1. ' El pastel de la discordia '

405 66 13
                                    

1

El pastel de la discordia.


—¡Si algo le paso al pastel, diré que es tu culpa!

—Y si llegó sano y salvo, diré que es mi mérito.

Ruedo los ojos y cuando Five por fin detiene el auto no dudo ni un segundo en salir corriendo para ver que el pastel de Grace esté a salvo, abro la cajuela y me llevo una mano al pecho en señal de alivio, el pastel está intacto.

—¿Lo ves? Tienes que dejar de dudar de las habilidades de tu futuro esposo —dice Five mientras que llega a mi lado.

Arrugo la nariz en seña de burla, me inclino un poco para cargar el pastel con ambas manos y que logre pasar la carretera. Five cierra la puerta de la cajuela y se dispone a cruzar la carretera conmigo, pero lo detengo enseguida.

—¿Pasa algo? —me cuestiona, al ver que lo estoy mirando raro.

—En la parte trasera de los asientos tengo una parada de ropa normal, para que te cambies —dije.

—No lo haré.

—Five, es una fiesta infantil, no una de tus reuniones raras de detective —reproché.

Five frunció los labios.

—Por si no lo recuerdas, me sacaste de una reunión de mi trabajo para ir a comprar un maldito pastel de cumpleaños —refutó.

Baje la mirada al pastel, lo que decía era un tanto cierto, lo llamé para que me llevara al otro lado de la ciudad a comprar el pastel preferido de Grace solo porque Diego no pudo ir a comprarlo.

—Pero ya no estás ahí, así que cámbiate —le pedí una vez más.

—No me voy a cambiar, es más, ni siquiera sé por qué estamos aquí —aseguró.

—¿Podemos discutir eso adentro? El pastel pesa más de cuatro kilos por si no lo recuerdas —comenté, señalando con la mirada el pastel.

Five sonríe de lado y se acerca tan sólo unos pasos a mí.

—Usa tus poderes para cargarlo —se burla.

Me paso la lengua por dentro de las mejillas y embozo una sonrisa bastante sarcástica.

—Mejor tú usa tus poderes y transpórtanos adentro —devolví.

De inmediato los labios de Five se endurecieron en una fina línea, miré a ambos lados antes de cruzar y emprendí mi camino hacia allá, el corazón me dio un vuelco cuando Five abrió la puerta, el ruido de los niños jugando y la música infantil inundaban el lugar, todo estaba tan colorido que se me hacía extraño no ver los colores grises y neutros de casa. Avanzo entre la multitud y no tardó mucho en encontrar la mirada de Lila, quien de inmediato corre a ayudarme con el enorme pastel.

—¡Bienvenidos a la fiesta! —exclamó ella.

Llevaba puesto un gorrito de fiesta y una blusa muy colorida para pensar que ella la tiene puesta, deja el pastel en una mesa con vasos y platos y detrás esta Diego, acomodando el gancho que sostendrá la piñata.

Sempiterno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora