Capitulo XVII

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La semana se fue volando

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La semana se fue volando. Hicimos muchos planes entre todos el grupo. Fuimos a restaurantes carísimos y comimos la mejor paella que he comido nunca.

- ¡Para! — Le corte a Álvaro, que ya tenía la cuchara para servirse la paella.

- ¿Tiene algún bicho? — Se encogió mirando con asco la paella.

- ¿Qué? No, pero tengo que sacarle foto — Sonreí.

Álvaro rodó los ojos mientras yo cuadraba la foto y los demás reían. Carlos pasó su brazo por mi hombro dándome un beso en la cabeza cuando guarde el móvil.

- Ya me la pasarás luego — Álvaro metí la cuchara y se sirvió.

- Si claro — bromee riendo.

- Comida de ricos — Carlos se echó la paella al plato metiéndose una buena cucharada.

- Vaya burro — reí y deje que él me sirviera un poco en mi plato — Esta buenísima.

- Pues claro, es la mejor — Carlos me guiño el ojo y yo reí.

Después de ese día, por la noche estuvimos jugando verdad o reto. Así pude conocer mejor a sus amigos. Salieron muchos secretos a la luz, como el ligue misterioso de Álvaro. Pero eso mejor lo guardo en secreto. Carlos y yo acabamos la noche en la misma cama, enrollados entre las sabanas.

- Te quiero — susurro él.

- Yo mucho más — dejé un beso en su nariz.

Cada día, como si fuera un diario, escribia todo en mi libro, que por desgracia, no tenía nombre aún. Carlos una vez me pillo, a las tantas, escribiendo con rapidez.

Me dejo seguir escribiendo, después de montarme la bronca por no dormir.

- Cuando acabes quiero que duermas, te voy a vigilar — me amenazo él.

- Me falta nada — dije distraída.

- Si claro.

Note que Carlos se movía hasta su móvil, ya que le había entrado un mensaje.

- ¿Quien es? — le preguntes cuando le vi sonriendo al móvil.

- Nadie.

Me sonrió dejando el móvil y terminé de escribir para acostarme con él.

- Buenas noches, princesa — dejo un beso en mi cabeza.

- Buenas noches.

Esa noche, fue la última feliz hasta que todos se empezó a torcer.

Carlos estaba constantemente con el teléfono en la mano, escribiendo sin parar. Cuando me acercaba a ver, apartaba su pantalla y dejaba el móvil para hablarme. ¿Me dolía? Sí, pero respetaba su privacidad.

Estuve una noche hablando con Álvaro, sobre lo que pasaba. No llegamos a ningún punto, pero me ayudo bastante hablar con él. Aparte de los piques y el vacileo, era mi mejor amigo.

𝐀𝐋𝐋 𝐓𝐎𝐎 𝐖𝐄𝐋𝐋 - Carlos AlcarazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora