Y aun así no hizo nada para evitarlo— refute, por supuesto que quiero dejarle en claro todo lo que siento por dentro.

—Yo... Yo pensaba que hacia lo correcto, — se alejó de mí y se acarició el vientre— tenerlo en mi vida fue difícil, el rey y yo deseamos tanto un bebé, con todas nuestras fuerzas, pero con cada pérdida que tenía parecía más alejado de mí, como si nuestro amor ya no pudiera sostenerse por sí solo. Cuando me entere de que estaba esperando a Henry hice todo lo posible para tenerlo, no podía ni levantarme de la cama porque una cascada roja caía por mis piernas. Tuve el embarazo más difícil de mi vida...

Su rostro dejo salir una expresión abatida, sus ojos se estrecharon y un par de lágrimas comenzaron a deslizarse por su mejilla.

—Cuando nació casi lo pierdo, su corazoncito dejo de latir y su piel se estaba poniendo morada, sentí como mi alma se iba con él, pero ocurrió un milagro, su respiración llego y sus latidos se hicieron fuertes, el vivió— dejo salir una sonrisa en medio de sus lágrimas—, sin embargo, ese miedo de perderlo se quedó estancado en mi pecho, como una daga que hacia presión constante, así que me prometí a mí misma que cuidaría a Henry de todos y de todo, que le daría lo que sea solo para que este junto a mí. Así que hice lo que cualquier madre haría por su hijo, protegerlo, mantenerlo cómodo en su hogar, aunque eso significo mantener ocultos sus perversas acciones, las miles de chicas desaparecidas, todas fueron actos de Henry... Pensé que mejoraría con el tiempo, pero luego te trajo a ti, y quise solo creer que serias una esposa normal.

No puedo creer lo que me cuenta, ¿se supone que eso debe hacerme sentir lastima por ella? Todo el tiempo lo supo, todo el tiempo supo que su hijo me torturaba, y todas esas chicas desaparecidas, algunas las llegue a ver en las noticias. Eso no tiene perdón.

—Usted es la culpable de que ese monstruo me cambiara la vida...— dije sin poder evitar llorar.

—Te pido perdón—se acercó a mí, extendiendo su mano y dejando ver un juego de llaves— vi cómo se llevaron a ese hombre, supongo que a él buscabas.

Yo mire con dudas las llaves, ¿Por qué querría ayudarme ahora? Me había tratado con indiferencia y repudio todo este tiempo, pero ahora solo quiere ''ayudarme'', no lo creo.

—No necesito su ayuda, señora, ya hizo suficiente al traer a ese monstruo a la vida— continúe mi camino y ella corrió tras de mí.

— ¿Quieres que te lo suplique? — Se arrodillo— te pido perdón, toma las llaves y corre lejos de aquí, mi hijo no parará solo contigo, él seguirá siendo un monstruo. Tú debes huir... Yo me encargare de él.

Al ver a la mismísima reina arrodillada a mis pies, suplicándome. Tome las llaves y le dije de forma clara:

—Su hijo no es el único monstruo del castillo, ambos merecen pagar por todo lo que han hecho— y continúe corriendo para buscar a Dante.

Logre ver como el guardia llevaba a Dante bajando por unas escaleras que daban hasta los calabozos. Me apresure tratando de no hacer ruido y al estar lo suficientemente cerca, empuje al guardia, haciendo que se tropezara con el escalón y cayera por las escaleras.

—Emilia, ¿Estas bien? — me pregunta.

—Sí, sí, yo estoy bien, tengo que sacarte de aquí.

Dante sorprendido se acercó hasta a mí, y me intento abrazar, pero sus manos estaban atadas con unas esposas.

Busque entre las varias llaves que habían en el arito de acero y fui encajando cada una de las llaves hasta encontrar la correcta, cuando por fin logre liberar sus muñecas él me abrazo con tanta fuerza que sentir que renovaba mi energía.

—Debemos salir de aquí— dice Dante.

—No, tenemos que ir por Susan, ella esta con Henry— le advertí, no pienso dejar a Susan aquí, ella debe venir conmigo. También merece la libertad.

Dante no pareció necesitar alguna explicación, tomo de mi mano y corrió junto a mí para buscar a Susan.

Ya podía sentir el aroma a brisa fresca, el sol calentando mi piel y el sentimiento de la libertad recorriendo mis venas, no sabría con exactitud qué haría primero, solo sé que quiero salir de aquí lo antes posible.

Atada al príncipe CRUEL. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora