Capitulo XII

647 36 6
                                    

Carlos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Carlos

Me desperté con el calor del cuerpo de Abril encima de mí. Como ayer nos dormimos tarde, hoy nos habíamos despertado tarde. Cogí el móvil intentando no moverme mucho, ya que no me quería separar de ella.

Eran las 11:00. Ya nos habíamos perdido el desayuno del bufete. Deje el móvil y acaricié el brazo que tenía alrededor de mi cintura.

- Abril — susurre — despierta perezosa.

Ella se removió acercándose más a mí. Sonreí por la acción y dejé un beso en su cabeza.

- Venga arriba, anda.

Soltó y quejido, tallándose los ojos. Miró hacia arriba y me sonrió con pereza. Estaba guapísima, recién despertada, sin maquillaje, sin peinar. Perfecta. Y me sentía orgulloso de poder verla así.

- Dios, he dormido que te cagas —murmuró, separándose de mí para coger el móvil.

- ¿Para qué te mueves? Estábamos bien, así — me quejé yo.

- Pero tenemos que desayunar, me duele la tripa — dijo divertida.

Me estiré y salí de la cama para escoger qué ponerme hoy. Cuando ya lo tenía, me metí al baño, eso sí, dejando un beso en su mejilla. Ella me sonrió.

Me cambié rápido y cuando salí, ella seguía igual que antes.

- Oye, venga, que ya es tarde — me crucé de brazos, sonriéndole.

Se estiró en la cama y se sentó, poniendo su pelo detrás de la oreja. Luego se levantó y abrió su armario.

- Ayúdame, que no sé qué ponerme — señaló al armario.

- Pongas lo que te pongas, estarás guapísima — sonreí cuando me miró mal y me acerqué a ayudarla.

- Este vestido, me gusta — un vestido largo de tirantes, que era suelto de las piernas de color morado tirando a granate.

- Gracias — sonrió y pasó por mi lado para pasar al baño.

No pude evitar quedarme embobado solo con verla, estaba tan guapa.

- ¿Vamos?

- Sí, sí.

Me levanté de la cama y cogí las llaves para cerrar la puerta. Bajamos en el ascensor y salimos para ir a por un café. Hoy no tenía nada, pero sabía que Ferrero me llamaría por la tarde para ir a entrenar y corregir mis fallos.

- ¿Vamos a dar una vuelta al río?

Ella asintió y los dos nos dirigimos para bordear el río Sena.

- ¿Esa no es tu madre? —señaló hacia adelante.

- Sí, creo que sí.

Nos acercamos a ella, dándole un susto.

𝐀𝐋𝐋 𝐓𝐎𝐎 𝐖𝐄𝐋𝐋 - Carlos AlcarazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora