14. ' Un amor que no duela '

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Un amor que no duela.

Mini maratón 1/2 :)

—¿Ben?

—¿Jennifer? —dudé.

—Hola.

—Hola.

Su voz se escuchaba cerca de mí, pero la pared nos dividía, era como si ambos estuviéramos en el mismo lugar, aunque no pudiéramos verlo.

—Creí que estabas dormida —murmuré.

—Siento que... voy a enloquecer —aseguró.

—No puedo dejar de pensar en ti ¿te pasa lo mismo? —pregunté.

—Sí.

Me levanté de la cama y me puse frente a frente contra la pared.

—Nunca había sentido esto por una persona —mentí.

No era una mentira como tal, pero si lo era, la última persona por la cual me había sentido atraído me hizo sentir el mismísimo infierno clavado en el alma.

—Quiero derribar la pared en este instante —pego mi frente a la pared.

Estoy seguro que ella hace lo mismo del otro lado, puedo sentirlo, aunque no la vea.

—Mira, te agradezco por salvarme de esos lunáticos, pero una vez que descansemos, es mejor que cada uno siga por su lado —soltó.

Sentí mi corazón dar un vuelco, esto no me podía pasar tres veces en la vida.

—¿Cómo esperas que haga eso? ¿Adónde voy a ir? —cuestione.

Ella tarda unos segundos en responder.

—Vuelve con tu familia —soltó.

—Esa gente no es mi familia, mi familia murió hace mucho tiempo —aseguré.

Había utilizado a Luther para salir antes de la cárcel, pero todo se complicó.

—La mía igual —soltó.

Le di la espalda a la pared y me deslicé hasta caer sentado al suelo, clave la vista en el televisor sin poner mucha atención a las imágenes, preguntándome que hubiera pasado si ella me hubiera elegido a mí, y no hablaba precisamente de Jennifer.

—Bueno, si alguna vez existió —comentó Jennifer.

—¿Y eso por qué?

—Cuando tenía seis, me sacaron del estómago de un calamar gigante de hecho salió en las noticias —explicó—, jamás me pudieron identificar, nadie se presentó a reclamarme, así que supongo que me arrojaron de un barco, es un milagro que haya sobrevivido.

Me quedo unos segundos procesando lo que acaba de decir.

—¿Ben? ¿Sigues ahí? —dudó ante mi silencio.

—Mira, es obvio que debemos estar juntos, tú saliste de un calmar y a mí me salen tentáculos, debe ser obra del destino ¿verdad? —dudé.

La realidad es que solo estaba buscando cualquier excusa estúpida para que no me rechace como lo hizo ella.

—¿Qué canal estás viendo? —me evadió.

Mire el televisor sin muchas ganas.

—El seis. La mancha voraz.

—Amo esta película —comentó Jennifer al otro lado.

—Yo igual.

Solía verla cada que podía en prisión, era de las pocas películas que habíamos podido meter a escondidas. Una mancha roja y horrible aparece en la televisión y me quedo embobado mirándola.

Sempiterno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora