Capitulo XVI

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Abril

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Abril

Después de parar con el coche para encontrarnos con sus amigos y viajar juntos, estuvimos todo el viaje escuchando a Taylor Swift a todo volumen. Carlos se sabía algunas, pero Alvaro terminó con la cabeza frita.

-Tengo hambre – Era la cuarta vez que decía lo mismo.

Carlos se había saltado la parada, donde había una cafetería para comer. Así que tendremos que esperar una hora más para comer.

-¿Vas a callar? – Álvaro se quejó desde el fondo.

-Esque tengo hambre.

-Eso ya lo sabemos, tranquila – vaciló Carlos, llevándose una mala mirada de mi parte.

-Es tu culpa, asi que no vayas de tan chulo – me queje.

Carlos rozó los ojos, y Álvaro se puso los casco para no escucharnos. Por fin, después de una hora llegamos a otra parada, donde había otra cafetería. Mi tripa rugía.

Baje del coche, y detrás nuestra llegaron sus amigos. Los seis pasamos a la cafetería y pedimos la comida. Cuando traje el primer trozo sentí un alivio. Terminé todo el plato, hasta me pedí postre.

De vez en cuando la gente se acercaba a Carlos a pedirle una foto o algo similar.

-Ahora estás callada, qué morro tienes – se quejó Álvaro mientras metía media napolitana en la boca.

Le sonreí como pude, ganándose las risas de todos. Una vez tomado el café, salimos para volver al coche. El viaje se me pasó volando, porque me quedaba sopa, y cuando Carlos me despertó ya estábamos en el aeropuerto.

Pasamos los controles y entramos al avión. Por desgracia me había tocado al lado de Álvaro, cosa que nos pasamos todas las hora peleando e insultándonos. La señora de alado se quedó flipando.

-Eres un pesado – me queje.

-Y tu una petarda – Se defendió.

-Eres un copion, son sinónimos.

-Deja de dar la turra, pesada – me crucé de brazos.

Iba a decir algo, pero apareció Carlos, con mala cara. Le sonrei inocente.

-Alvaro, cambié de sitio – dijo el.

-Si mejor, paso de estar toda la hora con esta niñita petarda – me saco la lengua y se cambió con Carlos.

Sonreí cuando él se puso a mi lado y juntamos nuestras manos sonriendo. Apoyé mi cabeza en su hombro, intentando pasar el tiempo. Saco de su bolsillo una bolsa de regalices.

-Mis disculpas, por saltarse el stop – me las dio.

-¡Gracias! – la cogí y abrí el paquete, llevándome una a la boca.

-Bueno, pero dame una ¿no? – puso su carita de pena mirándome.

-Vale... – le di el paquete y se llevó 5 regalices – ¡Oye! ¡Eso son 5 no uno!

𝐀𝐋𝐋 𝐓𝐎𝐎 𝐖𝐄𝐋𝐋 - Carlos AlcarazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora