Capítulo 12. Emilia Terrence de Castian.

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Perspectiva de Emilia

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Perspectiva de Emilia.


He perdido el control de todo, incluso he perdido el control del tiempo, ¿Qué día es hoy? No lo sé, para mí todos los días son iguales, todos los días parecen el mismo. Me siento en modo automático; solo respiro cuando Henry me lo pide, hablo cuando Henry me lo pide, incluso duermo cuando Henry me lo pide.

Llegar a dormir en la misma cama que Henry al principio era doloroso, pero ahora es indiferente.

He llegado a un punto de sumisión que no pensé que fuese posible. Me he doblegado a mi misma a tal punto de incluso no sentir, ni gestionar algún tipo de emoción, ya mi cuerpo y mi mente se acostumbraron a ser besada, tocada e incluso penetrada por Henry. Mi cuerpo no me pertenece.

Mi voz ya no es escuchada, mi presencia no es importante, incluso la habitación que comparto con Henry es parte de mí, me la paso tanto tiempo aquí esperando a que el príncipe regrese que ya parece mi nueva celda.

Creo que llevo dos meses aquí, sufriendo en completo silencio, llorando bajo la regadera para evitar ser castigada.

En una de las cenas que tenemos una vez a la semana con la reina, está me mira con indiferencia, como si le diera molestia mi presencia.

—No he podido evitar notar algo... —Sugiere la reina mientras levanta su copa de vino durante el almuerzo.

—No es raro de ti, madre. — dijo con sarcasmo Henry.

— ¿Por qué no está embarazada aún? — dejo salir así, sin previo aviso.

— ¡Madre! — exclamo Henry casi ahogándose con la comida.

—Acepté que te casaras con ella porque pensé que quizá estaba embarazada y querías hacer lo correcto. Sin embargo veo que pasa el tiempo y su vientre sigue plano, ¿esta defectuosa o algo así?

— ¿Qué estás diciendo? — cuestiona Henry muy furioso.

—Ya sabes a lo que me refiero— se limpia la boca con un pañuelo. —Sé que tú no eres del problema por...— se guardó la lengua de inmediato y miro a otro lado.

Me pregunto a que se refiere, ¿acaso a embarazado a otras mujeres?


—En realidad no sé— la mira fijamente.

—A que salió de la nada y la hiciste tu esposa.

— ¿Cuál es el problema con eso?

— ¡Ni siquiera habla!

Ellos continuaban atacándose entre ellos mismos, sin importarles mi presencia, hablaban de mí como si no importara mi opinión, me mantuve callada, es preferible ser ignorada que abofeteada por Henry.


—Te dije que es tímida, madre.

—Ya han pasado varias semanas desde la boda, y aún no he visto un embarazo, sabes que eso es necesario para que te coronen como rey.

No pienso embarazarme de ese idiota, no pienso dejar que ese infeliz monstruo coloque dentro de mí una copia de él o algo que me ate a él de peor forma en laque estoy.

—Estamos en ello, madre... Deja de presionarme— Henry dejó la mesa con muchísima furia y me dejó ahí con su madre.

Pensé que Henry me gritaría que me fuese con él, pero no fue así, ahí estaba yo, sentada en silencio en la mesa frente a la reina.

—¿Cómo lo soportas?— me pregunta mientras bebe su vino. Es bastante descarada luego de hablar mal de mí justo en mi cara.

Yo solo le sonreí y clave mi mirada en el plato.

—Veo que en realidad eres callada... Déjame decirte algo, quiero nietos, unos tres o cuatro sería lo ideal, pero si quisieras procrear más a mi no me molestaría.— se levantó de la mesa— el castillo es enorme como verás, tantas habitaciones vacías son deprimentes, espero que no sea una tarea muy difícil para alguien que solo duerme y come todo el día desde que se casó con mi hijo. Si eres una mujerzuela interesada, espero que al menos cumplas con ese requisito básico que toda esposa debe cumplir.

La reina me miró con una frialdad que me recuerda a Henry, ya sé de dónde saco su arrogancia. La manzana no cae muy lejos del árbol, y se marchó.

No solo tengo que lidiar con Henry, ahora tengo que estar complaciendo a la reina y ser la incubadora. No, claro que no.

Aproveché la soledad en la que me dejaron y caminé los pasillos de la torre central, nunca había visto por completo el castillo, su arquitectura es preciosa, así que camine admirando cada detalle y cada salón con asombro.

Llegué a una de las habitaciones del fondo del pasillo y observé un montón de cuadros, cuadros de hombres con coronas los cuales pienso que fueron los reyes.

Para mí sorpresa una voz gruesa me espanta.

—Eres bastante curiosa. Esos son mis ancestros. —Es Henry. ¿Cómo supo dónde estaba? Me dio un susto terrible. — Si planeabas escapar te metiste en la habitación incorrecta.

—No intentaba escapar. ¿Esos son antiguos reyes?— le pregunté, disimulando que mis manos temblaron un poco del susto.

—Así es, y muy pronto yo estaré junto a ellos, luego de que me coronen como rey. — se acerca a mí por la espalda y coloca su boca en mi oído— Pero como escuchaste por mi madre, debes embarazarte.

Mi corazón se aceleró a mil latidos por segundo, yo no quería volver a tener intimidad con él, ni tampoco llevar en mi vientre a un bebé que tenga su sangre.

—Ya lo hemos hecho muchísimas veces, y aún no quedó embarazada. — bajo mi mirada para evitar sus ojos filosos en mí.

—No lo hemos intentado lo suficiente, vamos, hemos llegado muy lejos como para detenernos en el último paso para llegar a mí corona— cierra la puerta con seguro y automáticamente mi mente se pone en blanco.

Trato de divagar lo suficiente como para que todo ese momento en el que me toma a la fuerza mi mente este lejos de aquí, a salvo. En un lugar mágico. Suelo imaginarme corriendo en la pradera, llegando hasta el laberinto de arbustos y sentir la brisa fresca golpear mi rostro en señal de libertad.

No me toma por completo, mi corazón y mi mente no son suyas, quizá mi cuerpo, pero sé que cuando muera mi cuerpo será alimento para los gusanos, y Henry es uno de esos gusanos.

Duro menos tiempo del que normalmente dura, al menos tengo que agradecer que frecuenta esos bares de mala muerte para follar con mujeres que recién conoce, y así se olvida poco a poco de mí. Lo sé porque cuando cree que estoy dormida se levanta y se escabulle hasta salir del castillo, cuando regresa el olor a alcohol y a perfume de mujer se apodera dela habitación.

Al terminar se marcho ordenándome que me limpie y me cambie de ropa.

No tenía que ordenarme eso, es más que obvio que yo no querría tener nada de él dentro de mí.

Tengo que encontrar la forma de salir de esta situación, creo que es hora de que planee mi huida.

Atada al príncipe CRUEL. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora