17
Mil cartas y un adiós
—Entra en esa parte de la casa que él nunca te ha mostrado a profundidad.
Las palabras de Five no Five me retumban en la mente, después ver que en más de un año habrá boda, tome el tren de vuelta a casa, una casa vacía y fría en tonos blancos como la de Reginald, dejo la llaves y su abrigo colgados en el perchero de la entrada.
—Hola señorita Vera —saludó Lia.
Lia era una de las amas de llaves que teníamos en casa, básicamente ellas eran las que vivían aquí conmigo, porque Five nunca estaba en casa y había semanas enteras que ninguno de los dos venía aquí.
—Hola Lia, ¿está Five? —pregunté.
—No señorita Vera, el señor Five no ha llegado, pero llego esta carta —anunció.
Me entrega el sobre y lo miro con intriga, no tiene firma ni sello de quien sea que lo dejó aquí.
—¿Sabes quién lo trajo?
—Si, no sé su nombre, pero físicamente era más o menos alto, tenía una ojeras enormes y se veía bastante demacrado, como si estuviera muy enfermo, y traía una sudadera puesta —explicó.
Frunci el ceño, ahora mismo tenia tantas cosas en la cabeza que no se me ocurrió alguien en específico.
—Gracias por recibirlo, voy a recostarme un rato, si viene alguien digan que no estoy —pedí.
—¿Va a querer que preparemos cena de navidad? —preguntó.
Sonreí con tristeza.
—Preparen cena de navidad y coman ustedes, a mí solo subeme a mi habitación todo el helado que encuentres en la nevera —ordené.
Lia asiente y se va a la cocina mientras que yo subo las escaleras, paso por el pasillo y me detengo justo a lado de la puerta de la oficina de Five, siento la necesidad imperiosa de entrar ahora que él no está, me dejaba sola muchas veces, pero nunca había tenido esa necesidad de entrar, además de que no me sabía la clave para abrir la maldita puerta. Avanzo tres pasos y siento como si la puerta me pidiera a gritos que entre, abro el sobre y estoy a punto de sacar la carta, pero la guardo en uno de los bolsillos de mi pantalón y regreso hacia la puerta.
Tecleo los números que tengo en la mente y esta se abre sin problemas, la empujo un poco para poder entrar, el aire aquí se siente gélido, estoy segura que es una de las partes más frías de la casa, empalmo la puerta detrás de mí y no veo nada fuera de lo común, un estante enorme de libros, su escritorio, y algunos sofás para invitados. Me doy una cachetada mental por creer en un Five alterno y me encamino de regreso a la puerta, antes de abrirla e irme de aquí una luz destella a mi izquierda.
Giro mi vista, y veo que uno de los libros está brillando, frunzo el ceño y me acerco hasta el estante, lo saco de su lugar y una pequeña puerta se abre en medio de tantos libros, siento mi corazón retumbar en mi pecho y aun con miedo me acerco hasta ahí. Abro la puerta por completo, es una caja fuerte hecha de ladrillos, veo que hay dinero y unas cuantas armas aquí, remuevo un ladrillo que parece estar flojo y se cae al instante, observo con atención el hueco que quedo y veo una bolsa. La jalo y caen otra tres junto a ella, vacío la primera sobre las demás y me quedo paralizada al ver el contenido.
Saco el libro que me dio Five apocalíptico para ver si es lo que estoy pensando, a veces agradezco que Five haya confeccionado nuestra ropa con bolsos extras. Lo dejo sobre las hojas y busco la primera que ha llamado mi atención, es el pedazo de portada que le hacía falta, el título completo del libro es "Proyecto Ivy".
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Sempiterno.
Novela JuvenilSi algo está destinado a ser, será. Si hay algo que tenga que pasar, pasará. No podemos cambiar el pasado, porque dañariamos el futuro, no podemos cambiar el futuro, porque dañariamos el presente. Y, ¿qué pasa si ya no hay una solución? ¿Qué pasa c...