16
Besos sabor a traición.
—¿Estás feliz?
La voz de Jennifer suena a mi lado y yo detengo el auto en un mecánico abandonado a borde de carretera, me giro hacia ella, veo su rostro y sonrió débilmente, pongo mis manos en sus mejillas y la jalo para besarla, no es un beso como los de ayer, ahora es tranquilo y lleno de amor, cuando nos separamos la sonrisa de Vera esta frente a mí y eso me hace sonreír como un idiota.
—¿Qué te parece si huimos? —sugerí.
—¿Disculpa?
—Habló en serio, vayamos al sur y vivamos en una playa, casémonos, tú y yo sin nadie más —recalque.
¿Cómo se estaría sintiendo Five en estos momentos? Vera estuvo años esperando este momento, llorando por no poder organizar una boda, y yo me casaría con ella sin pensarlo.
—Claro, con los dieciocho dólares que nos quedan —ironizó.
—Puede que tenga algo más, en las islas Caimán —confesé.
—Dijiste que te había quitado todo —evidenció.
—Eso piensan ellos, solo hay que llegar a Florida, conozco un piloto en Miami y listo —aseguré.
Vera sonríe y no puedo evitar mirarla, aun no me creo que ella esté aquí, a mi lado, sin nadie más.
—La verdad, no sé cómo responder a eso —dudó.
—Sólo di que si —pedí.
Ella sonríe y no contengo las ganas de besarla así que lo hago, pasa sus dedos por mi cabello y me separo aun sonriendo.
—Vuelvo en seguida —dije y ella me da un pequeño beso en los labios.
Salgo del auto, el calor del sol me da en la cara y siento mi piel arder un poco, aunque lo ignoro, avanzo hasta la puerta, pero el teléfono del lugar suena, me detengo y pienso si debo responder, es un teléfono público así que puede ser cualquier persona. De igual manera me acerco a la cabina y respondo la llamada.
—¿Hola?
—No cuelgues —la voz de Viktor aparece del otro lado.
—¿Cómo supiste que estaba aquí? —cuestione.
—No han sido demasiado sutiles que digamos —aseguró.
—¿Qué quieres que haga? Estuve preso cuatro años y a ella la estuve esperando hace más de seis —respondí.
—No me refiero a eso, pervertido —soltó.
Me daba gracia imaginarme la mueca de asco que tenía él en el rostro.
—¿Entonces?
—Me refiero al terremoto que causaron ¿aún estás con ella? —preguntó.
—Eso no es asunto tuyo.
—Si es asunto mío, porque si siguen así, van a destruir el mundo en cuarenta y ocho horas —aseguró.
—Veinticuatro de hecho.
—¡Cállate!
Frunzo el ceño, esa era la voz del maldito anciano.
—¿Es en serio? ¿Papá está contigo? —cuestione.
—Ben, escúchame, te está pasando algo que se llama la purga, es como un virus que se extiende por todo el cuerpo y...
—No mientas —zanje—, estoy genial y nunca he estado mejor.
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Sempiterno.
Teen FictionSi algo está destinado a ser, será. Si hay algo que tenga que pasar, pasará. No podemos cambiar el pasado, porque dañariamos el futuro, no podemos cambiar el futuro, porque dañariamos el presente. Y, ¿qué pasa si ya no hay una solución? ¿Qué pasa c...