9. ' Mi propio apocalipsis '

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Mi propio apocalipsis.

Omnipresente

—A dormir, mañana el entrenamiento empieza desde las cinco de la mañana y no quiero ni un solo error ¿está claro? —ordenó el padre los niños.

Los siete pequeños asintieron, algunos de verdad y otros sin mucho interés, ya no era una sorpresa para nadie que el padre no le interesara otra cosa que no fueran ellos haciendo actividades para mejorar sus poderes, todos regresaron a su habitación, cada uno con diferentes propósitos, eran niños especiales, pero no solo por sus poderes, ya que al final del día, eran solo unos niños de doce años.

—¿Estás bien? —preguntó la chica hacia él.

Five, quien era el más valiente de los siete, miro con desinterés a su pequeña hermana.

—No fue nada Vanya, los golpes de ese viejo no son nada comparados a los de los asaltantes —aseguró.

La pequeña Vanya sacó una bolsa de entre su pijama y se la entregó a su hermano antes de terminar de subir las escaleras.

—Por discutir con papá ni siquiera comiste nada —soltó.

Vanya le había preparado un sándwich de crema de maní y bombones, como solía hacerlo él cuando creía que nadie lo veía, Five lo recibe y no tarda mucho en darle un mordisco.

—Gracias —soltó.

La pequeña sonrió, sabía que, aunque sea ese pequeño "gracias" era un paso muy grande para entablar una amistad con su hermano, ella solo miró cuando Five entró a su habitación e hizo lo mismo que él, feliz de que no se iba a ir con el estómago vacío.

—¿Qué es eso? —preguntó Klaus, quién estaba tirado sobre la cama de Five.

Five se sentó de nuevo en su escritorio, para terminar de armar algo en lo que tenía días trabajando.

—Un sándwich, me lo dio Vanya —respondió.

Klaus se acerca con intenciones de probarlo, pero Five le da un golpe en la mano para que no lo toque.

—¿Ya tienes lista tu porquería? —preguntó Klaus bastante indignado por el golpe.

—Si, sólo faltaban unos cuantos detalles —avisó Five.

—Y, ¿Cuándo lo haremos?

—Esta noche.

—Esta... ¿¡Esta noche!? —exclamó Klaus.

Five le lanzo el primer libro que pudo tomar, a lo que el chico fue más rápido y esquivó el golpe con éxito.

—¡Cállate! Por una vez en tu vida aprende a callarte —regañó Five.

Klaus levantó las manos en forma de rendición.

—Esta noche es muy pronto, además de que papá no está para nada contento contigo —aseguró el chico.

Five terminó de arreglar la pistola que estaba sobre su escritorio, para después levantarse y echarla en una pequeña bolsa que lo acompañaría a su propia misión.

Sempiterno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora