8. ' Unos cuantos cabos sueltos '

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Unos cuantos cabos sueltos.

—¿Aquí se reúne tu club de lectura, Nancy?

—Ya basta, Diego.

La furgoneta se detiene delante de un viejo edificio, una oleada de aire frío me envuelve y siento como si ya conociera este lugar, aunque estoy segura de que nunca he venido por aquí, todos bajamos del auto a excepción de Allison, Luther que se irán con Viktor a ver a su padre.

—Manejala.

—¿Seguro? ¿A Wanda? —dudó Viktor.

Five y Lila se adelantan y yo me quedo con Diego.

—Si, ya ni siquiera me importa —se da la vuelta para venir conmigo, pero de nuevo regresa con Viktor—, se tuerce un poco a la derecha y no pases de sesenta o se caerá lo que queda del escape —explicó.

Viktor asiente y por fin Diego viene conmigo para subir con los otros dos.

—¿Estás bien? —pregunté.

Su actitud me daba a detonar lo mucho que le afecto todo eso.

—Problemas de pareja, aprende de nosotros para que no pases por lo mismo —aseguró.

Aplane los labios y nos apresuramos a alcanzar a Five y Lila quienes iban entrando a una de las habitaciones de este lugar.

—Bienvenidos al cuartel de los guardianes, cortesía de Gene y Jean.

Al entrar, se podía ver como una sala común y corriente, decorada con un aire un poco antiguo para nuestra época. Five y Lila empiezan a mirar a todos lados como si algo les faltara y rápidamente comienzan a hurgar entre los cajones.

—Pues Jean y Gene no dejaron mucho para investigar —comentó Diego.

—Concéntrate, cielo —pidió Lila.

También estaba buscando entre los cajones, pero tampoco tuve éxito alguno.

—Los archivos no están —aseguró Lila.

—Si, así parece —admite Five.

—Mientras ustedes pierden el tiempo ahí, voy a explorar el lugar ¿vienes? —preguntó.

Aplane los labios, no quería encontrarme con alguna otra trampa otra vez.

—No hay nada, Diego —aseguró Lila.

—Se fueron a toda prisa ¿no? —ironizó.

—¿Podrías superar ya ese tema?

Diego niega con la cabeza y sé que empezaran a discutir otra vez

—¿Qué hay de malo con que se vayan a toda prisa? —cuestiona Lila.

—La prisa no es buena consejera, mamá —asegura.

Me acerco a Five y ellos siguen discutiendo más y más cosas.

—Iré con él —murmure.

—No, es muy idiota y no quiero que te pase nada.

—Five, sé cuidarme sola —aseguré y me di la vuelta.

Siento la mano de Five rodearme el brazo y me giro hacia él.

—Entiende que...

Una luz blanca nos rodea y nos lanza hacia otro lugar, caigo sentada al piso, estoy mareada y todo es de color gris.

—¿Dónde estamos? —cuestione.

—Es una estación de metro —dice y me ayuda a levantarme.

Me pongo de pie aunque aún no estoy muy estable.

Sempiterno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora